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GLOBALIZACION

luisfernandort2 de Septiembre de 2012

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PRESENTACIÓN

El siguiente trabajo busca precisar elementos de interés en el proceso de globalización desde la perspectiva del comercio y el desarrollo.

Es llamativo cómo la globalización, es percibida por gobernantes y formuladores de política sin mayores detenimientos. Semejante actitud se observa también en los que la precisan como la onda de los nuevos tiempos, o en aquellos que ven en ella sólo resultados positivos.

Existe, por lo demás, un contexto muy dinámico en el ámbito económico internacional que se asocia a la existencia de varios mecanismos de vulnerabilidad para las naciones latinoamericanas. Dos mecanismos que son de importancia para estas naciones, en el sentido referido, son los movimientos de capital y el deterioro de los términos de intercambio. Junto al último se encuentra el vasto problema de lograr mejores desarrollos de la competitividad y una más conveniente inserción de los países de la región en el ámbito internacional. Así, el comercio es una de las dimensiones que se desarrolla en el presente ensayo.

Otra dimensión que se examina es la del desarrollo. La estabilidad, el crecimiento y el desarrollo siguen siendo, al menos desde el ámbito de la economía, punto fundamental para alcanzar aumentos en el bienestar de las naciones y de sus ciudadanos. Pero la propia idea del desarrollo requiere ser entendida y ajustada en el proceso de globalización.

Existe una amplia literatura que trata el tema de la globalización. En este trabajo se parte de la idea de que la globalización es una extensión y profundización de un proceso de internacionalización de la economía en el campo empresarial e institucional, que abarcando los flujos de capital, comercio y personas se ha acentuado en las tres últimas décadas, aprovechando la alta velocidad del cambio tecnológico de la actualidad. Éste se da, por lo demás, en un contexto donde los flujos financieros o de inversión han venido, en años recientes, superando a los comerciales y éstos, a su vez, teniendo mayores tasas de crecimiento que las presentes para la producción a nivel internacional (véase Sachs 1998).

ALGUNOS PROCESOS Y EXPECTATIVAS FUNDAMENTALES

A continuación referimos un conjunto de cinco procesos que, asociados a las expectativas que generan, pueden considerarse dentro de los fundamentales en los asuntos de la globalización.

El primer proceso que interesa resaltar es la llamada convergencia de políticas. Ésta, realmente, ha permitido tener un recetario de políticas bastante fácil de repetir por algunos y de aplicar por otros. Entre ellas pueden mencionarse: apertura comercial y financiera, eliminación de los controles de capital y disminución y cambio en la participación del Estado en la economía y la sociedad. En el caso de los países desarrollados ha habido confluencia hacia el, considerado necesario, cambio del Welfare State[1].

Un segundo proceso atañe a lo que algún tiempo atrás, y desde ciertas perspectivas analíticas, se resaltaba como la contradicción capital trabajo. En términos directos, trata de cómo los agentes poseedores del capital (inversionistas y empresas internacionales, entre otros) han visto incrementados su poder y capacidad de influencia sobre distintos gobiernos con la globalización {véase Milner 1998). Mientras tanto, los trabajadores y sus sindicatos u organizaciones han visto mermado su poder y capacidad de influencia en un contexto donde la globalización y movilidad de personas han desarrollado una notoria diferenciación en empleos y salarios2[2]. Dándose esto en un contexto donde el posible desplazamiento de empresas, o sus inversiones, funciona como un potencial o real mecanismo de presión sobre la perspectiva de negociación de los trabajadores y sus remuneraciones.

El tercer proceso es el que concierne a las posibilidades de expansión de la propia globalización con base en su carácter inevitable, por el hecho de que los individuos, e incluso los Estados, no puedan resistirse a ella. De este señalamiento derivan varios asuntos de alta relevancia. Uno de ellos atañe al papel irrelevante que algunos le adjudican al Estado. Otro concierne a la señalada, con pertinencia, pérdida de autonomía, que algunas naciones experimentan en cuanto a la dirección de sus economías.

El cuarto proceso remite a la creciente relación que algunos observan entre las naciones de más alto ingreso y las naciones en desarrollo. Existe la percepción de que las políticas proteccionistas ejecutadas en esta últimas, en las décadas inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las habrían aislado de las posibilidades de ser incorporados como socios en el comercio y la producción {véase Sachs 1998). Relacionado con esto, se encuentra un punto de alta importancia en el contexto actual de la globalización y es el que atañe a cómo el comercio puede ocasionar efectos inconvenientes en la distribución del ingreso entre países y en específico en determinados grupos sociales.

Un quinto proceso es el aprovechamiento en la profundización de las actividades de las empresas internacionales, que estaría asociada al uso cada día más relevante de las cadenas internacionales de producción (o producción de bienes con base en elaboraciones diferenciadas de sus componentes, desde el punto de vista geográfico).

Una aproximación simplista a estos procesos y expectativas los puede presentar como hechos cumplidos, sea en sus concatenaciones positivas o negativas. Varias observaciones, contrariamente, pueden alertar y orientar en dimensiones analíticas diferentes:

En primer lugar, la llamada convergencia de políticas no ha funcionado en todos los países de la misma manera; es claro que los países más transparentes en este sentido son los que se encuentran en vías de desarrollo (y muy en particular los de América Latina). En el caso de las naciones desarrolladas, por ejemplo, los sistemas del Welfare State no se han modificado tan rápidamente como se ha deseado.

En segundo lugar, se ha observado un resurgimiento de los sindicatos en países como Francia y EE.UU.

En tercer lugar, los estados nacionales no sólo siguen existiendo, sino que en varias ocasiones son ellos los que pueden permitir una más adecuada difusión de la propia globalización. Por lo demás, siguen, realizando, entre otras cosas, gestiones de comercio y negociando y firmando acuerdos.

En cuarto lugar, no es claro que las relaciones entre naciones avanzadas y naciones como las latinoamericanas, en el siglo XX, puedan ser entendidas esquematizando éstas, entre un proteccionismo totalmente aislacionista y una intensificación de relaciones de tres lustros para acá.

Sobre el último de los procesos, no es tampoco fácil que pueda existir mucho impacto en el planteamiento que se hace sobre las empresas internacionales una vez que el desempeño de éstas ha venido siendo objeto de análisis minuciosos desde hace por lo menos tres décadas.

GLOBALIZACIÓN Y TEORÍA DE LA COMPLEJIDAD

Distintas evaluaciones presentadas a nivel internacional (Streeten, por ejemplo) permiten apreciar, sin dramatismos, que la globalización produce ganadores y perdedores (entre los primeros se ha destacado a varios países asiáticos y entre los segundos a varios latinoamericanos).

Rosenau evalúa y se pronuncia sobre la teoría de la complejidad, tanto en la perspectiva de su consistencia teórica como en lo que concierne a la posibilidad de que, desde ella, se elaboren opciones de política en lo que es la perspectiva de la existencia de un mundo fragmentado como el actual, con presencia de ambigüedades y perfiles lineales y no lineales (Rosenau, 1997).

Para el campo internacional puede ubicarse, como uno de los determinantes de la propia complejidad, la desaparición del llamado equilibrio del terror, que era consubstancial a los bloques de poder y a la Guerra Fría. Pero también, se le debe asignar la debida importancia, entre otros, a la tecnología, globalización y proliferación de organizaciones. El análisis de sí la teoría de la complejidad permite entender todos estos procesos en sus articulaciones y derivaciones es uno de los campos de interés presentados por Rosenau. En nuestra opinión, esto adquiere alta relevancia cuando se consideran fenómenos no esperados y de incertidumbre, como los recientemente vistos en los mercados financieros asiáticos[3] a finales de 1997 y 1998.

De manera específica, la teoría de la complejidad se basa en la idea de los sistemas complejos adaptables, en tanto conjunto de partes que, con potencialidad de autonomía, se relacionan entre sí, pudiendo influir en las demás y manteniendo patrones de comportamiento o cambiándolos, según las exigencias de adaptación. Su criterio de sistema adaptable deriva, precisamente, de la posibilidad de que sus partes componentes tengan capacidad de reaccionar colectivamente ante las nuevas circunstancias. Hasta dónde, fenómenos como la participación económica de los países en desarrollo en experiencias de integración y organizaciones diversas, pueden ser ilustrados por un esquema como éste, es, indudablemente, asunto de alta pertinencia.

Los sistemas complejos, por otra parte, deben cumplir con las siguientes premisas: a) las partes del sistema se autoorganizan, adquiriendo nuevos atributos; b) la adaptación del sistema es fundamental y en ella deben considerarse las necesidades internas y las demanda externas; c) sucesos o elementos pequeños pueden ocasionar efectos de trascendencia; d) las condiciones iniciales

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