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Westfall, Richard: La Construcción De La Ciencia Moderna, Barcelona, Labor, 1980, Cap. VI. Resumen


Enviado por   •  9 de Junio de 2012  •  2.955 Palabras (12 Páginas)  •  1.616 Visitas

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Capítulo VI

La organización de la actividad científica

En el siglo XVII ocurrió una revolución de las concepciones científicas. Apareció también la ciencia como una actividad social organizada. Los periodos anteriores habían sido testigo de una gran actividad científica, pero antes del siglo XVII es difícil distinguir la ciencia de la filosofía, y es asimismo difícil describir a muchos hombres como primordialmente científicos. De todos modos, Europa occidental poseía en dicha época no solo algunos hombres, sino grupos enteros de ellos a los que sin duda se podía calificar de científicos. Además, no trabajaban individualmente aislados, sino que se habían organizado en sociedades que los situaban en comunicación efectiva con gran número de hombres animados del mismo propósito.

Estamos habituados a pensar en las universidades como los centros principales de investigación científica. Una situación parecida existió en la Edad Media, cuando prácticamente toda la actividad intelectual, incluyendo a la ciencia, se desarrollaba en el recinto de la universidad. Durante el siglo XVII predomino una situación radicalmente distinta. Las universidades no solo no fueron el foco de la actividad científica, que tuvo que desarrollar sus propios centros independientes, sino que constituyeron los principales centros de oposición a las nuevas concepciones de la naturaleza que levanto la ciencia moderna.

Para comprender su relación con la ciencia moderna, deben recordarse las circunstancias que habían hecho nacer a las universidades y la función que tenían asignada. La adquisición del corpus de la filosofía aristotélica en el siglo XII había creado la universidad como centro de enseñanza. Desde el principio, la institución había estado dedicada a la explicación y glosa de Aristóteles, y los círculos académicos de Europa habían convertido en un interés establecido el mantenimiento de su filosofía. Desde sus comienzos la universidad había estado vinculada a la Iglesia católica. Ésta era la principal depositaria de la enseñanza, y la universidad difícilmente podía estar desligada de ella. La Iglesia no impuso su voluntad a una institución que existía al margen suyo; al contrario, creo y fomento la universidad como principal institución de estudio en una sociedad que de otro modo no habría tenido nada parecido. Hasta 1600 muy pocos de los rasgos esenciales de la institución habían cambiado. La influencia del Renacimiento había introducido sin duda otros autores clásicos en los programas, pero las universidades no eran centros de estudios humanistas. En los países protestantes las universidades se pusieron a servir otras denominaciones, sin ningún cambio mayor. Por consiguiente, en 1600 las universidades reunían en sus recintos a un grupo de intelectuales altamente capacitados que eran menos aptos para acoger la aparición de la ciencia moderna que para considerarla como una amenaza, tanto para la verdadera filosofía como para la religión inspirada.

Si la mayoría de los principales científicos trabajaron fuera de las universidades, no todos ellos lo hicieron. El más grande de todos, Isaac Newton, ocupo la cátedra de matemáticas en Cambridge durante el periodo creativo de su carrera. De todos modos, el caso de él no contradice la afirmación de que las universidades no eran centros de actividad científica durante el siglo XVII.

Lejos de ser retrogradas a la hora de acoger a la nueva ciencia, las universidades inglesas estaban tan avanzadas como cualquier otra de las de Europa. Ya hemos visto que Newton no hizo de Cambridge un centro científico, y lo mismo puede decirse de los profesores de Oxford. A todo esto, de un cabo a otro de la centuria poblaron el aire las protestas contra la continuada dominación de una enseñanza tradicional que parecía vacua e inútil a quienes soportaban sus cargas. Es bueno recordar que prácticamente todos los científicos importantes del siglo fueron producto de la universidad. No es menos cierto, sin embargo, que la ciencia no penetro seriamente ni en los recintos de los colleges ni en los cursos de las universidades. Al acabar el siglo el programa del curso tradicional, que databa de la Edad Media, no había sido sistemáticamente reemplazado.

Encontrándose con los principales puestos de enseñanza efectivamente cerrados, el movimiento científico creo sus propias instituciones, no educativas, sino organismos que hicieron de la ciencia tanto un fenómeno sociológico como intelectual. El siglo XVII presencio el nacimiento de las sociedades científicas.

La primera organización conocida a la que puede llamarse sociedad científica fue la Accademia dei Lincei, que floreció en Roma durante los primeros años del siglo. De estructura formal y establecida según el modelos de los grupos literarios de los humanistas italianos, la Accademia dei Lincei era una reunión de amigos con ideas semejantes en la que podían discutirse cuestiones de filosofía natural. Después de que dejara de existir, en 1630, se organizo un grupo similar en Florencia, a mediados de siglo. La Accademia del Cimento (Academia del Experimento) se dedicaba a la investigación experimental exacta de las cuestiones de la filosofía natural de su tiempo. Más estructurada que la Accademia dei Lincei, se dedicaba principalmente a la experimentación colectiva.

En otros países de la Europa occidental aparecieron grupos informales semejantes a la Accademia dei Lincei durante la primera mitad del siglo. El padre Mersenne un fraile mínimo, hizo de sí mismo el centro de un circulo considerable de franceses que dieron la pauta a la ciencia europea durante un breve periodo a mitad del siglo.

Después de que la creación de la Academie Francaise en 1635 proporcionase a la literatura francesa un instrumento de organización y a la pureza de la lengua francesa un escudo protector, la ciencia francesa empezó a sentir la necesidad de una organización más formal. Se reunió así, en la casa del rico patrocinador Montmort, la Academia Montmort. En ella se centralizo la ciencia francesa durante la década de 1650.

Una de las reuniones de la Academia Montmort nos instruye de la función de los primero grupos informales a partir de las cuales surgieron finalmente las sociedades científicas. Las primeras sociedades informales se dedicaban mas al esfuerzo propagandístico que al fomento d ela investigación. Una nueva concepción de la naturaleza y del lugar que el hombre ocupaba en ella estaba en curso de creación, desafiando al sentido común y a su elaborada formalización propia de la filosofía aristotélica, conocida por todo hombre educado y aceptada por la mayoría. Quizás la función crucial de las primeras sociedades fue la de presentar la nueva concepción de la naturaleza

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