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CONVENTUAL FEMENINA


Enviado por   •  20 de Octubre de 2014  •  1.977 Palabras (8 Páginas)  •  114 Visitas

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El estudio se inserta en el marco conmemorativo del II Centenario del

fallecimiento del cardenal don Francisco Antonio Lorenzana Buitrón, natural de

León, al tiempo que responde a una serie de trabajos realizados dentro de un

Proyecto de Investigación I+D del ministerio de Ciencia y Tecnología, denominado

“Humanismo y tradición clásica y humanística en España e Hispanoamérica”. El

cardenal Lorenzana es un buen exponente de esa tradición humanística que

entronca con la Ilustración, cuya actividad como autor comenzó en México, o por

lo menos allí se elaboraron los primeros escritos conocidos salidos de su pluma. Su

obra abarca no sólo materias eclesiásticas, sino que, respondiendo al espíritu

historicista de la época, estudia también al pasado de la monarquía española, con

especial incidencia en la historia de la Iglesia. A su condición de hombre de letras

don Antonio Lorenzana sumó la de hombre de acción, pues como arzobispo de

México fue uno de los prelados que más decididamente acometió la difícil tarea de

impulsar y poner en marcha en el virreinato de la Nueva España, la política

religiosa adoptada por la Corona en el siglo XVIII.

Con este libro, la Dra. Arenas continúa sus publicaciones sobre el virreinato

novohispano y la centuria dieciochesca, cuyo primer exponente fue Un portuense

en México: Don Juan Antonio Vizarrón, arzobispo y virrey, realizado en coautoría

con el Dr. Paulino Castañeda Delgado, trabajo que fue merecedor del Ier Premio de

investigación histórica “Juan de la Cosa” 1996 y se editó en El Puerto de Santa

María en 1998.

La obra que aquí reseñamos está estructurada en seis capítulos. El primero

comienza con una somera biografía de Lorenzana, analizando la situación de la

archidiócesis mexicana en la etapa en que dicho prelado ostentó su mitra (1766-

1772) y los diferentes problemas con los que se hubo de enfrentar. El mayor

énfasis se pone en la tarea reformista que comenzó ya desde el mismo año de su

llegada (1766) y que comprendió: la racionalización parroquial, nuevos planes de

estudios en los seminarios hispanoamericanos, la expulsión de la Compañía de Jesús y

Reseñas Bibliográficas

Estudios 316 Humanísticos. Historia

una mejor formación y conducta del clero secular y regular, tanto masculino, como

femenino. Precisamente dentro de ese último aspecto, será donde se libre su gran

batalla por desterrar la “vida particular” e implantar la denominada “vida común”, en

los diez conventos calzados femeninos sujetos a su jurisdicción, tema en el que se

centra este análisis.

Especialmente atractivo e interesante resulta el capítulo segundo, en el que la

autora nos ofrece la novedad del adelanto del comienzo de los intentos reformistas

a 1767 -siendo 1769 la fecha aceptada hasta ahora en la bibliografía novohispana-.

La Dra. Arenas documenta fehacientemente como es a partir de ese año, y sobre

todo en el posterior -1768-, cuando el arzobispo comienza a imponer, con tajantes

medidas, la implantación de la nueva forma de vida en los monasterios calzados

sujetos a su autoridad eclesiástica. Particular importancia tienen los datos que se

nos ofrecen sobre las votaciones secretas realizadas ese mismo año por dichas

comunidades femeninas -tema hasta ahora inédito-, y la constatación de cómo

algunas de ellas llegan a mostrarse dispuestas a aceptar los designios arzobispales,

bien de una forma clara como ocurre con el convento de Balvanera, bien con

ciertas dudas y reticencias, como lo hace el San José. El arzobispo, fiel a su política

de innovación, les remite sendas cartas pastorales en 1768 y 1769, instándoles al

cambio, y aunque algún otro monasterio se suma a la aceptación en un escrutinio

general posterior (como el de Santa Inés), las reiteradas exhortaciones episcopales

no lograrán su objetivo, porque todos los claustros femeninos irán progresivamente

radicalizando sus posturas, se cohesionarán como grupo y se enfrentarán tanto a las

autoridades eclesiásticas como a las civiles, logrando un notable grado de

autonomía. Su resistencia adoptará la forma de un frente aunado y dispuesto al

rechazo, ante las coactivas medidas del prelado, que no duda incluso a acudir con

sus reclamaciones al IV Concilio Provincial Mexicano, celebrado en la capital

novohispana en 1771.

A partir del capítulo tercero y con el regreso de Lorenzana a España como

arzobispo de la sede toledana (1772), será su sucesor don Alonso Núñez de Haro y

Peralta (1772-1800) quien tome las riendas del traumático intento. Su carta pastoral

y la real cédula de 1774 pretenden poner fin a tan debatida polémica, instaurando

definitivamente, por la

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