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Unitarios Y Federales

crisUAI13 de Abril de 2014

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Nuestra Historia

Desde la Revolución de Mayo y durante el período llamado (1810-1820) fracasaron los intentos de dictar una constitución y consolidar una forma de gobierno estable. El enfrentamiento de distintos proyectos políticos, derivados de los intereses también diferentes de los grupos que constituían la sociedad llevó a que se fueran definiendo dos propuestas.

Una de ellas, el centralismo, consideraba que la organización política del país debía realizarse mediante un gobierno central fuerte. La otra, el federalismo, reclamaba una organización política nacional en la que las provincias conservaran plena autonomía.

Entre 1820 y 1852, la historia de las Provincias Unidas estuvo signada por el enfrentamiento de los dos proyectos derivados de estas propuestas: el unitarismo y el federalismo

El proyecto unitario:

Los unitarios sostenían una concepción política que provenía del centralismo del período revolucionario, por lo tanto postulaban la necesidad de un gobierno central fuerte (unidad de régimen). Consideraban que la nación preexistía a las provincias y que éstas eran meros distritos administrativos, sin derecho a la autonomía, fiscalizados por el gobierno central. Por lo tanto los reclamos provinciales eran vistos como una amenaza al orden necesario para el funcionamiento del Estado.

En materia económica querían mantener el librecambio y la hegemonía portuaria porteña, es decir, que Buenos Aires siguiera siendo puerto único y que los ingresos de la aduana solo correspondieran a esa provincia.

Sus partidarios eran intelectuales, muchos de ellos influenciados por las ideas liberales europeas, comerciantes y militares. Los países Europeos en los cuales nuestros próceres, con algunas excepciones, se formaron, eran Unitarios ya que así lo imponía en primer lugar su territorio y su concepción de la organización política que derivaba de sus tradiciones centralistas (monarquías, iglesia católica). En la Revolución Francesa el sector de los Jacobinos era quien representaba esta forma. (Jacobinos, nombre proveniente de sus reuniones en el convento de la orden de los jacobinos, extremistas, duros y muy bien organizados, respaldados por el Consejo y el pueblo de París. Estaba principalmente integrado por profesionales y modestos propietarios que querían abolir definitivamente la monarquía y proclamar una República Democrática, con derecho a voto para todas las clases sociales).

Si bien la defensa del centralismo favorecía a Buenos Aires, también hubo unitarios en las provincias. Se trataba de sectores con vínculos económicos con el puerto, intelectuales de ideas liberales o antiguas familias que habían perdido el control de las provincias por el ascenso de algún caudillo federal.

El principal intento de imponer el modelo unitario correspondió a la presidencia de Bernardino Rivadavia (1826-1827).

El proyecto federal:

Los federales concebían una forma de organización basada en la asociación voluntaria de las provincias, que delegaban algunas atribuciones para constituir el poder central, pero conservaban su autonomía. Para ello se debía sancionar una constitución federal, según la cual las provincias conservaran la capacidad de elegir a sus autoridades, dictar constitución y leyes propias y administrar los asuntos locales.

Los partidarios del federalismo constituían un grupo heterogéneo, en el que era predominante la adhesión de los sectores rurales y de los hacendados. En materia económica existían diferencias regionales:

En la revolución Francesa, estas ideas estaban representadas por los Girondinos (Los empresarios y grandes comerciantes que integraban la gran burguesía, llamados girondinos, por provenir de una zona situada al sur de Francia, denominada Gironda, eran moderados, contaban con el apoyo de las provincias y consideraban prudente hallar un acuerdo con la monarquía y la nobleza, limitando el poder real, pero sin permitir el derecho a voto a las clases pobres, que no pagaban impuestos. La razón era el temor de este sector burgués, que había alcanzado gran prestigio, de perder sus privilegios por obra de los movimientos populares).

Volviendo a nuestra historia:

• *Para los federales del Interior era necesaria una política aduanera proteccionista que favoreciera a las producciones locales, y el reparto de los derechos de aduana entre todas las provincias.

• *Los federales del Litoral reclamaban la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay y la apertura de puertos, para desarrollar el comercio sin depender de Buenos Aires.

• *Por su parte, los federales porteños se negaban a la apertura de otros puertos y a compartir los ingresos de la aduana con las otras provincias.

Entre los federales porteños podemos distinguir dos grupos: los federales doctrinarios y los autonomistas bonaerenses. Estos últimos se enfrentaron tanto a los unitarios como a los federales doctrinarios.

Manuel Dorrego (militar veterano de las luchas contra los realistas) es reconocido como el jefe de los federales doctrinarios. Para él el federalismo era una doctrina política de sólidos fundamentos jurídicos y no la simple autonomía sostenida por la fuerza de un régimen autocrático, como lo entendían los caudillos. Para Dorrego el federalismo era una garantía del régimen republicano y de la libertad y el mejor camino para estimular la cultura, la población y la riqueza del país.

Desde 1828, el autonomismo porteño se identifica con Rosas, caudillo que representaba los intereses de los hacendados y terratenientes.

Si bien el período1820-1852 se caracteriza por la fragmentación o atomización del poder político, expresada en la convivencia más o menos pacífica, de estados provinciales autónomos, en proceso de formación, no se abandonó el proyecto de crear una nación unida y un estado central. Este deseo quedó plasmado en los pactos interprovinciales.

Autonomías provinciales y guerras civiles (1820-1852)

La crisis del año20 marcó el surgimiento del federalismo de hecho. Los federales consideraban que mientras no se dictase una constitución, la unión nacional se aseguraría mediante pactos interprovinciales. En 1820, Buenos Aire, Entre Ríos y Santa Fe firmaron el Tratado del Pilar, por el cual establecían la paz, se comprometían a reunir un futuro congreso constituyente y garantizaban la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay. Ese mismo año Buenos Aires y Santa Fe suscribieron el Tratado de Benegas, por el que acordaban la paz y la reunión de un congreso en Córdoba. En 1822, el Tratado del Cuadrilátero, firmado por Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes, retomó el tema del congreso y estableció una alianza militar y la libre navegación de los ríos.

La tarea no fue fácil. Desde el Interior Bustos (caudillo de Córdoba con protección nacional) aspiraba a organizar un Estado Federal, las provincias litorales proponían una Confederación y en Buenos Aires prevalecía el centralismo.

Las relaciones interprovinciales se caracterizaron por la atomización y el aislamiento, el proyecto de congreso general permaneció como símbolo de la nacionalidad reconocida por todos.

En 1824 el flamante gobernador de Buenos Aires Gregorio de Las Heras tomó la iniciativa de la convocatoria a un Congreso Constituyente al que concurrirían representantes de todas las provincias.

Su finalidad era organizar el país, pero el llamado obedecía a dos razones del momento. Por un lado, la Banda Oriental había sido incorporada al Imperio del Brasil, situación que pronto llevaría a la guerra.

Por otro lado, el gobierno bonaerense venía negociando un tratado y un préstamo comercial en Gran Bretaña, pero los ingleses reclamaban la existencia de un gobierno central para concretarlos.

Los diputados al congreso fueron elegidos por las provincias en número proporcional a su población, por lo que desde el principio se manifestó una mayor gravitación de la delegación porteña.

Ante la postergación del dictado de una constitución, el congreso dictó la Ley Fundamental, por la cual se establecía un Poder Ejecutivo

Provisorio en la provincia de Buenos Aires, encargado de la guerra y las relaciones exteriores. Las provincias conservaban su autogobierno. Para llevar adelante la guerra con el Brasil, a principios de 1826, el Congreso dictó una Ley de Presidencia. Se creaba así un nuevo gobierno central, y para el cargo fue nombrado Bernardino Rivadavia. Este representante del unitarismo tuvo una fuerte oposición de los federales, tanto del Interior como de Buenos Aires. Los federales porteños rechazaban la Ley de Capitalización aprobada por el congreso. Esta norma declaraba a Buenos Aires capital del poder nacional. De esta manera la provincia perdía la principal franja para el comercio ultramarino y los recursos aduaneros que pasaban a manos del gobierno nacional. Además de dejar a Buenos Aires sin autoridades propias (gobernador y junta de representantes). Los grandes comerciantes y los hacendados se opusieron firmemente a la pérdida de autonomía quitándole el apoyo político a Rivadavia.

Las relaciones entre Rivadavia y las provincias se agravaron luego de la sanción de una constitución centralista en diciembre de 1826.Ésta establecía que los gobernadores provinciales serían elegidos por el presidente, además de restringir el derecho al voto. Las provincias en su mayoría rechazaron esta constitución unitaria.

El poder de Rivadavia se debilitó aún más cuando su enviado a firmar la paz con el Brasil aceptó entregar la Banda Oriental a ese país. Rivadavia

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