Determinantes Del Comportamiento
apachebeTutorial18 de Agosto de 2013
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LAS BASES DEL COMPORTAMIENTO
El ser humano un proyecto bio-psico-social y cultural
Autor: Víctor Hugo Saidiza Pardo
Curso de dos créditos equivalente a dos unidades
1. Unidad I. DETERMINANTES DEL COMPORTAMIENTO
A. Capítulo I ¿Retorno a la mente y al cuerpo?
Lección 1: Conciencia y estados alterados
Lección 2. Percepción
Lección 3. Motivación
Lección 4. Aprendizaje
Lección 5. Memoria
B. Capítulo II la personalidad y el desarrollo
Lección 1. Humanidad primitiva en el ser humano moderno
Lección 2. La niñez: de la infancia a la escuela
Lección 3. La adolescencia como transición
Lección 4. El adulto y la vida social
Lección 5. La vejez un largo proceso
C. Capítulo III El ser humano y su entorno
Lección 1. La influencia ambiental
Lección 2. La influencia familiar (el medio)
Lección 3. La influencia social (el contexto)
Lección 4. El animal político
Lección 5. El trabajo y la cultura factores humanizantes
2. Unidad II. LA PSICOLOGIA SOCIAL
A. Capítulo I. Las relaciones interpersonales
Lección 1. Formación de impresiones
Lección 2. Atribución y Atracción
Lección 3. El prejuicio
Lección 4. Persuasión
Lección 5. Papeles sociales
B. Capítulo II. La comunicación
Lección 1. El lenguaje
Lección 2. Los medios de comunicación y la opinión
Lección 3. La resolución de los conflictos
Lección 4. La psicología de grupo
Lección 5. La psicología de las masas
C. Capítulo III. Las diferencias sociales y el comportamiento
Lección 1. Las particularidades de género
Lección 2. La cultura: determinante del comportamiento
Lección 3. La diferencia étnica y el prejuicio
Lección 4. Condiciones económicas y el proyecto de vida
Lección 5. Tensiones individuo y bienestar social
Unidad I
DETERMINANTES DEL COMPORTAMIENTO
La psicología es una ciencia que se ocupa del comportamiento y de la conducta de todos los organismos, pero, con especial atención por las acciones, motivaciones y pensamientos del ser humano. En cambio, cuando se interesa por la conducta de otros seres vivos, a esta disciplina se le conoce como “Etología”. El comportamiento como objeto de estudio exige que se le investigue desde múltiples perspectivas. Las diferentes conductas de los seres humanos no pueden explicarse bajo la reducción a una causa específica y única. Por el contrario, se requiere una mirada amplia, que permita identificar las múltiples causas de un comportamiento determinado y asignar a cada una su peso específico en el comportamiento que genera.
Esta primera unidad se enfocará en el sujeto como individuo comportamental o conductual, aunque se preferirá el concepto comportamiento, por hacer referencia a esa “vida interior” que en los enfoques behavioristas o conductistas se ignora. Cómo es que el sujeto y su proceso de individuación o despliegue singular le permite percibir el exterior y el interior, cómo elabora lo percibido y como diseña la respuesta. Sabemos muy bien, hoy día, que este proceso es profundamente influenciado por el ambiente, por la sociedad y por la historia. No obstante, sin perder de vista que el ser humano es un organismo abierto a las influencias externas, queremos, por ahora, concentrarnos en esos procesos internos; sus formas de percepción y los órganos que la hacen posible; su conciencia, sus diferentes respuestas a los estímulos, su memoria, su aprendizaje, su desarrollo y, en el último capítulo de esta unidad, las condiciones del entorno que influyen en el comportamiento de los individuos.
Ahora bien, ya que hemos señalado la importancia de factores externos en el comportamiento, tales como el factor socio-económico, lo cultural o lo histórico, debemos advertir también que esta unidad dedicada al ser humano como individuo, pretende resaltar los aspectos propios de su autonomía y voluntad. Tal vez no sea exagerado decir que el entorno “impone” un tipo de comportamiento, pero sí lo sería si dijésemos que esas variables exteriores afectan y moldean al individuo sin que éste pueda oponer su voluntad o las incorpore sin modificación alguna. Más bien debemos hablar de una dialéctica entre lo externo y lo interno; su conjunción y dinámica es el
lugar desde el cual surgen nuevas formas; así como un ser humano es cambiado por la influencia externa, también su ambiente cercano es alterado por aquél en una dinámica recíproca e inescindible. Tenemos la capacidad de transformar las condiciones exteriores en un determinado grado, aunque no se puedan vencer en forma definitiva las fuerzas externas condicionantes, a las cuales se les puede oponer resistencia, desviación y hasta deformación, en muchas ocasiones es imperativo aceptarlas sin oposición o representarse e imaginarse un mundo mejor y distinto en su totalidad. En suma, pese a nuestros proyectos culturales y civilizatorios tan sofisticados, la naturaleza tiene primacía, desborda la cultura, para ello, baste recordar que una simple fumarola de un volcán ubicado en Islandia, una isla alejadísima de Europa, trastornó toda la industria aérea y de transportes en forma grave y con daños colaterales de difícil y costosa reparación; o qué decir del cáncer y la frustración de la medicina para curarlo.
Este grado de autonomía, que responde a un enfoque humanista (tomar al ser humano como fin y no como medio, esto es, como medida diferente; y, síntesis de todas las realidades) es el que motiva esta primera unidad. Habrá suficiente tiempo, adecuado espacio y decisión transparente, para ver al individuo sumergido y diluido en el grupo, la sociedad, la masa, que le recuerdan sus lazos innegables con el resto de la humanidad y su tiempo, que le dibujan en su rostro el camino de la solidaridad, junto al arraigo que le da sentido e identidad, a tal punto que el “Yo” –o la Yoidad- casi desaparecerán e incluso, por momentos naufragará ante el peso implacable y el movimiento arrollador de las fuerzas de la historia.
Por ahora nos ocuparemos de un ser humano genérico, rodeado e individualizado por los límites de su piel, con un adentro y un afuera, asomándose a su interioridad y dejándose impactar por lo exterior, por lo otro. Ahora bien, no se nos oculta que esto implica tener una idea del ser humano en general, una concepción y que para ello, esa presunción de autonomía o singularidad es un obstáculo. En efecto, en las lecciones de esta unidad el estudiante de la UNAD podrá verse a sí mismo reflejado, afirmado y reconocido como digno representante de la raza humana. Pero también notará ese espacio abierto donde dirá para sí mismo que actuaría de aquella o de otra forma. Se trata precisamente de ese lugar donde el autor de este curso deja la puerta abierta después intentar el señalamiento de lo básico. Lo que de allí en adelante puede determinar el comportamiento, será lo que el propio análisis sugiera y éste no deberá
nunca subestimar la autonomía de los individuos. Les damos entonces la bienvenida a esta primera unidad y esperamos que sea lo más iluminadora posible.
CAPITULO I: ¿RETORNO A LA MENTE Y EL CUERPO?
Al observar nuestro cuerpo, podemos encontrarlo perfectamente integrado a nuestra voluntad conciente; si lo queremos, podemos interrumpir nuestra tarea, levantarnos de nuestro lugar de trabajo y buscar un cambio de ambiente para descansar. Hacemos esto porque así lo queremos y le ordenamos a nuestro cuerpo que cumpla nuestras demandas. Pero si reflexionamos más allá de nuestras acciones más comunes, podemos empezar a darnos cuenta que no todos esos órganos que envuelve nuestra piel, responden a nuestra voluntad, por lo menos no a la conciente. Si no tuviéramos ese tiempo para descansar, si nuestra tarea no da espera ¿podríamos acaso dedicar a ella todo el esfuerzo y concentración que exija por la duración requerida? Algunos tal vez sean vencidos por el sueño o el cansancio; otros tal vez recurran a la ayuda de un estimulante del sistema nervioso (anfetaminas como el café) que les de mayor alerta o energía extra, no faltarían quienes probablemente renuncien a dar esa batalla y crean que de igual forma es injusto exigir tanto en tan poco tiempo. En cualquiera de estos casos y otros posibles, lo cierto es que se entra en tensiones y en conflicto entre lo que se quiere, se necesita, se exige y lo que el cuerpo puede dar. La corporeidad no responde indefinidamente a nuestra voluntad conciente, y someterle, forzarla a cumplir, no es otra cosa que una especie de compulsión que nos imponemos a nosotros mismos. Aún en este escenario la derrota es posible.
Nuestro cuerpo, entonces, escapa a nuestro deseo de dominio pleno. Por otro lado, alguien, en un arranque de omnipotencia, podría pedirle a su sistema digestivo que acabe rápidamente su tarea metabolizadora para acceder lo antes posible a los nutrientes ingeridos, o pedir al corazón que no lata tan rápidamente a pesar del esfuerzo físico, o a su cerebro que recuerde inmediatamente donde ha olvidado las llaves de la casa. Estas demandas tan curiosas y frecuentes, seguramente no recibirán respuesta; el estómago y el intestino se tomarán el tiempo necesario; el corazón se acelerará, o no, dependiendo las necesidades físicas; y, las llaves seguramente se hallarán sin que el cerebro haya sugerido su paradero. Estas funciones fisiológicas escapan a nuestro control y otras
incluso nos someten al
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