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La explotacion agraria en América como foco de cambio


Enviado por   •  31 de Octubre de 2022  •  Informes  •  2.654 Palabras (11 Páginas)  •  74 Visitas

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Luis Carlos Reina Romero

Grado en Historia G-1

LA EXPLOTACIÓN AGRARIA EN AMÉRICA COMO FOCO DE CAMBIO

En este trabajo nos centraremos en intentar aportar soluciones nuevas a uno de los problemas económicos que sufría la Corona Española en cuanto a la agricultura. Mas concretamente nos centraremos en el problema económico de la fuerza laboral, con especial hincapié en la mita. No podemos dejar de reseñar, antes que nada, que el problema económico para la Corona era de lejos un problema mínimo si lo miramos desde la óptica indígena. La mita no solo será un problema económico para España, también será un problema sustancialmente importante para el indígena, puesto que realmente tenía una connotación social y vitalmente negativa para con esta población.

Dado el carácter de este ensayo, nos centraremos pues, en la repercusión económica negativa que tenía para la corona española este sistema de explotación de la tierra. Acotaremos espacialmente nuestro ensayo al Virreinato del Perú, dado que el propio sistema mitayo está intrínsecamente ligado a este territorio, tanto por no ser nuevo en estas tierras, como por ser empleado en todos los sectores económicos. Temporalmente hay disparidad o no precisión a la hora de acotar lo que sería la utilización de este sistema para la mano de obra, porque si bien las primeras provisiones y ordenanzas en pos de este sistema son de los últimos años del Siglo XVI o incluso entrado el Siglo XVII, habría que hacer mención expresa a cuál sería el sistema o sobre que legitimidad legal se imponía la fuerza laboral en los años anteriores. Aunque podemos decir que temporalmente estaremos hablando en cuanto a los siglos XVI XVII, unos siglos claves donde la economía americana se desarrollará en todos los sectores, en beneficio siempre de la corona española.

La óptica mercantilista que visionó la metrópoli con respecto a la América colonial recayó en el asentamiento de un sistema monopolista, en todos los sectores. Este sistema monopolista necesitaba de continuas observancias, que primero serían llevadas a cabo por los conquistadores o los adelantados y que después les seguirían las instituciones religiosas o estatales, intelectuales, etc. Todo esto a su vez repercutiría en la redacción de leyes, cédulas, provisiones, etc. No desprovisto de un continuo ejercicio de prueba-error, con un fin último, que sería el beneficio económico de la corona. Centrándonos en el sistema agrario y más concretamente en el objeto de nuestro estudio, la mano de obra de este sistema, la mita en especial, debemos comenzar plasmando someramente cual era la realidad de sistema agrícola y la funcionalidad de esta mano de obra.

Las encomiendas sería el sistema por excelencia, o la institución, que fue poco a poco adueñándose de todo el territorio incaico, después de los primeros repartimientos de indios entre los españoles conquistadores, al requerir tierras e indios en una suerte de botín tras la conquista. Estas encomiendas se nutrían de una reciprocidad entre el indio y el español, donde el español tomaba el trabajo del inca a cambio de una educación católica y sustentación alimenticia. Aparte de esta reciprocidad mencionada, no hay que olvidar que, además, estos indígenas pagaban unos impuestos o tributos especiales por quedar integrados dentro de este sistema, por lo que vemos igualmente un beneficio económico recibido del propio sistema.[1] “La institución de la encomienda es la típica del tardío feudalismo castellano, nacida como una consecuencia de las guerras por la reconquista de la península.”[2] La sustentación por tanto de este sistema provenía de la legitimidad de poder de un encomendero con respecto a los indios a su cargo. Económicamente vemos que es lo más plausible, dado que aun la corona no ha implementado un corpus de derechos y leyes que rijan la mano de obra de estos indios, o al menos este corpus no estaba totalmente formado. “Estas encomiendas daban seguridad a los indígenas a cambio de su amplio trabajo, sin descanso durante todos los días de su existencia.”[3] 

A finales del siglo XVI la hacienda será quien marcará el curso económico de los sectores de producción, se irá implementando este sistema que, si antes las encomiendas habían sido mera usurpación de la tierra al indio, estas ahora tendrán una legitimidad jurídica que les hará adueñarse con todos los carices que esto conllevaba. Seria fruto esta, igualmente de la acumulación de las distintas estancias que existían, las cuales serían tierras dedicadas al ganado o a las llamadas estancias de pan, tierras de cultivo. Estas haciendas daban un mayor beneficio económico a la hora de la producción, entre otras cosas porque reducía el empleo de la cantidad de indios, aunque concentraba el trabajo en zonas concretas para su mejor control y administración.[4] “La palabra “hacienda” ha sufrido una evolución semántica muy notoria, entre fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII. Es un reflejo de las transformaciones de la estructura agraria”[5] La mano de obra tanto en las estancias como en las haciendas, como se ve, había surtido del atropello a la explotación del indígena de su propia tierra. El paso a las haciendas había ocasionado que, al haber menos cantidad de indios, los encomenderos vieron como los tributos que les eran entregados habían decaído, lo que ocasionó que muchos de ellos recurrieran a la compra de esclavos para la sustentación de estas tierras.[6]

En la mayoría de las haciendas del virreinato la mano de obra fundamental surtía del sistema de la mita. Mita significa “turno”, y como hemos dicho anteriormente, no fue un sistema ideado por los españoles, ya existía en época incaica, aunque indudablemente no con la brutalidad con la que los españoles la implementaron. “La mita se estableció como un sistema compulsivo de trabajo indio por el que de forma rotativa cada cierto tiempo todo tributario tenía que desempeñar determinadas tareas en la agricultura y ganadería, en la minería y en la construcción a cambio de un salario fijo por la autoridad.”[7] Sin duda, este sistema laboral no era esclavista pero lo cierto es que se le parecía.

Es cierto que desde la metrópoli se llevaron a cabo políticas que intentaron de alguna manera que no hubiera una total usurpación del indio, y que de esas políticas es resultado la propia figura del mitayo. Pero más cierto es, que no todo podía controlarse desde la metrópoli, que la verdadera realidad que llegaba desde el otro lado del océano era muy vaga, y que muchísimo menos podía controlarse lo que un encomendero hacia con un pequeño numero de indios en alguna tierra perdida de Los Andes. Aunque tampoco podemos dibujar una corona como garante y salvaguarda de los indios en américa, como dice Ruiz Rivera: “La corona también se nutría de los indios en un cierto porcentaje, porque sin indios no había mita y sin mita no había plata ni derechos de quintos.”[8] En términos económicos hubiera sido muchísimo más beneficioso hacerse totalmente con la fuerza laboral del indio, sin ningún tipo de retribución y sin miramientos, pero los intereses no solo de la corona, sino del papado, hacía que fuera imposible determinar una sistema laboral en América que no pasara por una cierta protección y educación del indio.

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