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¿Cómo se pueden explicar según Guerra los procesos de independencia en América Latina?


Enviado por   •  13 de Mayo de 2018  •  Resúmenes  •  23.863 Palabras (96 Páginas)  •  306 Visitas

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1. ¿Cómo se pueden explicar según Guerra los procesos de independencia en América Latina?

Un primer nivel, clásico, es el de las causas propiamente dichas, con la distinción también entre causas lejanas y causas próximas. Dos tipos de causas que remiten, de hecho, las primeras a las estructuras y las segundas a las coyunturas.

Las causas estructurales (las más estudiadas) insistiendo sobre todo en los diversos aspectos de las reformas borbónicas: uno en los aspectos fiscales y económicos y en su impacto- positivo o negativo- sobre las diferentes regiones o grupos sociales; otros en las mutación que ellas suponen en la manera de concebir el Estado, sus relaciones con la sociedad, la estructura política de la Monarquía y el lugar que ella ocupa en América. Guerra establece que a pesar de la pertinencia de mucho de estos estudios, no bastan para dar una explicación global por su dificultad para articular lo estructural con lo coyuntural. Hay una ambigüedad semántica en el término mismo de “reformas”, puesto que remite tanto a medidas concretas tomadas en un momento dado, como a sus efectos a más largo plazo o a los supuestos que las inspiran. En el primer sentido, la articulación con el acontecimiento es inmediata.

En el segundo y el tercer sentidos, la articulación ya no es inmediata, puesto que, la crisis que abre en 1808 el proceso de la Independencia no corresponde a ninguna medida precisa tomada por la Corona, sino a un acontecimiento inédito: la desaparición del rey (donde reside una de las principales diferencias entre los orígenes de los procesos de independencia de la América británica y en la española).

El estudio de las causas próximas, de la coyuntura que precede a 1808, es ya más esclarecedora, cuanto más cerca está de la crisis. En este campo, la Revolución francesa ocupa un lugar primordial por sus efectos en el equilibrio internacional. Con ella, se abre un ciclo de guerras que no se cerrará más que con la derrota definitiva de Napoleón en 1814.

La guerra rompe la evolución interna previsible de la Monarquía hispánica por varios motivos:

  1. Por su costo: esto trastorna los equilibrios financieros y lleva a sus gobernantes a adoptar medidas extremas que provocaron un profundo descontento en múltiples sectores sociales y una considerable descapitalización de las economías americanas.
  2. Por su impacto sobre el comercio entre España y América como consecuencia del bloqueo marítimo inglés. Más allá de los efectos puramente económicos, el hecho es fundamental para explicar uno de los más tenaces agravios americanos: la libertad de comercio.
  3. La persistencia de la guerra y la incapacidad de la metrópoli de asegurar por sí misma la defensa del nuevo continente contra los enemigos del monarca, transfirió esta responsabilidad a los reinos y provincias de América: a las autoridades, pero también a la sociedad.

Además de estos efectos indirectos, la Revolución Francesa tuvo otros más directos, en las elites de las dos partes de la Monarquía. A partir de 1791, el Gobierno tomó medidas represivas para impedir el contagio revolucionario. Todas estas medidas, aunque a veces fueron transitorias y de eficacia limitada, contribuyeron a que una parte de las elites intelectuales fuese separándose del ideal ilustrado de la reforma desde arriba y aspirando a un régimen político nuevo. A esta coyuntura internacional se añadían, en algunas regiones de América, coyunturas de crisis propias.

A este primer nivel, clásico, de análisis por las causas se añade a menudo otro no menos clásico: el de los resultados, el análisis de la situación final a la que condujo el proceso. Tanto en el plano político (aparición de nuevos Estados, modernidad de constituciones o ideas, libertad de prensa), económico (apertura del comercio a otras naciones, recuperación económica de algunos países) como social (igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, supresión legal de divisiones étnicas) y cultural (planes y reformas de instrucción, difusión de la imprenta y los impresos).

El último nivel de análisis se refiere al proceso mismo de la Independencia, su dinámica propia. El análisis del proceso no es de naturaleza estática, sino dinámica. En el reinan el movimiento, la acción, el encadenamiento casi siempre imprevisible de los acontecimientos. En él se revelan los actores, sus referencias culturales, las estructuras y las reglas del campo político, lo que está en juego en cada momento y los debates que esto provoca.

La lógica política del proceso está caracterizada por:

  1. Las abdicaciones reales;
  2. La disolución del cuerpo político por la acefalia del poder real;
  3. La reversión de la soberanía a la sociedad;
  4. El nacimiento de la representación política
  5. La victoria de la soberanía del pueblo;
  6. El rechazo por los gobiernos peninsulares de la igualdad política entre España y América;
  7. Los agravios americanos
  8. La guerra y la ruptura.

Es necesario conceptualizar y periodizar los problemas que el desarrollo de la crisis fue planteando sucesivamente, los actores que se movilizaron para resolverlos y las soluciones que estos intentaron darles.

La independencia remite, según Guerra, a una pluralidad de fenómenos de índole diferente: implosión de un conjunto político multicomunitario, revolución política y cultural, conmoción social. Es por esto que el autor plantea que el estudio de los procesos de independencia en América Latina se debe realizar a partir de múltiples dimensiones.

La primera dimensión es la que indica la palabra independencia, aunque no tenga un sentido evidente. Su significación inmediata es que América española deja de depender de cualquier autoridad exterior a ella. 

Respecto a la dimensión de la independencia Guerra plantea una serie de puntos que es importante destacar, en primer lugar establece que hay que dejar de lado otros tipos de dependencia (económica o cultural por ejemplo). Por otro lado establece que hay que precisar quien se independiza y de quién. Aunque al término del proceso se encuentren nuevos Estados en América, es difícil pretender que sean ellos quienes actúan, porque su existencia no tenía precedentes. Los Estados hispanoamericanos son realidades radicalmente nuevas, sin ningún otro antecesor que las comunidades nuevas creadas por la expansión europea en diversas regiones del Nuevo Mundo. Aunque la conquista y el poblamiento de América se adaptaron en parte a las estructuras indígenas preexistentes, muchos otros factores durante los tres siglos de la Colonia fueron  modelando comunidades humanas singulares. La relación entre estas comunidades y los nuevos Estados dista de ser evidente: ni todas las comunidades llegaron a ser Estados, ni todos estos Estados corresponden a comunidades claramente definidas.

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