Diversidad Humana
lalohega667 de Mayo de 2015
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Diversidad Humana
Evolución y cultura: los orígenes de la diversidad cultural humana
La cultura, para una buena parte de la tradición antropológica, está constituida por el conjunto de ideas, destrezas, valores, creencias, lenguajes y actitudes susceptible de ser adquirido mediante imitación, enseñanza y otras formas de aprendizaje social indirecto como, por ejemplo, la facilitación social de la atención hacia determinadas acciones u objetos. La cultura es información que se transmite y que condiciona la conducta que desarrollan los individuos. Podría decirse que el rasgo que mejor define la naturaleza humana, aquello que verdaderamente nos hace humanos, es su enorme capacidad para la cultura. Pero, ¿es esta capacidad exclusiva de nuestra especie?
Algunos estudiosos consideran que la mayor parte de las características de la cultura son compartidas, al menos en lo básico, por nuestros parientes más próximos, mientras que otros muchos piensan que la aparición de un ingrediente específico –la inteligencia, el lenguaje o el pensamiento simbólico– actuó como un auténtico Rubicón desencadenante de la aparición de la cultura. La evidencia disponible en los últimos años indica que hay diferentes grados de aptitud para la cultura en los distintos órdenes de mamíferos y que la máxima expresión se ha alcanzado en primates. Por ello, el debate sobre cuántas especies poseen cultura o si ésta es una propiedad única de los humanos, ha dejado paso al estudio de cuáles son los antecedentes en la escala biológica de las distintas habilidades cognitivas responsables de lo que denominamos cultura. No
obstante, y a pesar de que cuanto más se estudia a los primates más parecido les encontramos con nuestra especie, se mantiene la incógnita sobre qué rasgo o rasgos son responsables de las innegables diferencias en los niveles de complejidad que alcanza la cultura humana y, por ejemplo, la chimpancé. La respuesta surge, como analizaremos a lo largo de este comentario, de la exclusiva capacidad humana para la transmisión cultural acumulativa. El aprendizaje social ha permitido a los humanos hacer acopio de información a través de muchas generaciones, dando lugar a la formación de sofisticadas instituciones sociales y complicadas herramientas tecnológicas. Puesto que la evolución cultural ha sido y es mucho más rápida que la genética, las poblaciones humanas se han adaptado a cada ambiente concreto mediante estrategias culturales antes que biológicas.
EL ENFOQUE DARWINIANO DE LA CULTURA
Cultura y biología están inevitablemente unidas en los seres humanos. Por una parte, la arquitectura neuronal y las capacidades cognitivas que permiten los procesos culturales son producto de la evolución que, al tiempo, condicionan el propio desarrollo cultural, ya que influyen en la génesis de nuestras percepciones, valores primarios y sentimientos que moldean la cultura. Por otra, la cultura modifica el ambiente en que nos desenvolvemos los seres humanos y, por ello, determina en cierta medida la acción futura de la selección natural. Esta interacción entre genes y cultura ha provocado que en los últimos años hayan surgido varios intentos de aplicar una perspectiva darwiniana al estudio del devenir
cultural humano, con la esperanza de comprender cuáles han sido los factores claves de la transformación de Homo sapiens en la especie cultural por excelencia y cuáles los que moldean la propia evolución de la cultura. Así, por ejemplo, los ecólogos del comportamiento defienden la tesis de que los seres humanos se comportan como actores racionales que tienden a maximizar su eficacia biológica, de manera que la cultura que producen les permite adaptarse al ambiente concreto en que viven.
Consideran, por tanto, que las diferencias culturales entre poblaciones obedecen principalmente a causas de origen ambiental. Por otra parte, desde una perspectiva diferente, los psicólogos evolucionistas defienden la existencia de una naturaleza humana común que, aunque adaptada a un modo de vida muy diferente del actual –el característico de las sociedades cazadoras recolectoras de nuestros antepasados–, conforma las distintas culturas de nuestra especie.
Estos intentos no toman en consideración un elemento imprescindible en el análisis de los procesos culturales: el hecho de que la cultura funciona como un sistema de herencia, que interacciona con el genético y que, al igual que éste, posee propiedades darwinianas que condicionan la transmisión de variantes. El ecólogo evolutivo Peter Richerson y el antropólogo evolutivo Robert Boyd han dedicado los últimos treinta años a elaborar su teoría de la herencia dual, en la que esta concepción de la cultura como sistema de herencia y su comparación con el sistema genético constituye el núcleo central de la misma. Los libros que reseñamos recogen buena
parte de ese trabajo.
El primero de ellos, Not by Genes Alone , es un recorrido por los elementos principales de su teoría y nos servirá de base en este comentario para resumirla. Los autores deliberadamente han excluido del libro cualquier aproximación que utilice modelos matemáticos, sustituyéndolos por análisis verbales. En este sentido formal es, por tanto, muy distinto del primer libro de estos autores, Culture and the Evolutionary Process (Chicago, University of Chicago Press, 1985), que supuso un auténtico hito en este campo. Parece como si en esta ocasión hubieran querido dirigirse a un público más amplio y llegar, sobre todo, a los profesionales de las denominadas ciencias humanas. Sin embargo, para los que apreciamos el estilo directo de los autores, queda la sensación en determinados momentos de que lo que gana el libro en aparente sencillez lo pierde en elegancia y claridad. El desarrollo de algunos argumentos queda ensombrecido por disquisiciones que resultan excesivas y un tanto imprecisas, aunque en ningún caso excedan del tono habitual empleado en estas disciplinas. El segundo de los libros, The Origin and Evolution of Cultures, recoge una veintena de sus principales trabajos, en los que los autores desarrollan distintos aspectos de su propuesta teórica.
Aquí podemos encontrar sobradamente los modelos matemáticos a que aludíamos antes y estudiar en detalle aspectos específicos de sus ideas. Aunque técnicos, los artículos están al alcance de cualquiera interesado en la evolución cultural con independencia de cuál sea el campo profesional del que provenga.
Richerson y Boyd se han inspirado en los modelos de la genética de poblaciones para estudiar la evolución de la cultura. En cierta forma, tanto en la evolución biológica como en la cultural hay un problema similar que resolver: contrapesar la necesidad de cambios en respuesta a condiciones ambientales variables frente a la necesidad de mantener un organismo funcional complejo. El denominado algoritmo darwiniano es un mecanismo simple y ciego que ha permitido la creación de estructuras adaptativas complejas. Se basa en que las entidades biológicas (genes o individuos) poseen tres propiedades: variabilidad, herencia y reproducción diferencial. La variabilidad se genera por mutación y, cuando un gen confiere a sus portadores un éxito reproductivo, sus copias se transmiten en un porcentaje más alto hasta ser mayoritarias en la población.
Los memes, término introducido por Richard Dawkins, son las entidades portadoras de informaciones culturales y análogas de los genes, portadores de la información genética. Resulta útil establecer una analogía entre la evolución de las frecuencias de las distintas variantes genéticas a lo largo del tiempo y la evolución de la frecuencia de los caracteres culturales, que es como Richerson y Boyd prefieren denominar a los memes. Ambos fenómenos dependen: a) del tipo y fiabilidad del proceso de transmisión de las variantes; b) de la forma en que se generan las nuevas variantes; c) de la estructura de las poblaciones, y d) de los efectos positivos o negativos que tengan las variantes sobre los organismos. Estos factores son relevantes tanto si las
variantes son genéticas o culturales. Sin embargo, la analogía entre memes y genes no debe llevarse demasiado lejos: los genes son relativamente estables, mutan raramente y se transmiten casi exclusivamente de padres a hijos. Los memes, por el contrario, son extraordinariamente mutables, y se transmiten entre individuos alejados en el espacio y en el tiempo.Y quizá lo más importante: los individuos no pueden elegir los genes de que son portadores pero, en cambio, sí que pueden escoger en cierta medida los memes que incorporan a su repertorio cultural. Son estas limitaciones las que han llevado al antropólogo francés Dan Sperber a defender que, para analizar la transmisión de memes, resulta mejor establecer una analogía con la difusión de agentes patógenos que con la herencia genética, ya que los rasgos culturales se propagan en las poblaciones de cerebros de modo muy similar a como lo hacen los agentes infecciosos en las epidemias.
TRANSMISIÓN CULTURAL ACUMULATIVA
Quizá la característica más notable del comportamiento humano en comparación con el de otros primates sea la enorme variabilidad conductual presente tanto entre los individuos de cada población como entre las distintas poblaciones. Esta variación ha sido documentada por los antropólogos en el ámbito geográfico y por los historiadores a lo largo del tiempo. Y afecta no sólo a las creencias y a los sentimientos morales, sino también a la forma en que razonamos y en que diseñamos nuestras instituciones sociales y políticas. Cada comunidad exhibe un perfil de variantes, algunas de las cuales son únicas,
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