ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Cultura Historica


Enviado por   •  10 de Enero de 2015  •  1.669 Palabras (7 Páginas)  •  243 Visitas

Página 1 de 7

Cultura Histórica

El concepto de cultura histórica y sus homólogos en otras lenguas (como Historical Culture, Geschichtskultur, Culture historique) expresa una nueva manera de pensar y comprender la relación efectiva y afectiva que un grupo humano mantiene con el pasado, con su pasado. Se trata de una categoría de estudio que pretende ser más abarcante que la de historiografía, ya que no se circunscribe únicamente al análisis de la literatura histórica académica. La perspectiva de la cultura histórica propugna rastrear todos los estratos y procesos de la conciencia histórica social, prestando atención a los agentes que la crean, los medios por los que se difunde, las representaciones que divulga y la recepción creativa por parte de la ciudadanía.

Si la cultura es el modo en que una sociedad interpreta, transmite y transforma la realidad, la cultura histórica es el modo concreto y peculiar en que una sociedad se relaciona con su pasado. Al estudiar la cultura histórica indagamos la elaboración social de la experiencia histórica y su plasmación objetiva en la vida de una comunidad. Elaboración que, habitualmente, llevan a cabo distintos agentes sociales –muchas veces concurrentes- a través de medios variados.

Es imposible acceder al pasado en cuanto que pasado. Para aproximarnos a él, debemos representarlo, hacerlo presente a través de una reelaboración sintética y creativa. Por ello, el conocimiento del pasado y su uso en el presente se enmarcan siempre dentro de unas prácticas sociales de interpretación y reproducción de la historia. La conciencia histórica de cada individuo se teje, pues, en el seno de un sistema socio-comunicativo de interpretación, objetivación y uso público del pasado, es decir, en el seno de una cultura histórica.

La reflexión teórica sobre el concepto de cultura histórica se ha realizada desde los decenios 1980 y 1990, mediante trabajos rotulados con ese mismo término, como los de Jörn Rüsen, Maria Grever o Bernd Schönnemann, o con otros términos estrechamente relacionados (1). Entre estas últimas aportaciones destacan las influyentes investigaciones sobre las formas y transformaciones de la memoria cultural (Kulturelles Gedächtniss), en la que se inscribe la memoria histórica, publicadas por Jan y Aleida Assman (2). Recientemente, se ha designado con el término de historia pública (3) a las representaciones del pasado que campean en los media. En cierto modo, la aproximación sociocultural a la historiografía propuesta por Ch.-O. Carbonell a fines de los 70, próxima a la historia de las mentalidades, puede ser vista como un enlace entre la historia de la historiografía, entendida como una noble vertiente de la historia intelectual, y el concepto actual de cultura histórica (4).

La noción de cultura histórica surge, con una tensión teórica y unas implicaciones filosóficas innegables, como un concepto heurístico e interpretativo para comprender e investigar cómo se crean, se difunden y se transforman unas determinadas imágenes del pasado relativamente coherentes y socialmente operativas, en las que se objetiva y articula la conciencia histórica de una comunidad humana. Esa comunidad humana, ese “sujeto colectivo”, puede acotarse, aunque no como un compartimento estanco, según múltiples criterios: nacionalidad, lengua, religión, género, clase, generación que comparte experiencias formativas o civilización que se basa en un legado simbólico y material común.

Las connotaciones más bien cognitivas que tiene el término de cultura histórica, sin que esta aproximación desdeñe la dimensión estética, marcan una diferencia de enfoque con el subrayado de los aspectos vivenciales e inconscientes asociados a los estudios en el ámbito de la memoria. Pero, como han propugnado, tanto la propia A. Assmman como Fernando Catroga, no cabe contraponer de forma nítida la historia a la memoria; una y otras deben imbricarse y disciplinarse mutuamente (5). Una historia fría y distanciada, sería socialmente inerte y apenas operativa. Estaría cercana a la erudición estéril. Una memoria partidista y confusa, ofrecería poco más que la exaltación ciega del grupo.

El conjunto de imágenes, ideas, nombres y valoraciones, que, de forma más o menos coherente, componen la visión del pasado que tiene una sociedad no es fruto hoy exclusivamente, ni quizás predominantemente, de las aportaciones de los historiadores profesionales o académicos. En la creación, diseminación y recepción de esas representaciones del pasado inciden directamente más hoy las novelas y films históricos, las revistas de divulgación sobre historia y patrimonio cultural, las series de televisión, los libros escolares, las exposiciones conmemorativas y las recreaciones de acontecimientos relevantes que llevan a cabo instituciones públicas, asociaciones, o parques temáticos. Por eso, en algunos estudios recientes sobre la “construcción” del pasado, por T. Morris-Suzuki, se da un gran protagonismo a formatos (lugares, en sentido amplio, de memoria) tan impensables antes en una historia de la historiografía como algunos relatos manga (6).

Es importante remarcar también que la cultura histórica no es nunca un sistema granítico de representación del pasado. Es, más bien, un proceso dinámico de diálogo social, por el que se difunden, se negocian y se discuten interpretaciones

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (11 Kb)  
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com