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Docentes Del Siglo XXI


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2013  •  1.995 Palabras (8 Páginas)  •  267 Visitas

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El Docente de Ciencias Sociales del Siglo XXI

Es probable que desde los últimos periodos del siglo XXI, haya quedado instalado en el debate académico y pedagógico de toda la sociedad contemporánea, la cuestión del rol que la educación-como proceso y como institución- cumple en la sociedad

La situación socioeconómica en la que vivimos, la crisis de valores que tenemos y que se manifiesta en diversas formas y el mundo globalizado en que nos ha tocado vivir, hacen que la sociedad vea como tabla de salvación a la Educación, pidiendo que esta logre la permeabilidad social (aprendizaje equivalentes entre grupos de alumnos de origen diferente), forme alumnos para la competitividad económica (asegurar el empleo), la socialización de las nuevas generaciones (formación en valores), fortalecer y enfrentar nuevos retos como los que provienen de las transformaciones económicas, tecnológicas y culturales del mundo actual, la globalización. Por ello se hace necesario que el docente del siglo XXI conozca y desarrolle diferentes competencias ya que, ciertamente estas necesidades sociales atañen a la educación pero en todas sus modalidades y tiene que ver con una educación a lo largo de la vida y con la participación de todos, familia, sociedad, autoridades, etc.

Bajo estas condiciones la educación, como eje rector y como base principal del desarrollo cultural, se ve inmersa en la obligación de responder a estas demandas, con instituciones educativas y docentes capaces de ofrecer programas integrales de calidad, que formen individuos competentes para desarrollarse en su vida familiar, laborar y social, de manera eficaz y eficiente.

Así, esta nueva sociedad plantea necesidades muy específicas, tales como una práctica reflexiva, profesionalización, trabajo en equipo y por proyectos, autonomía y responsabilidad ampliadas, tratamiento de la diversidad, énfasis en los dispositivos y las situaciones de aprendizaje, sensibilidad con el entorno, compromiso con el conocimiento, dominio en el manejo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, entre muchas otras.

y valores..

Sin embargo, no puede negarse que la educación atraviesa actualmente un periodo de crisis y transición, en donde el maestro lejos de poder cubrir su ambiciosa tarea de presentar a sus alumnos aprendizajes significativos, se pierde en ese marco de nuevas tendencias educativas, implementadas a veces de modo abrupto y sin aterrizar Todas ellas conforman un nuevo escenario para la educación y obligan a que en el ámbito educativo se lleven a cabo las necesarias transformaciones para adecuarse a una sociedad en estado de cambio permanente, con nuevas necesidades en su contexto real.

De ahí, que algunos profesores tienden a recogerse en su clase y seguir con las prácticas que han dado prueba de sus aptitudes. una educación nada más alejada de nuestra realidad imperante, en donde las computadoras de vanguardia están colocadas en aulas que ni siquiera tienen energía eléctrica, y más grave aún, permanecen inertes sin ser aprovechadas, debido a que el maestro, en más de una ocasión, carece de los conocimientos básicos para utilizar dichos recursos. Entrando en materia de análisis, vemos entonces, que estos nuevos desafíos y demandas requieren nuevas capacidades y conocimientos por parte de los profesores

Antes de abordarlos tendríamos que definir que entendemos por una competencia:

Es la capacidad de movilizar conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes que orienten a la profesionalización del docente para realizar acciones que favorezcan el desarrollo intelectual de los alumnos para enfrentar problemas de la cotidianidad.

Las Instituciones educativas del siglo XXI deben, indefectiblemente, armonizar con el medio, para que el alumno no se vea alterado y confundido entre lo que la escuela le da y lo que el mundo exterior lo ofrece y, a veces, le impone. Deben las escuelas formar parte de los procesos, promover una actitud critica y busca una forma de llegar al alumno/a para que este pueda formar su identidad por sí mismo y no dejarse influenciar totalmente por los cambios que la globalización trae.

El profesor del tercer milenio deberá entonces, abordar otras nuevas tareas, con una actitud abierta a los múltiples acontecimientos e informaciones que se generan a su alrededor. Y es que, el cambio se produce a una gran velocidad y requiere por parte de los profesionales, un esfuerzo de adaptación, actualización y perfeccionamiento permanente.

Al respecto, Paulo Freire, en su libro Educación como práctica para la libertad (1995), abogaba por la necesidad de cambiarle el rostro a la institución educativa y, cuando se asume este cambio, no se está hablando de un cambio cosmético, sino que se está haciendo referencia a la responsabilidad que debe asumir la propia escuela, y sobre todo el docente, de ser faro que oriente el quehacer formativo de la sociedad. Se habla de un cambio que contribuya a remover las estructuras de un sistema social, económico, político, educativo que nos oprime y violenta la libertad del ser humano.

En el momento actual ya no podemos seguir considerando a los docentes como almacenes del saber, y por lo tanto, dispensadores omnipotentes del conocimiento. Así pues, en la sociedad de la información, el modelo de profesor cuya actividad se basa en la clase magistral es obsoleto. En este momento que vivimos no basta con saber el contenido de la materia para enseñar bien. El profesor debe ser un conocedor de su materia, pero además, ha de aprender a ser un experto gestor de información sobre la misma, un buen administrador de los medios a su alcance, y desde esta orientación, dinamizar el aprendizaje de sus alumnos, para con ello optimizarlo y potenciarlo de manera significativa.

Desde esta perspectiva, se desprende un cambio importante en el papel del docente, que pasará de ser expositor a guía del conocimiento, animador, comunicador, coordinador y facilitador del aprendizaje, dejando de ser el alumno el receptáculo pasivo de la información, para convertirse en el agente-actor del proceso de expresión y comunicación dentro del proceso de enseñanza aprendizaje.

Freire (1993) dice que el maestro no debe dejar a un lado lo que el estudiante trae consigo de su comprensión del mundo; su manera de hablar, su manera de contar, calcular, sus saberes en torno a su mundo, su religiosidad, sus conocimientos sobre la salud, el cuerpo, la muerte, el sexo, los conjuros, el ambiente, la tecnología

Por tanto el docente debe concebir el salón de clases como el lugar donde investiga, experimenta, modela, donde se comparten ideas, se toman decisiones para la solución de problemas, se reflexiona sobre lo que es necesario

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