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EL COMERCIO Y LA CRISIS COLONIAL


Enviado por   •  11 de Abril de 2013  •  16.172 Palabras (65 Páginas)  •  650 Visitas

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EL COMERCIO Y LA CRISIS COLONIAL

Un mito de la independencia

Sergio Villalobos

Prologo

La idea del estudio del comercio colonial es establecer objetivamente la base de tal comercio, las cuales han llevado a plantear: que el comercio, a diferencia de lo que se pensaba, lejos de estar sujeto a barreras que impidieran su desarrollo, gozo de gran desenvoltura, al extremo que el monopolio había desaparecido en las ultimas décadas coloniales (se entiende que no legalmente, sino como concepto propiamente tal), esta tesis la entendemos a través del movimiento que significo el trafico, su gran intensidad provoco el aumento de mercancías en el territorio nacional, e incluso en algunos momentos la saturación de este propio mercado , es por ello que no podemos plantear , como se creía , que el movimiento emancipador de chile , como uno de sus argumentos, haya planteado la libertad de comercio, es mas, si hubiese sido así , este solo habría realizado por algunos ilustrados sin conocimiento de causa , como el que tenían los comerciantes de la época , que habían visto sufrir , el colapso del mercado nacional , como también , la eminente ruina de algunos mercaderes, al mismo tiempo que este trafico había provocado la destrucción de la industria nacional.

Si quisiéramos buscar reales antecedentes de la emancipación en el sentido económico, habría que plantear por ejemplo que, el anhelo que tenían los criollos por generar una economía nacional, independendiente de la metrópoli, como al mismo tiempo, el hecho de liberación de los impuestos aduaneros que debía pagársele a los hispanos.

Capitulo 1: El Contrabando Francés

Alianza de las coronas de España y Francia

Por decisión testamentaria de Carlos II, a su muerte, fue llamado el príncipe Francés Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, quien tomo posesión de la corona, con el nombre de Felipe V, el establecimiento de esta nueva dinastía, significo una reestructuración del sistema administrativo, como también una subordinación de la corona española a Francia, dejando a ambas coronas sujetas a intereses comunes. así durante las primeras décadas del siglo XVIII, y debido a la llamada guerra de sucesión , es que España, vio un profundo vuelco de su desarrollo naviero hacia sus colonias, tanto, en el comercio, como en materia de defensa , todo esto provoco que la política de España como única potencia que podía potencia que penetrar en los dominios americanos, debió ceder debido a las circunstancia propias del momento, solo el hecho de eliminar la exclusividad permitiría seguir manteniendo comunicación con América. Todo esto genero que barcos de otras naciones comenzaran a navegar por América, incluso por esos territorios que se habían considerado, como exclusivos de España, como el océano pacifico. Así, es como, y debido a la cedula real de España, se autorizaba a los barcos franceses penetrar en América, y apoyarlos en todo lo que fuese necesario. Pero esto provocaría grandes consecuencias, como el hecho que los franceses comenzaran a desarrollar un comercio con las colonias americanas, esto lo dejo explicito, el mismo gobernador de chile, don Francisco Ibáñez y Peralta, en un comunicado al rey. Así la primera incursión francesa con intereses comerciales llegada a chile fue la compañía Francesa , del mar de pacifico, quien incursiono en valdivia , como en Atacama, esto mas allá de configurarse solo como el desarrollo del comercio permitió crear antecedentes del territorio, que mas tarde le permitirían a otros barcos incursionar en el territorio, el entusiasmo que tuvo esta compañía , permitió entusiasmar a las demás, que prontamente se entusiasmaron en desarrollar el comercio en estas zonas, en los años siguientes mas de 25 barcos llegaron a la costa chilena ,como peruana. La aptitud del gobierno Francés (Luis XIV), ante estos hechos, fue poco menos de desinterés, solo hacia 1705, el rey permitiría el comercio con América, solo si las autoridades americanas permitieran la venta en esos territorios. por su parte España , no podía hacer nada porque los pocos barcos que poseía estaban destinado a la defensa y comunicación propias que les causaba la guerra de sucesión dejando de lado los problemas americanos, pues bien, si la alianza entre la corona española y francesa, era eminentemente para otorgar defensa en los territorios americanos por parte de Francia, así lo hacían , el problema es que al mismo tiempo que estos barcos custodiaban las costas americanas desarrollaban el comercio, entonces , no se hacia gran diferencia entre el barco mercante y el de guerra. Al mismo tiempo que Francia otorgaba seguridad a los territorios americanos, la corona se vio obligada a contratar algunos servicios a Francia, como la protección y control del comercio hacia América, por la cual se pago al embajador francés la suma de 907670 escudos de plata, así pues, estos mismos servicios muchas veces fueron premiados por la corona española, ejemplo de ello lo constituye, la concesión entregada al navío Saint Clement para desarrollar el comercio en las costas americanas , sin cobrársele ningún derecho.

Tolerancia y participación de las autoridades

Hacia 1704, se ordeno por parte de la corina española que cualquier nave que entrase a los territorios americanos fuera confiscada, como medida de evitar el contrabando , esto se contradecía, por ejemplo, con las medidas tomadas por los virreyes peruanos que para otorgarse mayor protección permitía el desarrollo del comercio por parte de los barcos franceses. Mas tarde otra cedula de la corona española, permitía el arribo de flota francesa , pero solo con propósito defensivo y cualquier mercancía que llevasen debía ser confiscada , es mas el mismo Luis XIV, revoco el permiso de salida que le había otorgado a las naves francesas para que se fuesen a los territorios del mar del sur , con fines comerciales.

El puerto de concepción, en su asiento de penco y a través de la rada de Talcahuano, se transformo en la guardia del contrabando bajo los ojos complacientes de las autoridades, entrando por allí, gran parte de las mercancías que se introdujeron en aquel entonces hacia chile y a pesar que en aquel entonces se pusieron medidas sobre este territorio, ninguna de ellas fue efectiva. Así el caso de que los funcionarios se vieran envueltos como garantes del comercio ilícito no eran aislados, sino, mas bien una practica común. En la época el mayor auge del contrabando se vivió , Entre 1710 y 1714, y ni siquiera el gobernador de esa época en chile: don Juan Andrés Ustariz, escapo de la tentación de participar en el, este mientras difundía severas formas de evitar el contrabando, por otra parte, el mismo se encargaba de cubrirlo, sus mayores aliados en esto era el corregidor de Quillota, como del gobernador de Valparaíso, con los cuales se repartía las ganancias .así este gobernador llego a convertirse en el primer contrabandista de chile.

Procedimiento de los Contrabandistas

Como la tolerancia y la participación de las autoridades no fue siempre muy segura, los marinos se valieron de muchas artimañas para ablandar la resistencia o burlar la vigilancia, que van desde cuando llegar a puerto fingir que estaban enfermos o que le faltaban víveres, hasta poner a los navíos, nombres que incitaran la paz. Estando las mercancías en tierra y pasándola a mano de los americanos o españoles se dirigían a la casa de algún tratante de las mercaderías, por lo general este comerciante se movió en chile y en Perú como en su casa. La noticia de la llegada de un bajel francés pronto circulaba de entre los comerciantes, que concurrían desde diferentes ciudades o pueblos al puerto respectivo, apresurándose para adelantarse a los rivales; pero cuando arribaban varias naves seguidas y el mercado se saturaba, bajaban los precios , decaía el interés y la llegada de nuevos barcos era vista con preocupación , esto provoco que muchos barcos tuviesen que permanecer largo tiempo en la costa sin bajar sus productos a la espera de que los precios mejorasen. Este largo tiempo que allí pasaron provoco otras circunstancias, como por ejemplo, el hecho que se hayan incorporado a la sociedad chilena y peruana, entregando parte de enseñanzas en cocina, arquitectura, etc. E incluso construían iglesias cuando hacían falta para asistir a ellas, ejemplo de todo esto lo constituye el lugar llamado el almendral en Valparaíso, en donde hubo muchas construcciones de franceses, es mas muchos , se establecieron definitivamente allí, generando sucesiones, en las familias locales , por ejemplo en apellidos como: casanova, darringrande, rossel, pinochet

Explosión del comercio con Asia

Cuando los negocios se pusieron malos en las costas de chile y Perú, los franceses encontraron una nueva orientación para sus actividades; el comercio entre América y Asia. Desde hacia tiempo que se practicaba el comercio entre el virreinato de México y las Filipinas , principalmente de especies, entonces los franceses pensaron que si era rentable el comercio de ese modo , mas los seria por el océano pacifico, la primera expedición que salió, fue una francesa que salió desde Perú hasta la china, en 1707 , volviendo en 1711, y vendiéndole sus productos en los puertos peruanos como chilenos , obteniendo ganancias de mas de un 600%, así como este surgieron muchas mas expediciones mas adelantes , dejando el camino a un nuevo comercio ilícito.

Numero de barcos y Consecuencias del contrabando

Suponemos que la cantidad de barcos que llegaron a los puertos chilenos , fue altísima , sin embargo, independiente de esto , debemos reconocer que existe fluctuaciones entre los diferentes autores, quienes suponen cifras , para el periodo 1700 a 1720, desde 153 hasta 210, siendo estas ultimas bastantes exageradas, el desarrollo de tal comercio , significo para el comercio peruano y chileno, una verdadera ruptura del ideal del sistema monopólico establecido por España, ahora estas costas se inundarían de mercancías los puertos peruanos como chilenos, generando incluso un colapsos, en algunos momentos

Luego de la guerra de la sucesión y cuando llego el momento de establecer nuevamente el sistema de flotas españolas, se genero un gran problema ya que le mercado americano estaba saturado por las mercancías francesas, es por ello que la corona española llego a un acuerdo con Luis XIV, para que no dejara salir mas barcos hacia América, y la flota española, tampoco lo haría durante 7 años, de modo que se desaturara el mercado de todas las mercancías francesas. La escasa población de chile a comienzos del siglo XVIII y lo reducido de sus necesidades fue motivo de que la llegada de dos o tres barcos bastase para dejar bien provisto el mercado y razón de que un número mayor significase una catástrofe para los traficantes, tanto de los de chile como los franceses.

Todo lo anterior provoco consecuencias muy extremas dentro del país, desapareció la escasez de mercaderías europeas, bajaron los precios, hubo abundancia, se introdujeron productos novedosos, apareció el lujo, se intensifico las actividades de los puertos, se establecieron algunos franceses y se aprendieron nuevas técnicas. En Perú se sintieron las mismas consecuencias que en chile, con el agravante de que en este territorio el terreno del comercio lo tomaron otros actores, perdiéndolo el comerciante limeño. Es mas estos comerciantes peruanos que también se habían encargado anteriormente del comercio chileno ya estaban en crisis por la intromisión del contrabando francés, así que al cerrarse nuestro mercado al c comerciante limeño, varios cayeron en ruinas mientras que otros se veían imposibilitados de competir con el comercio ilícito. Esto unido a la llegada de mercancías proveniente de buenos aires, también contribuya a la abundancia de mercadería, haciendo aun más difícil la tarea de los comerciantes peruanos

Quiebra de los armadores y persecución del contrabando

el problema del contrabando parece haber encontrado opiniones encontradas según los intereses que estuvieran en juego , ejemplo de esto lo constituye los múltiples encuentros que habían entre unas autoridades y otras, mientras algunas pedían que se sacase a los comerciantes franceses de las filas , otros decían que esa autoridad hablaba por si sola y no representaba los intereses de la mayoría , como le ocurrió al procurador de la ciudad de santiago 1706; Andrés López de Gamboa, al ser desautorizado por los regidores.

Por otra parte es bueno señalar que dentro de los barcos franceses que llegaron a estos puertos no todos obtuvieron un gran éxito, es mas, solo los primeros encontraron ganancias superiores al 800%, mientras que hubo algunos totalmente arruinados debido a las grandes perdidas, esto es consecuencia natural del giro de un comercio libre, ejecutado con imprudencia y ninguna previsión de las resultas que eran regulares en una colonia superabundantemente proveída. Frente a todo esto, tanto la corona española como la francesa, quisieron poner fin al contrabando francés, llegando Luis XIV, en 1716, prohibir el comercio con el mar del sur bajo pena de muerte .por su parte España renovó constantemente la prohibición de comercializar con los comerciantes franceses, llegando incluso pedir la expulsión de los terrenos americanos para los franceses.

En marzo de 1717 llego a chile como gobernador interino el oidor de la audiencia de lima don José de Santiago concha, con el encargo de residenciar al gobernador Ustariz y de extremar el rigor contra el contrabando, entre sus medidas, designo un nuevo corregidor para concepción dejando extremadamente prohibido la entrada de cualquier barco francés y además enjuicio al gobernador de Valparaíso por su vinculación con el contrabando. De esta forma con la acción conjunta de España y Francia hizo desterrar en gran parte, pero no en todo el comercio ilícito

CAPITULO II: La Ruta de Buenos Aires y el tratado de Utrecht

Primeras épocas del comercio de Buenos aires

Dentro del sistema de navegación y comercio establecido por España con sus colonias, correspondió a Buenos Aires, la peor situación y la más absurda. Las mercancías debían cruzar en recuas de mulas el istmo de Panamá, ser embarcadas hasta el callao y tomar allí el camino terrestre que tomaba el Perú, escalaba la cordillera, atravesaba el altiplano y descendía al norte argentino para cruzar finalmente hasta buenos aires. Al mismo tiempo se consolido el comercio , en donde la plaza de lima se convirtió en la distribuidora de productos europeos ,así Buenos Aires estaba atada a la dependencia con lima , para que se liberara tuvo que llegar la segura mitad del siglo XVIII .el contrabando , por su parte se acentuó en los años siguientes debido a la proximidades las colonias portuguesas, especialmente con la fundación de Sacramento, en 1680, en la orilla norte del río de la plata , frente a buenos aires , y la posesión de la isla de San Gabriel en las aguas del rió

(Este capitulo habla de buenos aires, por eso no tiene mucho auge, ya que el tema que debemos tratar es el comercio chileno)

El contrabando con Chile y el deseo de Abrir la ruta de Buenos Aires

El comercio ilícito de buenos aires era provechoso para chile, ya que parte de esas mercancías llegaban a chile, la manera de traficar estas mercaderías, eran por la aduana de Córdoba, lo que podía, a veces ocasionarles problemas, por eso muchas veces se les pedía una fianza a los traficantes para asegurar el éxito de la llegada de las mercancías. Para evitar esa situación el virrey del Perú hacia el inicio del siglo XVIII, envió un emisario a la gobernación de chile, con el fin de evitar esto, pero en realidad no se habia hecho nada, para esta época, el mercado chileno estaba saturado de mercancías provenientes de los navíos de registro llegados a Buenos Aires. Frente a estas continuas prohibiciones, el cabildo de santiago, pidió primero al virrey y mas tarde al rey concesiones legales que pudieran permitir el comercio con buenos aires, pero en realidad todas estas peticiones quedaron en nada, cuando, sin nadie exigirlo, comenzó el trafico de los navíos franceses que duraron hasta 1724, mas o menos, y que después vendrían ha ser reemplazado por los ingleses.

El tratado de Utrecht y las operaciones de la South sea Compaña

Al concluir la guerra de sucesión, tan perjudicial para España, el gobierno ingles, pidió a la corona española ciertas concesiones que permitiesen capataz el mercado americano, y por consiguiente relegar al “comercio” francés. tras sucesivas negociaciones, se llego a un primer tratado llamado “el asiento de negro” que le otorgaba el comercio de negros durante 30 años a Inglaterra , principalmente por los puertos del atlántico, el articulo noveno , señala que 400 negros podían llegar al mercado chileno.

Las negociaciones de Madrid fueron ratificadas posteriormente en Utrecht, donde concurrieron los representantes de las naciones que habían estado envueltos en la guerra, y allí se firmo definitivamente el tratado de paz entre España e Inglaterra el 13 de julio de 1713. así obtuvo Inglaterra un gran beneficio en el aspecto mercantil , dejando excluida a cualquier otra nación .la reina de Inglaterra entrego esta concesión de comercio a la compañía SEA SOUTH COMPANY, así esta compañía comenzó sus operaciones , enviando sus agentes a América y procedió a instalar las factorías, además , por ejemplo en buenos aires instalo barracas y tierras de cultivo para mantener a los negros mientras los vendían poco a poco , pero desde antes de que fuera autorizado el comercio legal , estos ingleses ocupaban las bodegas de negros para bajar mercaderías que les servían para traficar principalmente en buenos aires y chile, pero al igual que los franceses, los ingleses lograron sobornar a las autoridades para poder actuar mas libremente . Bajo este sistema, la plaza de buenos aires llego a convertirse en el principal foco de contrabando en el extremo sur de América y sirvió para proveer s chile, como otros reinos, de identidad de mercaderías en reemplazo de los franceses.

El tráfico negrero y el contrabando cordillerano

La llegada del contrabando a chile se veía favorecida por la introducción de negros autorizados por el tratado, ya que las caravanas que los trasladaban se venían bien provistas de mercancías para comerciar. En 1725 la South sea campany, fue autorizada para llevara chile los negros que no pudieran vender en buenos aires, pero prohibiéndole a los comerciantes instalar factorías en el territorio chileno. Pero el comercio ingles, que se desarrollaba de buenos aires a chile, nunca tuvo la intensidad que si alcanzo el comercio francés, ya que mientras este se hacia por mar, el ingles se hacia por tierra por lo cual estaba sometido a mayor fiscalización, al mismo tiempo que solo se podía realizar en verano por las malas condiciones. La venta de esclavos negros en chile no fue muy exitosa debido a que esta gobernación se encontraba económico desventajoso.

(falto la ultima parte de este capitulo y la primera parte del capitulo 3, porque el mario no lo termino, osea desde las paginas 45 a 60, desde aquí es el capitulo III)

Resistencia de los comerciantes peruanos para concurrir a las ferias de Portobelo

La intromisión de franceses e inglese fue tan importante para entronizar el contrabando como para mover a la corte madrileña a revisar el sistema de comercio y navegación con sus colonias. También deben considerarse las ideas de los economistas peninsulares, en afán de restablecer la economía española y el juego internacional con las potencias rivales. La ultima flota llegada a Portobelo antes de que los navíos franceses se enseñoreasen en los puertos americanos, fue la de 1697. Pasarían diez años antes que las circunstancias permitiesen el envío de una nueva flota.

El año 1702 dispuso el rey el apresto de la nueva flota, que debería salir el 20 de abril de ese año sin retardo de ninguna especie. Sin embargo, la demora en el regreso de una flota que había ido a Nueva España, repercutió en los preparativos y retraso la partida. No necesitaba de más el gremio de comerciantes para justificar su actitud y en un extenso documento analizo la situación existente: todos los males derivaban del exceso de mercaderías.

La Audiencia replico con un oficio en que hacia presenta el celo por ella desplegado en la persecución del contrabando, remitiendo ordenes terminantes a los corregidores y despachando a sus propios miembros, los oidores, a diferentes puertos para perseguir a los responsables, y anunciando a la vez el propósito de mantenerse inflexible en esa lucha. Tomando las cosas en su verdadero sentido, la Audiencia enrostraba, mas adelante, a los comerciantes, el ser ellos mismos los que se beneficiaban amparando el comercio ilícito.

En su contestación, el Consulado reconoció el celo desplegado por los oidores, a la vez que señalo, pues los contrabandistas lograban esquivarlos y los bajeles franceses, aprovechando su movilidad, acudían a uno u otro puerto donde encontraban menor vigilancia.

El Consulado hacia presente, que el comercio se componía de los mercaderes inscritos en sus registros, que formaban el cuerpo visible, y otra infinidad de comerciantes menores, no inscritos, que residían principalmente en las provincias distantes. Estos últimos eran los que se beneficiaban preferentemente en el trato de los franceses y por ello se resistían a comerciar regularmente a través de Portobelo. Los comerciantes inscritos, que componían el Consulado y que eran los que concurrían a Portobelo, recibían los encargos de los no insitos y su dinero, formándose así la mayor parte del caudal que se llevaba a la feria; pero como ahora los comerciantes inferiores se negaban a hacer encargos, los comerciantes limeños no podían reunir el dinero suficiente para justificar la concurrencia a Portobelo. Este era uno de los motivos para resistir el viaje.

Finalmente, los comerciantes acordaron que concurriesen a Portobelo los que pudiesen y la Audiencia fijo el 20 de octubre de 1707, como fecha para la salida de la armadilla rumbo a Panamá.

El proyecto para galeones y las últimas flotas

Al concluir la Guerra de Sucesión, en 1713, las autoridades españolas estuvieron en situación de perseguir al contrabando francés y a ese fin obedeció la acción del virrey del Perú y del gobernador de Chile.

El desorden que se había experimentado en los últimos años en el sistema de flotas, movió a la corte madrileña a buscar un remedio que asegurase el comercio a través suyo, pues aun se creía que la regularización de las flotas permitiría restablecer el trato con las colonias. Para ello se elaboro el proyecto para galeones, los objetos que se perseguían eran restablecer el orden en el comercio, asegurar la puntualidad en el movimiento de las flotas, darles la necesaria protección contra las naves enemigas, establecer un servicio normal de comunicaciones mediante “avisos” o naves de correo, lograr con estas medidas la intensificación del comercio y facilitar el restablecimiento de las fabricas de España.

El establecimiento de los navíos de registro significaba una reforma trascendental en el viejo sistema imperante desde hacia casi dos siglos y aunque el proyecto tenia por objeto asegurar la existencia de las flotas, el resultado seria el opuesto.

El puerto de Buenos Aires, hasta entonces sujeto a los dos mezquinos navíos de registro anuales que, como gran privilegio, se le habían concedido en el siglo XVII, pudo ahora gozar de un trafico mas intenso y de mayor cantidad de mercaderías, las que introdujo legal o ilegalmente a las provincias interiores, al Alto Perú y Chile. El proyecto para galeones no autorizaba tales internaciones, debiendo proveerse esas regiones siempre por la vía de Lima.

Los comerciantes peruanos concurrieron a la feria con la esperanza de que al fin el comercio se regularizaría, pero el más cruel desengaño les aguardaba; en los años siguientes el contrabando no logro ser detenido ni siquiera disminuido, al mismo tiempo que los navíos de registro despachados para Buenos Aires aumentaron la entrada de mercancías.

La concurrencia a la nueva feria fue más resistida que nunca, pues el reciente fracaso parecía indicar que todo esfuerzo para restablecer el comercio sobre sus antiguas bases era ineficaz.

El comercio por Buenos Aires

Los hechos que hemos consignado demuestran claramente que el sistema de flotas había llegado a convertirse en un lastre inútil que retrasaba la actividad mercantil. El comercio buscaba nuevas vías y se expandía en exigencias que la corte debió tomar en cuenta a riesgo de perder totalmente la “contratación” de las Indias. El mismo proyecto para galeones, destinado a consagrar el viejo sistema, vino a ser el motivo de las primeras transformaciones que a lo largo del siglo XVIII operarían un cambio radical en el comercio de las colonias.

En lo que a Chile se refiere, la presencia de los navíos de registro repercutió a través de Buenos Aires, donde desembarcaban sus mercaderías para llenar las necesidades del Río de la Plata y extraer sus productos. Como aquella región tenía escaso desarrollo, su capacidad consumidora quedaba pronto satisfecha y entonces los comerciantes buscaban los mercados interiores que les estaban prohibidos, pero que tenían la enorme ventaja de producir metales y pagar en sonoras monedas sus adquisiciones. Comenzaba entonces la internación oculta de mercaderías hacia el Alto Perú y en menor escala hacia Chile.

Poco tiempo después establecido el nuevo sistema de galeones y navíos de registro, comenzaron a concederse licencias para navegar a Buenos Aires. Esas autorizaciones especiales otorgadas a los registros de Buenos Aires, fueron vistas con preocupación, pues junto a las mercaderías autorizadas, entraban las provenientes del contrabando realizado por ingleses y portugueses en el Río de la Plata, y por eso el mercado chileno experimentaba notoria abundancia.

Por otro lado, según el virrey, era notorio que los comerciantes chilenos no enviaban sus caudales a Lima para comprar especies y las remesas provenientes de las ferias de Portobelo habían bajado a una quinta o sexta parte. El continúo desplazamiento de mercaderías hacia Chile y el Perú origino en los comerciantes de Bueno Aires el deseo de obtener la sanción legal de aquella situación y gracias a su influencia lograron que la ciudad elevase al monarca un memorial en ese sentido, solicitando, a la vez, rebaja de impuestos para tal tráfico. Como era de esperarlo, la instancia fue rechazada.

Navíos de registro en el Pacifico

La llegada de mercaderías por Buenos Aires naturalmente contristo a los comerciantes del Perú y vino a ser otro factor para resistir el envío de flotas a Portobelo. El Consulado de Lima lucho por cerrar la vía del Plata o reducir la entrada de mercaderías exclusivamente a aquella gobernación, contando para ello con la colaboración de los virreyes.

La guerra que estallo con Inglaterra en 1739 perturbo notablemente el comercio y el envío a América de las escuadrillas del almirante Edward la navegación. Este desbarajuste fue motivo de grandes penurias para los comerciantes, que debieron emprender duras jornadas y soportar la rudeza de climas inhóspitos y desembolsar, a la vez, gruesas cantidades de dinero para pagar el transporte extraordinario de sus especies.

Las consecuencias no se dejaron esperar: desde entonces se dio por concluido el sistema de flotas ante la imposibilidad de mantener abierta la ruta del istmo. La reconstrucción de las fortalezas de Portobelo demoro mas de catorce años, tiempo suficiente para afianzar un nuevo derrotero, el Cabo de Hornos, que la corona abrió a los navíos de registro como única manera de atender a las necesidades de sus dominios americanos del Pacifico.

Esta medida, valida desde 1740, es la más importante entre las reformas de la navegación y comercio en el siglo XVIII que afectaron a Chile. En 1748 en adelante la ruta del Cabo de Hornos pudo ser aprovechada intensivamente. Con anterioridad a esa fecha, la corte autorizo el empleo de algunos barcos franceses contratados por los comerciantes españoles, que lograron llegar con sus mercancías hasta el Pacifico.

Podrían embarcar toda clase de mercaderías, zarpar de cualquier puerto de España cuando les pareciese y comerciar en América en todos los puertos que deseasen entre Concepción y el Callao. Los productos que embarcasen de retorno, quedaban eximidos de los impuestos de tonelada, extranjería, San Telmo y anclaje y solo pagarían los de embarque y almirantazgo, conforme se practicaba en flotas y galeones. No se ponía limitación a la clase de frutos que embarcasen en América.

La presencia de los nuevos barcos franceses volvió a producir los efectos que había palpado el comercio en oportunidades anteriores, pues desde que se supo habían pasado el Cabo de Hornos y entrado en los puertos de Chile, cayo tanto el precio de los géneros, que conociendo la perdida que iban a sufrir los que se hallaban abastecidos con mercancías de Europa por contrabando, aunque hicieron lo posible por salir de ellas rebajando los precios, no lo pudieron conseguir sin grandes perdidas.

Volvió a reinar la abundancia y, como siempre, fueron los comerciantes los perjudicados, refiriéndose especialmente a los mercaderes limeños.

Mientras los barcos franceses rondaban el Pacifico, continuaba la entrada de mercaderías por Buenos Aires.

Los registros españoles del Cabo de Hornos continuaron así el tráfico iniciado por los franceses y contribuyeron a mantener en pie los mismos problemas derivados de la abundancia de mercaderías que, por otra parte, seguían entrando desde Buenos Aires y la Colonia de Sacramento.

Desnivel entre oferta y demanda

Los agentes del comercio español que llegaron en sus barcos al Callao, solo encontraron una desesperada aniquilación y una disminución angustiosa de la demanda, al extremo de que en 1756 bastaron las ventas hechas por dos navíos, para provocar una escasez de moneda que llego a paralizar las transacciones.

El infortunio de los comerciantes chilenos y peruanos, lejos de ser simples palabras o constituir una situación transitoria, fue un fenómeno real que duro mientras se mantuvo el sistema de los navíos de registro, hasta 1778 y luego continúo con el régimen del comercio libre entre España y América.

Treinta cartas de uno de aquellos agentes, dirigidas en 1761 desde Santiago a varias compañías y comerciantes de Cádiz, dejan ver un estado miserable en los negocios: muchos productos no tenían venta, la colocación de otros debía hacerse al fiado y por cortísimas cantidades, la tramitación de cualquier asunto era insoportable, la informalidad embargaba todos los asuntos, los deudores huían o no podían pagar por falta de fondos, algunos comerciantes quebraban, era difícil obtener algo en los concursos de acreedores, había comerciantes que solo ofrecían pagar en “ropa de la tierra” y ni siquiera faltaba uno que perseguido por las deudas había huido al Cuzco.

El mal que aquejaba a las transacciones no se limitaba a la capital sino que se dejaba sentir por igual en todas artes del país. Sin embargo, llama la atención que a pesar de las continuas quejas de los comerciantes, no abandonasen estos sus actividades que siempre le dejaban alguna ganancia. La explicación de ello esta en que los lamentos se refieren a los malos negocios y rara vez se hace mención de los buenos, que indudablemente ocurrían cuando se andaba con suerte o buen ojo. El mercado se abarrotaba con uno u otro producto y si bien algunas especies no tenían salida fácil, otras podían venderse razonablemente; además, la situación variaba de un año a otro.

La lucha en torno al mercado Chileno Peruano

La critica situación que los dueños de registros del Cabo de Hornos encontraban en el mercado del Pacifico, los movió en el año 1752 a elevar una instancia a las autoridades del Perú en contra de la entrada de especies por Buenos Aires. Haciendo notar el exceso de mercaderías y la escasez de caudales, señalaban los comerciantes españoles que ello se debía a la internación que se hace por Buenos Aires a todas las provincias de este continente, en que se consume todo lo que produce el reino de chile y lo que rinde Potosí.

A su turno, los mercaderes limeños apoyaron la instancia de los españoles, ampliando los antecedentes dados por aquellos y agregando por su cuenta para que se prohibiese el envío de géneros de Castilla desde chile a los puertos intermedios.

Yendo mas lejos, los comerciantes peruanos, después de valerse de la representación de los españoles, se volvían en contra de estos y solicitaban el cierre de la ruta del cabo de horno y el reestablecimiento de las flotas, como soluciones para evitar el ocultamiento de mercaderías y reestablecer el comercio en su antiguo pie. Los comerciantes españoles eran mal vistos por los de América e incluso se sabía que se aprovechaban el contrabando. De las observaciones de los comerciantes españoles y peruanos se infiere que la entrada de mercaderías por buenos aires se realizaba en grande, que llegaban a chile y que las que no se podían vender eran remitidas a puertos y ciudades del Perú. Sin embargo esta granjería fue de inmediato cortada por el virrey que siguiendo el interés de los comerciantes limeños, dicto un decreto el 7 de diciembre de 1752, prohibiendo el envío de mercaderías europeas desde chile a intermedios, ya fuese en los registros del cabo de hornos o en los navíos de la carrera; tales remesas podrían hacerse solo al callao.

Por su parte, los comerciantes españoles que hacían navegar sus registros a buenos aires y los mercaderes de esa ciudad, una vez que probaron las posibilidades del comercio con chile a través de la cordillera no cejaron en su empeño de mantener abierta esa vía comercial, aunque con un carácter complementario de sus operaciones. Debido al interés y los afanes de los dueños de registros, se dictaron reales cédulas que los autorizaban para efectuar legalmente el envío de sus mercaderías a chile. Sin embargo, debido a la presión de los comerciantes de lima, concesiones de tal tipo fueron luego restringidas. Como era de esperar, de todos modos continúo la entrada ilegal de mercadería por la vía de buenos aires. No obstante la disposiciones tomadas para cerrar la entrada de mercaderías desde buenos aires a chile y al Perú, siempre quedo abierta aquella ruta para la internacion de negros.

Reformas intentadas por los comerciantes de Chile

La apertura del Cabo de Hornos y la ampliación de las actividades mercantiles fueron un estimulo para el comercio chileno, que debió buscar nuevos acomodos u orientaciones. La abundancia de mercaderías, que se experimentaba continuamente, obligo a los comerciantes chilenos o a los que llegaban hasta chile, a buscar mercado en el Perú; en esa forma, la corriente comercial de productos europeos de chile al Perú se mantuvo activa. Para el comercio chileno los puertos intermedios, Arica, Ilo, Pisco y Chica, fueron pequeñas válvulas de escape por donde pasaron al Perú las especies que el mercado chileno desplazaba por saturación. Como esta vía era un peligro para los intereses del comercio limeño, los virreyes tomaron medidas para cerrarla. El cabildo de santiago, haciéndose cargo de la situación, ordenó a su apoderado en Madrid, Don José de Toro Zambrano para que solicitase el libre envió a intermedios de la mercadería sobrante. Resultando de todo ello una cortante negativa que malogro los deseos del comercio chileno.

Teniendo en cuenta el informe del Consulado de Cádiz el rey, en lugar de acceder a lo solicitado, concedió al comercio de chile otra franquicia que podría servir para resolver el problema: autorizo a los comerciantes chilenos para enviar por su cuenta a España un navío al año o cada dos años si no hubiese carga suficiente.

Teóricamente, la medida zanjaba todas las dificultades, pero no tendría realización posible dado el escaso poder económico de los mercaderes de chile y su carencia de naves propias en aquellos años. Otra concesión obtenida por aquella época fue la autorización real dada en 1771, a instancias del Cabildo de Santiago, para que anualmente pudiesen navegar de chile a Panamá dos navíos con productos del reino.

Ventajas y desventajas del comercio por el Cabo de Hornos

El relieve del sistema de navíos de registro dentro del panorama de reformas del siglo XVIII; su importancia para las regiones del Pacifico fue mayor que al del Reglamento de libre comercio de 1778, pues significo la apertura de la navegación directa con todas sus importantes consecuencias, mientras que la reforma de 1778 no hizo mas que confirmar aquel sistema, abolir algunos impuestos y consignar otras franquicias de dudosa realización practica. Durante treinta y ocho años de 1740 a 1778, los navíos del Cabo de Hornos, en un comienzo de dueños franceses y luego españoles, mantuvieron perfectamente las comunicaciones con el Pacifico. Coincide también la época del comercio libre con un recrudecimiento del contrabando, que llego directamente al Pacifico en naves de los Estados Unidos e Inglaterra.

Capitulo IV

El comercio libre entre España y América y las últimas reformas

Después del establecimiento de los navíos de de registro, la corte no se había detenido en las reformas comenzadas y poco a poco, impulsada por las ideas de sus economistas y ministros, había ido ensayando nuevas medidas, que puestas en practica en pequeña escala o en determinadas regiones, sirvieron de ensayo para innovaciones mas trascendentales.

La necesidad de mantener mas estrechas y mas regulares comunicaciones entre España y América, que interesaban al gobierno, al comercio y a los particulares, en una época en que el Nuevo Mundo ya jugaba un importante papel dentro de la política europea, que cada día acentuaba mas su carácter de “mundial”, obligo a la corte en 1764 a establecer un servicio regular de correos marítimos. Por ese conducto, las comunicaciones con chile se hicieron mas expeditas, las informaciones llegaron con mayor rapidez y el comercio del nuevo servicio de correos fue la creación del correo terrestre en chile, iniciado en 1766 en la misma época en que don Ambrosio O’higgins. El correo debería unir a santiago con Mendoza y Buenos Aires y con Valparaíso en la vertiente del Pacifico. Desde entonces quedo concluido el monopolio de un solo puerto español, hasta 1717 Sevilla, y últimamente Cádiz, se hizo mas expedito el comercio, aumento su rendimiento y se destacaron los síntomas del progreso en las regiones favorecidas.

Un nuevo paso se dio el 20 de enero de 1774, al autorizarse el comercio reciproco de los frutos de las colonias, levantándose así la prohibición que hasta entonces había existido. Para el comercio con México, por el lado del océano Pacifico, se habilito el puerto de Acapulco; pero se prohibió el envío a aquel virreinato, Tierra Firme y Santa Fe, de vino, aguardiente, vinagre, aceite de oliva, aceitunas, pasas y almendras procedentes del Perú o chile, a fin de asegurar el mercado a los productos similares de España. El mismo espíritu reformista que impulsaba esas innovaciones generales era el que había permitido a chile obtener autorización para despachar anualmente dos barcos a Panamá con productos del reino y uno a España.

Creación del virreinato de Buenos Aires

Desde hacia tiempo el interés de portugueses e ingleses gravitaba peligrosamente hacia el sur de América, provocando una intranquilidad creciente en la corte de Madrid.

Había servido a los portugueses para avanzar hacia el oeste en dirección al Paraguay y hacia el sur en un desplazamiento continuo que había quedado marcado por nuevos fuertes y la importantísima colonota de sacramente en el Río de la Plata. Al mismo tiempo, Inglaterra apoyaba los intereses portugueses, tan ligados a los suyos, y miraba con creciente codicia los territorios litorales del Atlántico Sur, como lo demostraba tangiblemente la ocupación transitoria de las islas Malvinas y, como vendría a confirmarlo la pretensión de apoderarse de Buenos Aires en 1806. Los territorios asignados al nuevo virreinato fueron los del Río de la Plata, Paraguay, Charcas, Tucumán y Cuyo, creándose así una vasta jurisdicción, de grandes posibilidades y que encerraba las riquezas fabulosas del alto Perú. Varias fueron las consecuencias de la rendición de la colonia portuguesa y de las fundación del virreinato: el contrabando anglo-lusitano recibió un golpe, España afirmo arrogante sus derechos, quedo en el Río de la Plata un fuerte núcleo militar, las riquezas argentíferas del Alto Perú especialmente de Potosí, se vaciaron a la región del Plata, fortaleciendo su economía y ampliando enormemente la actividad mercantil. La creación del nuevo virreinato debería repercutir favorablemente en la situación económica del chile al robustecer la vía natural de sus comunicaciones con España, ya se realizasen estas por tierra a través de la pampa o en los navíos del Cabo de Hornos, que encontrarían seguridad y recursos en el Plata. No obstante debido a la separación de las provincia de Cuyo, hubo algunas protestas y el Cabildo de Santiago elevo a la corte un informe en contra. El Consulado de Lima tomo la ofensiva y después de elevar una extensa “consulta” al virrey, obtuvo el 15 de enero de 1778 la dictacion de un decreto que ordenó respetar las antiguas disposiciones que prohibían las internaron de especies de castilla desde Buenos Aires al Perú y Chile y las extracción de caudales en retorno.

El reglamento del comercio libre y la ruina de los comerciantes

La nueva competencia entre Lima y Buenos Aires vino a quedar resuelta a favor de este ultimo virreinato mediante una medida mucho mas amplia: la concesión a Buenos Aires, Chile y Perú, por real cedula de 2 de febrero de 1778, del libre comercio con España, franquicia implantada en otras partes con anterioridad según ya vimos. La real cedula de 1778, como todas las disposiciones previas, fue refundida en el Reglamento y aranceles para el comercio libre de España a Indias, dictado el 12 de octubre de 1778 quemando formuladas así las bases generales para el comercio americano. Desde entonces quedaron abiertos al comercio del Nuevo Mundo los puertos españoles. En América se eliminaron los derechos de palmeo, tonelada, San Telmo, extranjera, quedando subsistentes solamente los de almojarifazgo y alcabala, que eran los más importantes. Al mismo tiempo se rebajaron los derechos de algunos productos específicos y a otros se les libero totalmente. El propósito seguido en las nuevas ordenanzas, según su preámbulo, era vigorizar la economía, pues solo “un comercio libre y protegido” entre españoles y americanos podía restablecer la agricultura, la industria y la población en antigua pie. Las intenciones de la corona al dictar una medida tan amplia se verían cumplidas en gran parte con la mayor libertad del comercio: aumento el trafico, crecieron las exportaciones desde España y desde América y se engrosaron las entradas fiscales; pero al mismo tiempo el comercio americano sufrió las malas consecuencias del exceso de mercaderías, baja de precios y escasez de circulante y las manufacturas recibieron un golpe mortal con la mayor afluencia de productos europeos. Sin embargo, la guerra que estallo al año siguiendo de su dictacion, retraso en cinco años los efectos del Reglamento de libre comercio. Mientras duro el conflicto con Inglaterra, se dicto una legislación de excepción. Consistió en varias reales órdenes que autorizaron el comercio entre España y América cayéndose de naves neutrales.

No obstante esas autorizaciones y otras, en el lapso de la guerra el tráfico experimento un descenso enorme, acumulándose en Cádiz y los demás puertos recién abiertos grandes cantidades de mercaderías que los comerciantes españoles estaban ansiosos de enviar a las colonias; en estas se experimentaban escasez y sus productos no tenían salida. El desnivel producido entre metrópoli y sus dominios se tradujo en corrientes caudalosas en ambos sentidos cuando la paz abrió de nuevo la navegación. Estando ya satisfecho el mercado americano, dejaron sentirse entonces las graves consecuencias del exceso de mercaderías, que vinieron a repetir las desgraciadas experiencias que venían sufriendo los mercaderes desde comienzos de la centuria. En el Río de la Plata se experimentan iguales fenómenos y la saturación del mercado del Pacifico y de las regiones interiores repercutía fatalmente entre los comerciantes que intentaban desplazar las mercaderías a esos destinos. En chile comenzaron a palparse las consecuencias del comercio libre en 1784 y antes que terminase el año se dejo sentir cierta abundancia debido a remesas enviadas desde Lima y Buenos Aires. Los comerciantes de Buenos Aires enviaban a chile sus agentes, con diversos cargamentos en consignación, pero estos encontraban las mayores dificultades para expenderlos. El descalabro que azotaba a las plazas de chile, el Río de la Plata y el de Perú, como a otras de América, tarde o temprano debía provocar una reacción y pronto se paso de los lamentos a las representaciones y los informes.

Informes de los comerciantes chilenos y del Consulado de Lima

Los comerciantes limeños encabezaron las protestas, dirigiendo una exposición al Tribunal del Consulado. Este hizo suyas las protestas, además de enviar otra representación a la corte en 1788. Lo principal es que debido a la nueva concesión ‘’se agolpaban muchas expediciones, llenando de frutos las Indias excedentes con exceso a los objetos que le son propios, así resultando la pérdida, ruina y quiebras escandalosas que a diario se experimentan, retirando las casas más fuertes de los negocios, de modo que a quedado un aparente o muy lánguido comercio en manos de muy corta sustancia’’

El Consulado no condenaba el nuevo sistema, pero recordaba la protección que necesitaba el comercio, solicitando someter ‘’las reglas de una prudente especulación’’.

Las protestas llegaron a España desde todos los rincones de América, a lo que la Corona pidió informes acerca del comercio por parte de los consulados y autoridades americanas. Los puntos fundamentales giran en torno a:

-La baja de los precios debido a la abundancia de mercancías.

-La quiebra de los comerciantes

-Exceso de fletes marítimos

-Ruinas de las industrias del país, la extracción del circulante.

-Recrudecimiento del lujo y la vanidad.

La fuga del circulante a raíz de los excesivos pagos que había que hacer en oro y plata, se demostraba con la falta de moneda que se había producido.

Díaz de Salcedo ejemplifica por medio de los casos de la manufactura de Chillán y las fraguas de Coquimbo, como el exceso de mercaderías europeas frenaba la industria nacional, la cual no podía resistir la competencia europea, de mejor calidad e igualmente baratos. La gente se había inclinado por la mercadería importada así surgiendo el lujo y afán de rivalizar en elegancia.

Por su parte, Errázuriz reconoce ciertos beneficios a la libertad de comercio, apuntando como el más importante la abundancia y baratura. Sin embargo, a su juicio, los inconvenientes eran muchos. Así insinuaba entre soluciones que en vez de venir los navíos en cualquier época, se les permitiese sólo cada tres años, así los comerciantes podrían coordinar bien sus operaciones y en dicho tiempo se podría consumir buena parte de la mercadería. Además de debería prohibir la venida de mercadería por Buenos Aires.

El Consulado de Lima contestó en 1790, acentuando sus críticas sobre el exceso de importaciones en relación con la repetida llegada de barcos como la causa del mal. El daño no era efecto de la libertad, ‘’sino falta de combinación en el comerciante’’.

Así y todo, las observaciones de los comerciantes chilenos y peruanos no fueron tomadas en cuenta por la corte, el régimen subsistió en pleno vigor hasta los mismos días de 1810.

Los bajos precios hacían que en ocasiones fuese contraproducente enviar mercaderías desde Cádiz por estar más baratas en Chile o con su precio escasamente mayor.

La Compañía de Filipinas

La Corona siguió adelante promoviendo cambios destinados a favorecer el desarrollo económico de sus dominios del Viejo y Nuevo Mundo. Dentro de estas reformas, figura en 1785 la creación de la Compañía de Filipinas.

Se le permitió despachar a América registros como cualquier particular y por el artículo 26, llevar a Filipinas mercaderías embarcadas en puertos americanos. Por el contrario, no podría efectuarse el envío de mercaderías desde Filipinas a América, debiendo regresar por el Cabo de Buena Esperanza.

Así los barcos de la compañía participarían dentro del comercio de Chile y Perú. Se averiguó la posibilidad de la caza de la nutria en Chile, debido a lo apetecible de su piel en Asia, pero la medida no prosperó.

En 1796, se permitió, en caso de guerra, el comercio desde Manila (actual capital de Filipinas) a los puertos del Perú, Chile, Río de la Plata y Guatemala, con lo que el mercado peruano-chileno se nutrió en abundancia de la seda china. Luego, a principios del siglo XIX se extendería el permiso a tiempos de paz.

Con estas concesiones se explica perfectamente que el mercado chileno-peruano se llenase de productos asiáticos en el último decenio colonial.

Comercio libre de negros y con colonias extranjeras

La provisión de esclavos para las colonias siguió siendo en la segunda mitad del siglo XVIII un problema para la corte española. Ante la necesidad de proveer a las colonias de mano de obra abundante y barata, la metrópoli debió adoptar una política más liberal para el tráfico negrero, con exención de impuestos, estímulos y privilegios para los súbditos que se dedicaran a ese comercio (1791, para vastas regiones del continente; 1804 para Valparaíso).

Esto trajo favorables consecuencias para la agricultura de las colonias, logrando un mejor suministro de mano de obra, no sujeto a los fracasos de los antiguos asientos y más independiente de las vicisitudes de la guerra. Además, muy importante, los productos americanos encontraron una nueva vía para salir directamente a mercados extranjeros; ésta es la nueva relajación que sufre el monopolio.

El beneficio que logró Chile residió en el aumento de la entrada de esclavos negros por Buenos Aires, ya que en la práctica no parece haberse aprovechado la tardía autorización de 1804 a Valparaíso.

Debido al conflicto España-Francia (1793-95), se produjo un desajuste comercial en América, así en 1795 el rey permitió que los comerciantes de las colonias españolas pudieran enviar a las extranjeras todos los productos que no tuviesen salida para España y traer de retorno negros o frutos. Quedaba prohibido adquirir mercancías europeas.

Esto de inmediato produjo un alivio en el mercado americano, tanto por el nuevo tráfico como por el contrabando, que halló otra forma de operar.

Chile no se benefició directamente con la nueva autorización, pues no existía real posibilidad de comerciar con ninguna colonia extranjera.

Una tercera medida, que representa otro paso, fue el permiso dado a los súbditos de la Corona para comerciar bajo bandera neutral.

Comercio en barcos neutrales

Este permiso quedó consignado por real orden de noviembre de 1797:

Así el comercio bajo bandera neutral quedó concebido de la siguiente manera: los súbditos españoles o americanos quedaban autorizados para aprovechar en sus empresas comerciales barcos de potencias neutrales, quedando facultados para transportar tanto especies españolas como extrajeras de lícito comercio y regresar con productos americanos, pero forzosamente debían volver a puertos españoles.

Las ventajas que obtenían las colonias eran, en síntesis, mayores posibilidades de fletes, la obtención de mercadería directamente desde puertos neutrales y la seguridad de que el tráfico no se cortaría. Los extranjeros quedaban como siempre marginados del comercio y los productos americanos no podían salir a naciones extranjeras.

No bien se había autorizado el tráfico en barcos neutrales, comenzaron a expedirse los respectivos permisos a los comerciantes peninsulares, quienes habían insinuado esta reforma. Quienes no consiguieron el permiso, hicieron todo tipo de artimañas por hacerlo, en ayuda con súbditos neutrales que facilitaban sus naves. Un clásico problema era el préstamo de nombres por parte de españoles a extranjeros.

A tanto llegó el abuso que en 1799 se mandó a suspender la utilización de naves neutrales. Según los considerandos de la real orden, los únicos beneficiados eran las naciones extranjeras.

En 1801 se volvió a expedir una real orden que nuevamente consideró el empleo de buques neutrales. Esta vez se aprovechó mejor la autorización a favor de las arcas reales, imponiendo un servicio en dinero que variaba según el caso. Consideraba el regreso a puerto neutral, o sea, las colonias ganaban la posibilidad de enviar sus productos a mercados extranjeros.

En dichos años también se recurrió a modo de facilitar el comercio a cambiar el nombre de barcos españoles y proporcionarlos documentación falsa para que apareciesen como neutrales.

Los puertos más favorecidos con el incremento comercial fueron los del Atlántico.

Buenos Aires, plaza internacional

Insistimos una vez más en que no se puede comprender el comercio colonial chileno si no se tiene en cuenta el estado de Río de la Plata, especie de vaso comunicante con Chile y Perú.

Para Buenos Aires la afluencia de naves extranjeras con esclavos había provocado inevitablemente el contrabando y aún la pretensión de internar mercaderías europeas por la vía legal.

Efectivamente, al impulso de tantas reformas, el Río de la Plata había llegado a convertirse en una plaza internacional, con activo tráfico y ramificaciones mercantiles insospechadas. Los extranjeros llegaban como a puerto propio, en donde los comerciantes locales cubrían sus operaciones facilitando sus nombres y sus almacenes. Este tráfico benefició incluso a naciones enemigas. Por ejemplo crecieron las relaciones con Inglaterra y Estados Unidos.

El movimiento de naves nacionales y extranjeras llegó a ser muy intenso en los últimos años del siglo XVIII y la primera década del XIX, de suerte que los fletes eran abundantes y la cantidad de mercaderías movilizada enorme.

Con tal movimiento portuario, es fácil comprender que el Río de la Plata fuese tan caudaloso en su comercio como en sus aguas y que llegase a convertirse en uno de los mercados más activos del continente y de más amplia influencia en los territorios de la parte meridional. Así la situación de comerciantes del virreinato se tornaba más complicada.

Esta era la situación angustiosa que enfrentaban los comerciantes de ultra cordillera por el aumento de las facilidades y del contrabando y por eso el desplazamiento de mercaderías hacia las regiones vecinas se producía como natural consecuencia.

Política tributaria

En materias tributarias, la tendencia generadle la corte durante el siglo XVIII, fue de recargar los impuestos, establecer estancos a favor de la Real Hacienda, a modo de incrementar las arcas siempre escuálidas de la caja fiscal. Sin embargo, el comercio y, en general, las actividades destinadas a promover las riquezas, merecieron una consideración diversa. Tal es así, que puede hablarse de una política francamente protectora del comercio a lo largo de la última centuria colonial.

La reducción de impuestos se acentúa a partir del establecimiento del comercio libre entre España y América. Se eliminaron ciertos impuestos, pero quedaron los más importantes, alcabala y almojarifazgo.

Se eximía de toda contribución al entrar en España a numerosos productos americanos, sin amargo para Chile sólo el cobre repercutía una opción real.

Especial interés tuvo para Chile la dictación de la real orden de 1793 que concedió libertad de derechos de extracción e introducción, en América y España, a las carnes saladas, al charqui y al sebo, medida confirmada por varias reales órdenes posteriores. Más tarde, en 1804, se extendió la exención a los derechos municipales y se agregó entre los productos el arroz.

En 1796 se autorizó el comercio de frutos y licores de Chile y el Perú con Acapulco, prohibido desde 1774, además de la rebaje a la cuarta parte los derechos del comercio de México con los puertos del Pacífico americano.

En 1803 se libró de impuesto al oro y la plata, asunto que mantuvo mucho interés al Consulado de Santiago.

El año siguiente el Consulado solicitó la eliminación del mismo impuesto para los tejidos de algodón fabricados en España, la carne salada, charqui, sebo y arroz, ya que algunas reales órdenes anteriores podían aducirse en apoyo de esa pretensión. El resultado de la gestión fue desfavorable de todos modos.

Las reformas enumeradas, sin ser todas, bastan para fijar la tendencia general de la política tributaria relativa al comercio. La Corona, a pesar de su buena voluntad, debió, sin embargo, en ocasiones, contrariar sus propósitos; pero ello no constituyó un cambio de rumbo ni logró afectar visiblemente al comercio.

Capítulo V: Recrudecimiento del contrabando a fines de la Colonia

El Dominio del Pacífico

Desde que en 1758 el corsario inglés Francis Drake cruzó el Estrecho de Magallanes y cruzó buena parte del Océano Pacífico, quedó planteado el problema del Pacífico y las autoridades españolas comprendieron su gravedad. La primera reacción fue perseguir a los corsarios y cerrar el paso del Estrecho. Se ideó una flota a resguardar el paso austral. Sin embargo, la empresa concluyó con la tragedia de casi toda una población en hambruna en las fundadas ciudades del Estrecho, Nombre de Jesús y Rey don Felipe.

Así, la ruta quedó abierta para los enemigos del imperio, en especial ingleses y holandeses, que enviaron varios corsarios al Pacífico. Se dio que poco a poco fue imposible controlar el paso de las naves; la pérdida del dominio español en el Pacífico no era más que cuestión de tiempo.

La situación se agravó con la creación de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales hacia 1624; unos años después se dio la idea de fundar por parte de los holandeses una colonia en Chile, así se presentó la opción de Chiloé. Pero la pobreza de la isla y sus obstáculos geográficos mermaron la iniciativa, dirigiendo así la expedición hacia Valdivia. Pero los alimentos escasearon, hubo deserción de marineros y los indígenas no colaboraron. De este modo, las naves en 1643 desfilaron con rumbo al Cabo de Hornos.

Dicha incursión produjo gran inquietud entre la población y las autoridades de Chile y el Perú. De tal manera que se decidió levantar fortalezas en la boca del río Valdivia y repoblar la ciudad, desaparecida en el desastre de Curalaba. Coincidentemente con dicha iniciativa desapareció la amenaza holandesa, principalmente por el retroceso de su poderío.

El problema del Pacífico volvería a plantearse, con mayor gravedad, en la segunda mitad del siglo XVIII, como inevitable consecuencia del avance inglés en el ámbito americano y de la Independencia de EEUU.

Antes de promediar el siglo XVIII, Inglaterra golpea con violencia a las puertas del Pacífico. El poderío inglés alcanza tal importancia en Norteamérica, el Golfo de México y el Caribe, que un avance en el Pacífico se presenta como una posibilidad real.

España buscó robustecer sus fuerzas en América, principalmente en México.

Inglaterra fijó su vista en las islas Falkland o Malvinas, pero España logró desbaratar un primer intento en este estratégico lugar cercano al extremo austral del continente.

Se siguió con el interés en torno a estas islas, hacia 1767 las islas pasaron a poder español, sin embargo aún quedaban españoles alojados al otro extremo del archipiélago.

Se le relegó a la gobernación de Buenos Aires hacia 1770 alejar a los ingleses de las islas; así España quedó en posesión de las islas, que debió mantener con fuertes gastos y sacrificios a modo de evitar la formación de establecimientos extranjeros. La ocupación de las Malvinas tuvo así el mismo sentido netamente estratégico que Valdivia, ocupación claramente inútil económicamente.

Con el interés de la caza de lobos marinos y pesca de ballena se reactivó la presencia de barcos extranjeros en la región.

Esta serie de factores, que constituían claramente un peligro, en parte influyeron en la creación del Virreinato de Buenos Aires, quien debió responder a una especie de tutela sobre las Malvinas y algunos fuertes levantados en la Patagonia.

Contrabando inglés

Hacia 1788 por medio de exitosas operaciones inglesas en el Pacífico, la existencia de ballenas en las costas del Pacífico sur era de conocimiento público, por lo que su pesca se iría masificando en la región y con ello la presencia de barcos. Así en 1790, en el despacho del gobernador O’higgins ya se acusaba la presencia de naves no identificadas.

El avance inglés fue importante, reflejado por medio de la Convención de San Lorenzo de 1790, que significaba la explícita renuncia de España a su hegemonía en el Pacífico.

Desde entonces los ingleses pudieron desplegar tranquilamente sus velas en el Pacífico, realizar una pesca fructífera y un contrabando lucrativo. Así España había vuelto a retroceder en su lucha con el poderío militar y económico de Inglaterra.

En los años siguientes la presencia de naves inglesas se intensificó notablemente en las aguas del Pacífico y las autoridades se vieron en continuos apuros para vigilarlas y averiguar sus intenciones.

En el último decenio colonial reapareció la violencia en el trato con los ingleses, perdida ya la pasajera amistad e inclinada España al lado de Francia. La natural consecuencia fue la guerra con Inglaterra.

Nuevamente fueron reforzadas las plazas de América y se puso en pie de guerra a las milicias, en espera de los enemigos.

Los ingleses a modo de hostilizar a los dominios españoles además del saqueo y sembrar el terror, aprovechaban muy bien el contrabando; resultando una mezcla de contrabando y piratería.

Es importante señalar que los barcos ingleses no venían principalmente al Pacífico con el fin de efectuar el contrabando, que realizaban fortuitamente; el objetivo verdadero era la pesca de la ballena o la caza de lobos marinos.

Contrabando norteamericano

Con la entrada en 1776 de Estados Unidos al rango de las naciones independientes una nueva influencia se dejó sentir en el continente.

Las colonias inglesas de Norteamérica habían adquirido un notable desarrollo que les permitió establecer relaciones comerciales.

La bandera norteamericana apareció en el Pacífico en 1788, en los mástiles de la fragata Columbia. De tipo indefensa, la embarcación causó las mayores alteraciones en Chile y el Perú.

Dicha alteración es fácil de comprender en un momento en que España aún pretendía mantener su exclusivismo en el Pacífico, del que vendría a renunciar dos años más tarde, en la convención de San Lorenzo, en lo que a Inglaterra se refería.

Luego, vinieron muchas otras embarcaciones, continuando con el lucrativo negocio de las pieles y además aparecieron las fragatas balleneras tras la ruta ya abierta por los ingleses.

Desde aquellos años las costas de Chile fueron frecuentadas por gran número de barcos norteamericanos, fuera de los ingleses y franceses, que mantuvieron a las autoridades en continua agitación.

El tratado de límites y navegación ajustado entre España y EEUU en 1796 vino pronto a consagrar el derecho de los norteamericanos para surcar las aguas del Pacífico y recalar en los dominios españoles., en caso de emergencia.

En adelante, los gobernantes de los dominios españoles estuvieron obligados a admitir los buques norteamericanos siempre que no mediase engaño o torcidas intenciones. Al amparo del tratado, pudieron los norteamericanos recurrir a los puertos chilenos en busca de ayuda y efectuar disimuladamente un activo contrabando.

En total entre 1778 y 1810, desde la llegada del Columbia, visitaron aguas del Pacífico americano doscientos cincuenta y siete naves, haciendo de la afluencia norteamericana la más importante a fines de la Colonia.

Indudablemente, no todos los buques se dedicaron al contrabando. El trato ilícito no fue un objeto especial, sino que se realizó para aprovechar la ocasión que abría la actividad ballenera.

SITUACION DEL COMERCIO EN VISPERAS DE 1810

En este apartado, podemos señalar que toda la acción, vida y adelantos que podemos encontrara en las colonias españolas desde 1800 a 1810, se debe a la intervención de los extranjeros. Lo que trae repercusiones en el comercio de la época, y preocupa a los comerciantes y a los gobernantes, que enfrentan esto con la puesta en marcha del viejo sistema de restricciones. Además esta intervención se ve reflejada en el fuerte contrabando, en el cual muchos autores señalan que si no se resuelve traerá un fuerte atraso al comercio. Y la situación con el tiempo se tornaba más angustiosa, por que llegaban muchos productos del extranjero y los comerciantes coloniales no podían vender los suyos.

Pero esta abundancia de productos no solo era causa del contrabando, sino que también a la frecuente llegada de naves neutrales que contaban con el permiso de la corte y la entrada de mercadería había llegado a ser mayor en tiempos de guerra que en tiempos de paz. Situación que se mantuvo hasta 1810 sin presentar mejoras.

Otro factor que influyo en la presencia de grandes cantidades de mercaderías fue la llegada de productos chinos, que afluyo en los barcos de la Compañía de Filipinas, debido a las guerras.

Esta situación envolvía a todo el país, además de las colonias vecinas. En este fenómenos podemos encantara una clara paradoja, ya que al cabo de un siglo de activas reformas, los comerciantes chilenos, que habían comenzado a pedir tímidamente que se abriera la ruta de Buenos Aires, se quejaban ahora en tono violento por considerar esta situación de excesiva libertad.

CAPITULO VI: LOS PROBLEMAS DEL COMERCIO Y LAS IDEAS ECONOMICAS

ESPIRITU DE REFORMA

Las múltiples reformas establecidas por los Borbones españoles, fue apreciada de diversos modos por los súbditos americanos. Hubo intereses heridos, algunas situaciones que desfavorecieron a algunos, incluso en algunas partes del continente hubo respuesta de violencia contar las medidas tomadas por la corona; pero por otra parte los hombres de mayor figuración en la sociedad valoraron las ventajas de muchas de las reformas.

Algunos comerciantes veían solo lo que afectaba a sus negocios, pero había algunos personajes apreciaban las medidas dictadas por la corona que beneficiaban al grueso de la sociedad, mas que por beneficios particulares.

Si bien ahora vemos una libertad de Chile frente, a la dependencia de los comerciantes del Perú ahora existía una dependencia de Cádiz. La disposición del libre comercio significaba protección, amplitud y fomento.

Si bien, la amplia política reformista de la metrópoli, que daba motivos para ser aplaudida, en lugar de satisfacer demandas de los criollos cultos, aumento mas sus pensamiento progresistas y originó un deseo de mayores cambios especialmente en los sectores que habían quedado de lado como la industria y la artesanía.

Buscaban un apoyo a lo que ellos mismos determinasen y a las reformas que querían llevar a cabo. Lo que buscaban eran permisos y facilidades, sabían que la corona no les daría todo pero si esperaban garantías y protección a sus proyectos, que para la época eran muchos.

PERSONAJES E INSTITUCIONES

El espíritu reformista que señalamos anteriormente, se personalizo aun mas en materias económicas, específicamente en comerciantes de amplia visión y en algunos intelectuales con intereses económicos, en ningún caso economistas propiamente tales, pero lo que les faltaba era la formación y sistematización de sus ideas, aun así, les sobraba esperanza y entusiasmo.

Manuel de Salas fue uno de los más destacados, no hubo asunto público en el que no intervino. El creo y sostuvo la Academia de San Luís, donde por primera vez se formo a técnicos especializados en matemáticas, geometría y dibujo. Creo el Hospicio de Santiago, propicio y fomento también numerosas industrias; loza vidriada, aceite de linaza. Etc.

Juan José de Santa Cruz, dejo un legado que contaba con mucha información sobre la economía chilena y su opinión sobre los problemas que afectaban al comercio. Función que tan bien ejerció Don José de Cos Iriberri. Don Anselmo de la Cruz se dedico a especulaciones mercantiles y propuso muchas medidas progresistas y aun se atrevió a solicitar el comercio libre con todos los países.

La inquietud que nos muestran estos personajes se manifestó principalmente en el Real Tribunal de Consulado, donde pudieron exponer sus ideas y mostrar planes de reformas. El cabildo por su parte quedo muy atrás en estas atribuciones, desde las reformas borbónicas, el Consulado le quito injerencia sobretodo en asuntos económicos que habían sido asunto del cabildo anteriormente.

Sin embargo en el Consulado prevalecían los integrantes, que velaban por sus propios intereses y no por los de la mayoría y vemos claramente un divorcio entre la elite idealista - progresista y la individualista - ambiciosa.

Las funciones del Consulado eran: la administración de la justicia comercial y el fomento de actividades económicas.

Como protector del comercio, el consulado tuvo algunas actuaciones importantes, como solicitar nuevas franquicias, es decir, pedir permisos para fabricar ciertos productos en el país.

Unos de los primeros documentos presentados al consulado fue la Representación sobre el estado de la agricultura, industria y comercio de Don Manuel de Salas, donde describió que bajo un atraso económico, una escasa producción, la tosquedad de las manufacturas, el retaso de la técnica y la pasividad del comercio, se nota una queja y el deseo de una mejor política económica.

Anselmo de la Cruz propuso al consulado, la creación de una sociedad económica de amigos del país, como una manera de estimular el desarrollo de chile, cuya pobreza y atraso criticadaza en tono de queja.

Dadas las ideas vertidas en el consulado, resulta aquel el mejor organismo que estimulo el pensamiento de los criollos en materias económicas y el único que les sirvió de tribuna.

POSIBILIDADES DE CHILE

La imagen que tenían los criollos sobre su país es muy importante para medir sus intenciones y el vigor de sus esperanzas.

Y frente a los dichos de muchos ellos, podemos extraer, que consideraban que la tierra era muy rica, la mas fértil, el cariño por la tierra natal se había mantenido como nota alegre y sostenida en el animo y los escritos de los chilenos.

En el siglo XVIII el espíritu regional se acrecentó. El desarrollo logrado por el país y la consolidación de la aristocracia criolla, acentuaron el sentimiento. Los jesuitas también se estacaban en esta postura, luego de haber sido desterrados muchos continuaban realizando escritos y estudios de sus países natales y los chilenos estaban dentro de los más destacados.

Pero las obras escritas por criollos y jesuitas ya no solo tenían una visión lírica del territorio, mas bien muchos estudios estaban enfocados al estudio y conocimiento de la naturaleza chilena y con esto nos aproximamos a la idea de grandes posibilidades que presenta el país, como veremos mas adelante.

Ellos confiaban en la grandeza del país pero hacia falta un estimulo hacia los hombres y establecer una sana política económica para aprovechar las ventajas de la naturaleza.

El contraste que veían los contemporáneos entre la riqueza potencial de Chile y la pobreza general de los habitantes, el escaso desarrollo de la producción y de la exportación, herían profundamente la conciencia de los hombres cultos, que fuera de vivir en el país más privilegiado, soñaban con una gran situación de progreso y actividad económica.

ATRASO ECONOMICO

El carácter de la economía colonial chilena descansaba fundamentalmente en la producción agrícola, ganadera y minera, rubros que daban trabajo a la masa laboriosa y cuyos productos constituían los mayores embarques hacia el exterior. Esas actividades propias de una economía atrasada, se debatían en medio de graves problemas que hacían imposible su desarrollo; la técnica empleadas era rustica, la explotación floja; el mercado interno se satisfacía sobradamente y el externo se limitaba al Perú, con escasos envíos.

La falta de mercado para los productores chilenos era la dificultad primordial que aplastaba cualquier desarrollo, pero las condiciones que rodeaban el trabajo de la tierra y de las minas, como la elaboración de sus productos eran un daño, que los contemporáneos observaron con preocupación.

Une las principales falencias era el latifundio, la tenencia de tierras en pocas manos, hacia que existiera una carencia de espíritu de empresa, ya que sus propietarios no las explotan como es debido y la dejan en manos de mayordomos y/o inquilinos, los que por no sentir como propia la tierra no trabajaban con prosperidad, además los dueños no introducían mejoras en las técnicas, los beneficios que tenían sin mayor esfuerzo los satisfacía completamente.

Las zonas mineras se desenvolvían con técnicas primitivas y rodeadas de mayor inseguridad, las que eran en gran parte por escasez de capitales y del temor que tenían los que disfrutaban de algún poco, para aventurarlo en explotaciones inciertas.

Estaban ligadas al trabajo agrícola, ya que se ubicaban cerca de haciendas donde aprovechaban los recursos para mantener a los obreros. Fuera de las actividades básicas del campo y la minería, estaba la industria (termino exagerado para una actividad muy rustica) de manufacturas, que no pudieron competir con la llegada de mejores productos europeos.

A partir del comercio libre de 1778 se agudizo, con caracteres cada vez más fuertes, la competencia las industrias coloniales, que llegaron a resentirse en forma notable. La falta de técnica y de personas especializado eran los impedimentos para un desarrollote la manufactura. Pero esto no se debía a falta de entusiasmo o poca habilidad de los artesanos, sino de una falta de estímulos y de maestros que les enseñaran nuevas técnicas.

DESEQUILIBRIO DE LA BALANZA COMERCIAL

La pobreza de la producción chilena, en todas sus ramas, eran consecuencia de sus restringido mercado, las exportaciones eran trigo, sebo, cueros, cobre, fuera de esto no había otro producto que tuviese posibilidades de colocación en la península o en otro mercado distante.

En ese sentido el problema era geográfico, ya que Chile se encontraba alejada de Europa y los fletes superaban el precio del producto, lo que hacia imposible la exportacion.

Fomento de la producción

Es imposible dar impulso a las actividades productoras sin ciertos acomodos previos que allanasen el camino, tan sembrado de obstáculos como era el de un país retrasado el primer paso debía ser el estudio de la naturaleza para determinar las posibilidades de sus riquezas y un segundo la preparación del obrero y el técnico para asumir responsabilidades en una agricultura, minería, e industria racionalmente dirigidas.

En primer lugar se empiezan haces estudios, mas acabados del territorio, con el objetivo de encontrar nuevos productos para ser exportados; además comenzaron a enseñarles a los obreros y formas técnicos para que la producción fuera mas seria y saliera del arcaísmo de antaño.

El vasto pensamiento del desarrollo de la producción forma parte de los afanes reformistas de los apoyos y puede considerarse como un verdadero antecedente de la emancipación.

Solo una producción valiosa, de nuevas especies agrícolas, de minerales con nuevas aplicaciones, de productos elaborados por la industria podía asegurar una alta exportación. Mientras no estuviesen esas condiciones no podía pensarse en conquistar nuevos mercados ni siquiera se podían aprovechar las facilidades comerciales que otorgaba a corona.

El comerciante y la expansión de sus negocios

El comerciante de Chile, ya fuese originario del país o avecindado en el, ha sido descrito en términos desfavorables; se le ha señalado como un personaje rutinario, carente de espíritu de empresa y preocupado solamente de subir el precio de sus mercaderías.

La ampliación del comercio había traído como consecuencia un aumento del número de comerciantes, muchos de los cuales habían llegado como simples agentes de compañías españolas o como sobrecargos de los buques. También había crecido el número de los originarios del país y habían llegado algunos de otras partes del continente. A su vez, los chilenos habían salido para Buenos Aires y para España. Este crecimiento fue visto con indiferencia por los contemporáneos o como un síntoma dañino.

En gran parte, la estrechez del comercio chileno y su falta de horizonte derivaban de la competencia del limeño, mas acaudalado, fuerte e influyente, que al amparo de los virreyes había ejercido una especie de tutoría sobre el trafico del pacifico sudamericano. La superioridad de los comerciantes peruanos se dejaba sentir en todos los aspectos, incluso en el trato diario.

Esa mala impresión que causaban los comerciantes de Chile era comprensible si se les comparaba con los de otras regiones de mayores posibilidades mercantiles, que habían logrado amasar grandes fortunas y consolidar situaciones de privilegio, como sucedía con los de Lima y mas especialmente con los de Buenos Aires, que iban desenvolviendo sus actividades a pasos agigantados.

Mayor era la diferencia con los mercaderes españoles, así mientras en Chile se consideraba hombre de fortuna a quien tuviese cien mil pesos, en la península, un hombre de cien mil pesos no merecía reputación de rico.

Pero lejos de mantenerse en la inercia, los comerciantes de chile estaban alerta ante cualquier posibilidad y luchaban por extender sus empresas. La política comercial de la corona, mantenía algunos pocos aspectos negativos, lo que se traducía en menores oportunidades para nuestros comerciantes. Debían ellos enfrentar una fuerte competencia que casi no dejaba lugar a la expansión de su giro. La situación geográfica de Chile era la peor dentro del imperio español y se traducía en un alza de las especies europeas, imposibilitaba la exportación de productos al viejo continente y no daba lugar a que los comerciantes de Chile pudiesen reexportar las mercaderías europeas a otros mercados. Los comerciantes de Chile no ejercían dominio sobre ningún territorio anexo y solamente por excepción pudieron remitir mercancías europeas a Perú.

La falta de capitales inducía a formar pequeñas sociedades para emprender cualquier negocio de cierto volumen y la imposibilidad de hacer ventas al por mayor en el país, obligaba a los comerciantes importadores a vender sus cargamentos al detalle en tiendas propias y a mandar a otras ciudades a sus agentes con pequeñas partidas. Resulta así falso hacer un distingo entre comerciantes mayoristas y minoristas, pues el que era mayorista también lo era al detalle.

Los tropiezos y riesgos que sufría el comercio, provocaron en el comerciante un ligero apartamiento de esta actividad para orientarse hacia otra esfera económica, la agricultura, que ofrecía mayor seguridad y tranquilidad. La bondad del país, y el enlace con las familias tradicionales habían contribuido a operar ese cambio.

Es curioso observar como en el siglo XVIII, en lugar de diversificarse las actividades económicas se observa la superposición de una sobre otras. El comerciante era tanto mayorista, como dueño de tienda al detalle, se hizo terrateniente y trato de ser naviero, el hacendado mantenía pulperías con toda clase de mercancías, la minería se desarrollaba dependiente de las grandes haciendas y la industria del cuero se desenvolvía junto a las exportaciones agrícolas.

Las dificultades que trataban al comercio y el fracaso de algunos mercaderes hacían palpable hacia 1806 la reticencia de muchos de ellos para iniciar nuevas operaciones.

Luchando pacientemente contra toda esa serie de adversidades, algunos comerciantes lograron sobresalir y concibieron proyectos para ampliar negocios, que salían de lo rutinario.

Los comerciantes chilenos no solo llevaron sus negocios a las colonias cercanas, sino que también en los últimos años de la dominación española abordaron el tráfico directo con la metrópoli y aun extendieron sus vinculaciones a otros países europeos.

Los barcos chilenos para el comercio directo, la venta de cobre en Burdeos o Marsella, los agentes en Inglaterra, la adquisición de vajilla en Londres, la remisión de mercaderías a esa plaza, el acero de Suecia, los tejidos ingleses, las compras en Río de Janeiro, ¿Cuanto faltaba entonces para una absoluta libertad de comercio?

El espíritu luchador de los comerciantes de Chile se dejo sentir también en la navegación del pacifico sudamericano que fue surcado por cierto numero de naves del comercio chileno.

Desde luego la construcción de barcos no era ajena en Chile y de sus astilleros, que tenían una vida intermitente, salieron varias aves que prestaron servicios en las costas de Chile y del Perú. Los astilleros que tuvieron más actividad eran los del Maule y varios comerciantes de Chile tuvieron embarcaciones propias que destinaron al comercio entre Chile y el Perú.

Algunos de los buques que figuran de propiedad de comerciantes de Chile, no eran mas que naves corsarias o contrabandistas apresadas y rematadas por cuenta de la real hacienda.

Muchas otras naves cayeron en comiso y fueron rematadas en Chile, pero no hay evidencias de que quedaran en poder del comercio chileno, aunque se presume que así ocurría con varias de ellas.

También cayeron en comiso barcos de otras nacionalidades, que pasaron igualmente a integrar en parte las fuerzas mercantes de Chile.

Los comerciantes de Chile, lejos de aceptar pasivamente el tutelaje de los navieros limeños, hacían esfuerzos cada vez mayores para competir en el mar y a pesar de los continuos contrastes no cedían en sus ambiciones.

El empuje de algunos comerciantes y el deseo natural de expandir sus empresas, los llevo a la búsqueda de nuevos mercados en el pacifico, dentro del radio que podían alcanzar. Fue esta una lucha sin victorias, pero esencial para comprender las ideas de los comerciantes mas destacados. La falta de mercados no se debía esencialmente a prohibiciones legales, sino a las realidades misma del comercio y de la economía en general: falta de capitales, carencia de buenos productos exportables, similitud de la producción de las regiones más próximas, desmesurada extensión de los viajes y recargo en los fletes, etc.

El deseo de dar salida a los productos chilenos aunaba la voluntad de los comerciantes con la de los teóricos, resultando así una coincidencia de ciertos planteamientos generales con los propósitos concretos de los mercaderes.

Por ejemplo, don José de Cos Iriberri, aseguraba que, la falta de exportación era el único obstáculo que impedía el desarrollo de la agricultura y de aquí hacia derivar la postración de todas las actividades económicas. Decía también que, desde Ecuador hasta México podían enviarse las harinas, aguardientes, vinos y frutas secas y al otro lado del istmo principalmente las harinas, que en aquellos años se enviaban de los Estados Unidos en virtud de un privilegio especial. La conquista de esos mercados requería, sin embargo, fuertes capitales y una organización adecuada de factorías, almacenes, barcos, y hasta una fabrica de pipas, para realizar tal empresa. Lo mejor seria crear una compañía sobre la base de acciones, sin monopolio y fuerte para resistir reveses inevitables. Pero mientras se organizase la compañía, el consulado debía explorar los mercados.

La búsqueda de nuevos mercados se debió al esfuerzo aislado de algunos comerciantes, que a fines del siglo XVIII se atrevían a levantar la vista del tráfico regional, hasta entonces su única preocupación.

La corona por real orden del 20 de enero de 1774 había autorizado el comercio reciproco de las colonias con prohibición de enviar desde Chile y el Perú a nueva Granada, tierra firme y México, vino aguardiente, vinagre, aceite de oliva, pasa y almendras. En 1795 don Víctor Ibáñez de Corvera, presento una solicitud para exportar a san Blas por su cuenta, vino, aguardiente y cacao de guayaquil. Su propósito coincidió con el plan de la corte de levantar las prohibiciones que aun regían el comercio intercolonial del pacifico, aprobado por real orden del 2 de mayo de 1796, desde entonces el mercado litoral del norte quedo ampliamente abierto para las iniciativas de los armadores del Perú y Chile.

A fines del siglo XVIII, Cos Iriberri se mostraba un poco escéptico al comercio con filipinas ya que esta había desarrollado mucho su agricultura y los productos chilenos no tendrían colocación, sin embargo el mismo deja constancia de haber oído hablar mucho de un proyecto para comerciar con Asia y de que la gente se lamentaba de su fracaso.

La situación de filipinas no debe interpretarse como ejemplo de las trabas que afectarían al trafico de exportación, sino que era algo peculiar de las relaciones con esas islas, sujetas al privilegio de la compañía. Al intentar abordar ese mercado, los comerciantes de Chile se habían fijado en uno de los pocos que les estaban prohibidos.

Algunos comerciantes de Chile, dentro de sus posibilidades, eran gente emprendedora que se esforzaba por ampliar sus mercados y que no perdían las esperanzas en su lucha. Fuera de los tropiezos, sus actividades eran limitadas por la falta de productos chilenos de alto valor que tuviesen demanda en los mercados externos.

Rivalidad con Lima

En gran parte los problemas económicos de Chile estaban relacionados con el Perú, desde que aquel virreinato era el único mercado externo para la agricultura chilena, y que la importación de mercaderías europeas había sido su privilegio, como también por la competencia que desde allí se hacia a los comerciantes chilenos.

Las reformas de la última centuria colonial fueron favorables a Chile, pues cada innovación trajo consigo una mayor independencia económica respecto al Perú. Como el contrabando francés, los navíos de registro de Buenos Aires, a los registros del cabo de hornos, y otras medidas que tendieron a dar un carácter más directo y libre al comercio. Pero cada avance significaba nuevos choques con los mercaderes limeños, de modo que la evolución comercial del siglo XVIII se presenta como una lucha de suplantación, dominio de unas plazas sobre otras y afán de conquistar los mercados colindantes y cercanos.

El comercio triguero fue el que provoco las mayores disputas, comprensible por la importancia del trigo en la subsistencia de los peruanos y por ser el principal fruto de exportación de los hacendados chilenos.

Después del terremoto de 1687, las cosechas de trigo bajaron su rendimiento, lo que obligo a comprar el grano a Chile, estableciendo una dependencia con la agricultura chilena.

Hacia 1724 la agricultura peruana dio indicios de restablecerse pero era inútil competir con el trigo chileno, mas barato y de mejor calidad.

Lentamente las sementeras peruanas se habían ido recobrando de la plaga que las había azotado, aunque nunca logro el cereal la bondad del chileno. Don Antonio Manso de Velasco, actual virrey del Perú, dio un fuerte respaldo a la agricultura peruana, que daba buenos indicios para sacudir a dependencia de Chile. Se aumento notablemente la producción en los campos vecinos a Lima. Tan drásticas fueron las medidas de Manso, que en 1755 llego a expedir una orden para que en todas las panaderías se distribuyese el trigo sobrante de los valles antes de autorizar la venta de trigo procedente de Chile.

En Chile gobernada don Domingo Ortiz de Rozas, donde hubo un decido protector. Reunido en cabildo abierto en la capital, se decidió restablecer la “diputación de las bodegas” de Valparaíso, que tendría vastas atribuciones en forma de un monopolio, para imponerse a los intereses del virreinato.

Los acuerdos levantaron protesta en Lima, pero los comerciantes y hacendados de Chile triunfaron al quedar establecida la diputación en 1754.

Sin embargo, los bodegueros fueron tentados por los relucientes doblones de los peruanos y se cometieron fraudes de toda especie. Al poco tiempo el monopolio se había convertido en una ilusión.

El continuo fracaso de los hacendados y comerciantes de Chile, fue motivo de que quedasen a merced de los navieros peruanos, que les impusieron la ley del más fuerte. La supremacía en el transporte les permitió confabularse para dejar amontonarse el grano en las bodegas de Valparaíso, obtener así un abaja en el precio y adquirir solamente el de mejor calidad, mientras el rezagado era presa del gorgojo y había que lanzarlo al mar.

En 1804 volvió a empeorar la lucha, debido a una plaga de polvillo, se experimento en Chile un alza del precio que al repercutir en el Perú origino una protesta del cabildo de Lima, que acuso a un alto personaje de Santiago de haber acaparado la cosecha.

La conciliación del interés chileno con el peruano era tan difícil, que nunca se pudo lograr la armonía y los problemas del comercio triguero se proyectaron incluso después de la independencia de ambas naciones, influyendo fatalmente sobre sus relaciones.

Otro aspecto de rivalidad fue el comercio con las demás colonias de la costa del pacifico, cuya fecha de partida puede situarse a mediados del siglo XVIII. Como por ejemplo, cuando se quiso traer azúcar desde Acapulco a Chile, pero se oponían los hacendados peruanos que producían también la caña de azúcar.

La rivalidad chileno peruana también se manifestó en la creación de dos instituciones en Santiago, la casa de moneda y el consulado, que dieron mayor autonomía al comercio chileno.

En las primeras décadas del siglo XVIII, subsistía el viejo sistema de enviar a Lima oro y plata para su acuñación, lo que causaba graves daños a los mineros de Chile. La situación se hizo mas precaria cuando el virrey Castel Fuerte, prohibió en 1724 el envío de dinero de Perú a Chile, que produjo graves trastornos y determino una petición en el cabildo de Santiago.

El cabildo elevo una representación al monarca, para solicitar la creación de una casa de moneda. La petición encontró bien dispuesto al rey, pero se pidió informe a las autoridades de Chile y al virrey del Perú. El informe fue favorable y solo el virrey del Perú se opuso por estimar que no se costearían los gastos. Esto último prevaleció en Madrid y el proyecto quedo en nada.

Gracias al esfuerzo de García Huidobro, se formo en pocos años la casa de moneda, el presento a la corte una solicitud para formar la casa por su cuenta. El rey acogió el proyecto y el 1° de octubre de 1743 se formalizaron las bases para la creación de la casa.

La creación del tribunal del consulado fue más resistida desde el Perú. En 1736 el virrey dicto una ordenanza que creo un tribunal de comercio de primera instancia, de cuyos fallos podía a apelarse al consulado de Lima. El juez seria elegido por los mercaderes de Santiago que estuviesen inscritos y duraría un año. Esta reforma no satisfizo las esperanzas de los comerciantes, ya que al quedar sujeta a la apelación del consulado de Lima, se originaban muchos problemas. La lucha del comercio chileno fue por obtener un tribunal de alzada, que reemplazase en ese carácter al consulado de Lima. La corte resolvió favorablemente pero el virrey no le dio cumplimiento.

El cabildo de Santiago también apoyo la formación de un tribunal de apelación y el gobernador Guill y Gonzaga le presto el respaldo. El monarca dispuso por orden real de 29 de julio de 1767 el nombramiento de un juez de alzada, que debía recaer en un oidor de la audiencia.

Con el correr de los años se hizo necesaria la creación de un consulado propio, así estaría en igualdad de condiciones con Lima. Para obtener esto se debió luchar con mayor tenacidad y durante largos años.

Fuera de los grandes episodios de la rivalidad, hubo muchos otros incidentes que en diversas formas contribuyeron a profundizar el antagonismo. Entre estos se deja ver por ejemplo, cierta competencia de productos chilenos con peruanos, especialmente en los manufacturados.

Algunos monopolios de Estado dejaron también una huella de odiosidad entre Chile y Perú.

Durante el siglo XVIII, Chile alcanzo señaladas victorias sobre los intereses peruanos y logro sacudir en gran medida el tutelaje de los mercaderes limeños, de manera que la dependencia económica era débil en los días que antecedieron a la emancipación. Sin embargo los roces habían dejado una huella profunda y siguieron las quejas y declamaciones contra el virreinato, hasta influir en el proceso de la independencia.

La lucha con el Perú coincidía con una diferencia de carácter entre ambos pueblos, que se proyecto sobre las reacciones sicológicas de los chilenos, quienes tenían conciencia de ser distintos y miraban con desprecio a sus vecinos del norte.

Capítulo VII: La libertad de comercio

Persistencia de la idea monopolista: Se entendía a fines del s. XVIII el monopolio como un aspecto por naturaleza y “de derecho” para España por haber fundado la Colonia y en general virreyes y las grandes esferas de América respaldaban esta posición además porque no había conocimiento cabal sobre los otros sistemas por falta de bibliografía del tema. En vísperas de la Independencia la idea del libre comercio no parecía la mas atractiva ya que el único producto exportable era el cobre mientras el temor de los hacendados de que acabase su industria con las importaciones de muchos países fueron factores que mellaron la idea; pero los factores económicos que impulsan la decisión son como querer aumentar la producción; estimular la industria, descontento con las exacciones; etc.

Proyectos Innovadores: Antes de 1811 se dieron 2 episodios que encausarían la decisión de libre comercio; el primero se plantea como el ingreso de barcos estadounidenses a puerto chileno (Valparaíso) en tiempos donde la escasez de productos europeos y su alto precio debido a la guerra intentaron vender, pero no les fue permitido debido a las leyes que los restringían. El segundo se basa en una carta del secretario del “reino de Chile” en donde propone la tesis del libre mercado en la igualación de la exportación-importación y no en la supremacía de un país por sobre otro. Al parecer este no fue tomado en cuenta pero el gobernador García Carrasco planeaba permitir a los ingleses comerciar con Chile debido a la precaria situación; después de meses vacilante quienes tomaron la iniciativa fueron los rioplatenses.

El caso del río de la Plata: Buenos Aires era el gran puerto de América del sur por la costa Atlántica y por lo tanto era codiciado por las otras potencias; en este sentido bajo un estudio encargado por el virrey y ante la presión del los barcos comerciales Ingleses B. aires aceptó el libre comercio de forma excepcional durante el período de carestía; además en este aspecto el puerto bonaerense si tenía posibilidades de exportación directa con el mundo por lo que se explica y justifica la decisión; inmediatamente Chile percibe la situación y los comerciantes reclaman ya que las tiendas comienzan a llenarse con productos del otro lado de la Cordillera.

El decreto de libre comercio de 1811: Cuando se establece el nuevo gobierno en Chile en 1810 la prioridad era establecer el orden y asegurar la soberanía debido al peligro inminente de potencias como la francesa; la inglesa, el Brasil o el virreinato del Perú. A esta situación se oponía un cuerpo armado mal constituido; por lo tanto se requería una pronta solución a este problema además que el reino no contaba con los recursos para hacerlo; en esta situación se aceptó el plan de don Juan Mackenna de aumentar el número de soldados y armamentos; para ello reajustaron, redujeron o quitaron efectos económicos que no dieron mayor resultados o no lograron paliar cabalmente la falta de recursos apareciendo el “libre comercio” como LA única esperanza de subsanar la situación. Existían planteamientos que argumentaban que si los productos llegarían igual desde Buenos Aires era mejor abrirle puerto a los inglese para vender sus productos y así el estado obtener recursos de los impuestos a la importación. En un primer consejo de Comerciantes de Santiago se negaron a introducir una liberalización; en un segundo intento volvió a aparecer con su tendencia a situar el libre comercio fue Cruz; quien vuelve a plantear su propuesta, protegiendo a los productos exclusivos chilenos privilegiando las exportaciones que eran “la verdadera riqueza”; sólo habrían 3 puertos autorizados para comerciar con extranjeros (Valparaíso; Concepción y La Serena [Yeny]), esta junta tampoco llegó a acuerdo favorable; Es por ello que se acudió a una siguiente reunión donde no se aprobó por la pluralidad de votos; ahora bien, finalmente el 21 de febrero de 1811 la Junta declaró el libre comercio con potencias amigas o neutrales; se prohibieron ingresos de productos como licores y estancos (cartas, cigarros y no me acuerdo de la otra) resguardados para la industria nacional el primero y el segundo para el estado; todos los productos que permitieron avances en ilustración, defensa e industria estaban libres de derechos (aduaneros?) por 1 año ½. La medida no tenía precedentes por lo cuál era una creación totalmente propia; por esa misma razón y por ser estructurada en líneas fundamentales al igual que el estado rápidamente presentó las falencias de su improvisación. Para ello fueron introducidas una serie de decretos en 1813 que ayudaron a mejorarla. Se debe decir que la ley no se aprobó sin protestas de españoles y comerciantes demostrando lo impopular de la decisión.

Conclusión

Villalobos plantea como mito la escasez de productos y señala que generalmente se encontraban en abundancia; a tal punto que a veces era mucho y los precios bajaban a tal punto que los comerciantes se iban a pérdida. La forma de situarse mundialmente era a través del cobre que no era muy cuantioso además que el país no contaba con conocimientos técnicos ni hábiles negociantes. España nunca renunció al monopolio pero tuvo que ceder ante las circunstancias internas la iniciativa a potencias mejor preparadas; el contrabando era importante pero no al punto del comercio legal. El impacto excesivo de este libre comercio cayó sobre la industria local (sino artesanía) debido al ingreso de manufacturas extranjeras de mejor calidad y precio; aunque no desapareció por completo. La escasez de circulante fue otro problema pero que se dio durante toda la colonia. Es cierto que alcanzó algo de mayor dinamismo interno pero en el balance los años de liberalismo económico colonial eran desfavorables; es por ello que a 1810 la Junta de Comercio rechazará en 3 sesiones la idea del libre comercio. El excesivo comercio de la industria colonial había debilitado a los pequeños artesanos que no podían competir ante las industrias extranjeras. En Chile la gran mayoría se oponía al libre comercio y solo algunos comerciantes idealistas y en especial los estadistas que buscaban mayor ingreso de capitales para la defensa del territorio implementaron la medida en 1811. no fue con apoyo mayoritario de la población sino imposición del nuevo gobierno. Los antecedentes económicos de la independencia no pueden encontrarse aquí; sino mas bien, en la búsqueda del desarrollo de una industria.

Los criollos no querían mercantilismo con la metrópolis sino que en el propio territorio con el trabajo de las materias primas; revolucionario ya que exportaría productos elaborados. En el cuál una serie de mejoras debería desembocar en un desarrollo industrial; pero estos ideales se anteponían a los de la metrópolis; eso significaba dejar de entregar sus riquezas a España. Aquí estaba el antagonismo económico de la metrópolis con su colonia y que se alimentaba de los fuertes tributos le imponía llevaron estos problemas a las calles. La colonia vivía un período de transformaciones y maduración profunda donde la invasión Napoleónica la aceleró y precipitó los acontecimientos.

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