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Argentina 1952-1980


Enviado por   •  29 de Mayo de 2014  •  1.640 Palabras (7 Páginas)  •  262 Visitas

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Institución: Profesorado de jardín de infantes y educación especial N° 6006

Carrera: Profesorado de nivel inicial

Materia: Historia argentina y latinoamericana

Curso: 1 año

Profesor: Carolina Cibantos

Alumnos: Juarez Sonia

Año: 2013

Índice

Introducción……………………………………………………………………….…. 3

Hacia la consolidación del estado…………………………………………………….……4

Conclusión ………………………………………………………………………………..…. 8

Bibliografía ……………………………………………………………………………………9

Introducción

El objetivo del presente trabajo es explicar el período de 1852-1880, periodo de formación del estado argentino.

¿ que conflictos surgioeron?

Los diferentes conflictos que surgieron entre los dos poderes locales, los federales por un lado liderados por las provincias buscando la autonomía en relación al poder central y los unitarios liderado por el estado de Buenos Aires que buscaban el poder autonomista sobre las provincias.

También se desarrollan las diferentes presidencias y posturas que surgieron a partir de los intereses de las dos partes con sus diferentes proyectos de constitución para un modelo de país. Teniendo en cuenta el contexto internacional de la época.

Hacia la consolidación del Estado

En el período 1852-1880 se impuso un modelo de Estado nacional que logró subordinar a los poderes locales de todas las provincias mediante una estrategia compleja. Argentina había logrado acordar una Constitución que le daba una entidad jurídica estable, y avanzaba hacia una modernización capitalista que le auguraba una inserción económica internacional favorable a la oligarquía terrateniente.

En el contexto internacional, se producía la Segunda Revolución Industrial. El capitalismo, que se afianzaba en el mundo, gozaba de una expansión vinculada a la producción del hierro y el acero y avanzaba hacia su etapa imperialista. Los flujos de comercio internacional se habían ampliado y grandes sumas de ganancias engrosaban las economías de los países centrales, en especial de Inglaterra. Los sistemas políticos liberales también triunfaban, y un importante movimiento obrero organizado daba batalla en la búsqueda de mejores condiciones de vida para el proletariado.

La batalla de Caseros en 1852 puso fin a la hegemonía rosista y sentó las bases para la organización nacional. El Pacto de San Nicolás convocó a un nuevo Congreso Constituyente esta vez a sesionar en Santa Fe— al que adhirieron originariamente todas las provincias. Pero poco después, Buenos Aires, al sentir peligrar su hegemonía, se levantó contra las autoridades de la Confederación, se declaró Estado autónomo, y retiró a sus representantes del Congreso.

La Confederación dictó su Constitución de corte representativo, republicano y federal en 1853, y eligió como su primer presidente a Justo José de Urquiza. Al año siguiente el Estado autónomo de Buenos Aires dictó su propia Constitución, y nombró gobernador a Pastor Obligado.

De esta forma, lo que iba a ser Argentina quedó dividida en dos unidades independientes, pero en una situación fuertemente inestable. Buenos Aires recuperaba de esta forma la hegemonía económica: su puerto seguía siendo el privilegiado por el comercio internacional y a causa de la división política, no estaba obligada a compartir sus ganancias con el resto de las provincias. Las economías internas languidecían y aunque existía la libre navegación de los ríos, los puertos interiores —como Rosario y Paraná— no podían competir con el porteño.

Esta difícil situación llevó a que la Confederación dictara en 1857 la Ley de Derechos Diferenciales. Buenos Aires entendió este hecho como una medida que entorpecía enormemente su circuito económico. El enfrentamiento no se demoró mucho. En 1859, las tropas bonaerenses y las de la Confederación —unas al mando de Bartolomé Mitre y las otras al mando de Urquiza— se enfrentaron nuevamente en Cepeda. Buenos Aires fue derrotada, y por medio del Pacto de San José de Flores aceptó ingresar a la Confederación.

El pacto de San José de Flores significó el fin de los proyectos autonomistas y el triunfo de las posturas que pugnaban por la creación de un Estado nacional. Buenos Aires aceptó ser parte de la Confederación y someterse a su Constitución a cambio del derecho de proponer modificaciones a ser aceptadas por el resto de las provincias. Esto se llevó a cabo en 1860.

Entre 1859 y 1862, los liberales nacionalistas, encabezados por Mitre, sumaron cada vez más poder. Este grupo, vinculado a los intereses porteños, sostenía la necesidad de acabar con los viejos enfrentamientos entre Buenos Aires y la Confederación. Se inclinaban por una solución que provendría de la creación de un poder superior a los poderes locales, el Estado nacional, al que todos ellos debían subordinarse. Por ejemplo, sostenían que los bonaerenses debían entregar las ganancias de su puerto a la Nación.

La estrategia era crear y fortalecer esta instancia superior y apoderarse de ella mediante negociaciones con grupos afines. El Estado nacional se volvió un acuerdo entre las oligarquías provinciales, liderado por la aristocracia porteña, sobre el que se apoyó el modelo de la generación del

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