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La Ciudad, La Gente Y Las Costumbres


Enviado por   •  6 de Abril de 2015  •  1.103 Palabras (5 Páginas)  •  1.343 Visitas

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ESCALANTE, P., “La ciudad, la gente y las costumbres”, en Historia de la vida cotidiana en México. Tomo I. Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la Nueva España, Pablo Escalante, coord., pp. 199-230. México D.F.: El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica. 2004.

Pablo Escalante Gonzalbo es Doctor en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus principales líneas de investigación son la transformación del arte y la cultura indígena del siglo XVI; códices, iconografía, historia de la vida cotidiana e historia social de los grupos nahuas y sobre otros de la meseta central antes de la conquista y durante el siglo XVI.

En “La ciudad, las gentes y las costumbres” se explora la vida urbana de los pueblos indígenas que habitaban la meseta central de México antes de la conquista, a través de la aportación de fuentes escritas realizadas por los españoles, su espacio doméstico, el orden urbano, sus oficios, costumbres religiosas, etc.

En el siglo XVI, en el área formada por los valles de México, Toluca y Puebla-Tlaxcala encontramos una diversidad de población, con su propio estilo de vida, de la que destacan principalmente los nahuas. Escalante divide a esta población en varios grupos: “[…] cerca de la mitad de la población era nahua, y la otra mitad estaba formada por varios grupos de la familia lingüística otomiana: tres grandes grupos, los matlatzincas, los mazahuas y los otomíes, y tres grupos minoritarios, los ocuiltecas, los pames y los chichimecas.”.

Los nahuas fueron los que desarrollaron grandes ciudades con grandes construcciones (Tenochtitlan). Sentían un especial desprecio por sus vecinos, especialmente los otomíes, los cuales eran considerados como “gente rústica” y cuyo término otomí era usado de manera despectiva para referirse “[…] a quienes eran flojos o desaliñados, poco hábiles […] a guisa de burla […]”. Los otomíes eran los pobladores más antiguos de la meseta central de México, con poblaciones bastante modestas, a comparación con las que desarrollarían los nahuas, y eran cazadores-recolectores. A pesar del desprecio, nahuas y otomíes se necesitaban mutuamente, sobre todo en lo referente al comercio (intercambio de pieles, madera a cambio de sal y algodón). Además de ello, eran considerados por los nahuas como grandes guerreros y cazadores, llegando a crear un “[…] cuerpo especial denominado “otomí”, integrado […] por guerreros de este grupo étnico […]”.

Centrándonos en la sociedad urbana que construyeron los nahuas, ésta dependía directamente del mercado, lo que dio lugar a una producción especializada, a comunidades incorporadas a grandes centros políticos y urbanos que dependían del poder central. Dichas comunidades recibían el nombre de calpulli o tlaxilacalli, “[…] grupos de familias emparentadas, que tenían en común el origen, el oficio y la devoción por ciertos dioses, y funcionaban […] como barrios […] de la ciudad.”. Algunos calpulli estaban dedicados a oficios de subsistencia (sal, aguadores, cazadores) y otros realizaban trabajos más especializados relacionados con la artesanía (trabajo de piedras, cerámica, carpintería) y el comercio (Tenochtitlan y Tlatelolco).

Con respecto al orden urbano, Escalante señala que el factor más importante de la isla de México era el agua, al encontrarse en un islote. Para acceder a las viviendas existían unas vías patronales y otras fluviales que servían para transportar

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