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El Enclave Bananero

JDLainez22 de Abril de 2015

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INTRODUCCIÓN

Hay acontecimientos históricos en nuestro andar de pueblo joven que suelen pasarse desapercibidos, uno de ellos es la que comprende a Maya, el sísmico mes de la huelgas desatados por los trabajadores hondureños 1954; otra es el enclave bananero y su influencia en la vida política, económica y social de Honduras; sucesos que exponemos y analizamos en este documento por considerarlos trascendentales en la vida histórica de nuestro país.

OBJETIVOS GENERALES

1. Conocer la influencia de las compañías bananeras en la vida política, económica y social de Honduras.

2. Caracterizar la situación de enclave bananero en Honduras.

3. Analizar las causas y consecuencias económicas, sociales y políticas que produjo la huelga de 1954.

EL ENCLAVE BANANERO

Antecedentes

Desde la última década del siglo XIX un nuevo producto de exportación comienza a cobrar importancia. En 1888-89 el banano representa el 24% de las exportaciones totales del país, en un momento en el que predominan los pequeños productores locales quienes venden el producto a distintas compañías norteamericanas.

EL ENCLAVE BANANERO

El cultivo del banano se inicio en el litoral norte (primero, en las Islas de la Bahía, y después, en la tierra firme) en el año de 1860 como una actividad de pequeños productores. Así continuó hasta el año de 1899 en que la Vaccaro Brothers and Company estableció la primera plantación bananera en las cercanías de La Ceiba. Esta es la misma empresa que en el año de 1923 se transformará en la Standard Fruit Company. Desde finales del siglo XIX, la Vaccaro Bross and Co., había venido actuando en el Apis como empresa comercializadora de bananos.

En el año de 1902, un norteamericano llamado William Streich obtuvo una concesión que le permitía arrendar hasta 5.000 hectáreas de tierra entre Omoa y Cuyamel, debiendo pagar un canon de diez centavos por cada hectárea cultivada y veinticinco centavos por cada hectárea que no lo estuviera. Se otorgó al concesionario el derecho a construir una línea férrea, a hacer uso de los ríos para navegación fluvial, construir embarcaderos y un muelle. Se le eximió del pago de impuestos fiscales y municipales para la importación de maquinarias, herramientas, ganado extranjero, semillas, materiales y útiles para la construcción de casa, cercas, vehículos, locomotoras, rieles, tubos, botes, lanchas, dragas, combustible, útiles y elementos para fuerza motriz y luz eléctrica, ropa de trabajo y víveres para sus trabajadores. Streich dedicó las tierras obtenidas en arrendamiento al cultivo del banano y construyó un alinea férrea de cinco kilómetros entre Veracruz y el puerto de Omoa para el transporte de los mismos. Esta concesión fue trasladada en el año de 1905 a la compañía Hubbard-Zemurray, que había nacido a la sombra de la United Fruit Company, convertirá la Hubbard – Zemurray en la Cuyamel Fruit Company.

El moderno sistema concesionario que será característico de la gran plantación bananera controlada por las grandes compañías bananeras norteamericanas, se iniciará en el año de 1906 con la concesión que el régimen de Manuel Bonilla le otorgó a la Vaccaro Bross and Co. Se trata de una concesión mediante la cual esta compañía bananera se compromete a extender el ferrocarril que tenía construido en el Distrito de Le Ceiba, desde el rio Zacate hasta la ciudad de La Ceiba hacia el oriente, y, desde el rio Salado hacia la Bahía de Hizopo u Obispo, hacia el poniente. A cambio de esta concesión que obliga al concesionario a extender una línea férrea por la cual no había recibido ningún beneficio del Estado, se otorga a la Vaccaro Bross. And Co. “doscientos cincuenta hectáreas de terreno nacional libre, por cada kilometro de línea férrea que construya, en lotes alternados para el Gobierno y para el concesionario” (Ministerio de Cultura, Turismo e Información). Las tierras eran concedidas en dominio útil, es decir, que no eran propiedad del concesionario y tendrían que devolverse si no se cumplía lo establecido en la concesión.

Además de este beneficio extraordinario, el Estado hondureño concede el concesionario los siguientes derechos, exenciones y privilegios:

a) Cortar y usar gratuitamente toda la madera que haya en terrenos nacionales para la construcción de casas estaciones y bodega así como las rocas, la cal y otros materiales requeridos para este propósito;

b) Libre uso de la fuerza motriz del agua de los ríos y demás corrientes naturales en un radio de cincuenta kilómetros de la línea férrea construida;

c) El libre uso del petróleo y el carbón necesarios para el servicio de las maquinas, funcionamiento del ferrocarril, alumbrado, etc.;

d) Uso gratuito de los terrenos nacionales libres que la empresa necesite para construir oficinas, estaciones, bodegas y talleres para el servicio del ferrocarril;

e) Exención de todo impuesto fiscal o municipal, ordinario o extraordinario por todo lo que se relacione con la construcción y manejo del ferrocarril;

f) Importación, libre de derechos de aduana y de todo impuesto fiscal y municipal, establecido y por establecer, durante el termino de esta contrata, las maquinarias, carros, rieles, durmientes, herramientas, dinamita y otros explosivos, aceites, y en general, todos los artículos materiales, etc. Para la construcción, mantenimiento, administración y funcionamiento del ferrocarril, y

g) Exención del servicio militar y de los ejercicios doctrinales de los peones y empleados en tiempos de paz y en los tiempos de guerra, de los indispensables para la misma empresa. el tiempo de duración de esta concesión era de cincuenta y cinco años.

Este es el formato de las concesiones que el mismo Manuel Bonilla Concederá a las subsidiarias de la United Fruit Company que comenzaran a operar en el país en la segunda década del siglo XX. Pero, a diferencia de la concesión a la Vaccaro Bross: and Co. A que se ha hecho referencia, las subsidiarias de la United Fruit Company en Honduras recibirán 500 hectáreas de tierras en dominio pleno por cada kilometro de línea férrea construida. Esta generosidad gubernamental está estrechamente relacionada con el hecho que las concesiones que usufructuaron la Tela RR. Co. Y la Truxillo RR. Co. Fueron una retribución del General Manuel Bonilla a Samuel Zemurray por haberle ayudado a recuperar la Presidencia de la República de la cual había sido expulsado en el año de 1907. Las concesiones en referencia fueron dadas a lugartenientes de Zemurray, quienes las trasladaron inmediatamente a la United Fruit Company. La Tela RR. Co. Comenzó a operar en el país en el año de 1912 y la Truxillo RR. Co. En 1914. Por otra parte, las concesiones que usufructuaron la Tela RR. Co. Y la Truxillo RR. Co. Eran de duración indefinida. Sin embargo, hay que anotar que los derechos y privilegios que el Estado hondureño otorgó a la Vaccaro Bross. And Co., en una segunda concesión que le dio en 1910 para que pudiera extender la línea férrea que poseía hasta la ciudad de Yoro y construir un muelle, en la bahía de Hizopo o en la ciudad de La Ceiba (el muelle fue construido en esta última ciudad), fue de noventa y nueve años de duración.

A través de estas concesiones ferroviarias, los administradores del Estado hondureño no solo pretendían mejorar las comunicaciones por ferrocarril en el litoral norte sino que también pensaban llevar el ferrocarril hasta Tegucigalpa. En efecto, la concesión que se le otorgó a la Truxillo RR. Co. Obligaba a esta compañía bananera a llevar la línea férrea hasta Juticalpa, desde donde se planeaba llevarla eventualmente hasta Tegucigalpa. Sin embargo, estas ilusiones quedaron frustradas ya que la Truxillo RR.Co. No llevó nunca la línea férrea a Juticalpa, con lo que la ilusión de llevarla a Tegucigalpa quedó en nada. Por otra parte, la Standard Fruit Company, heredera de la concesión de la Vaccaro Bross. And Co., jamás llevó la línea férrea hasta la ciudad de Yoro, como se había comprometido.

Veamos qué tipo de relaciones tenia la gran plantación bananera controlada por el capital norteamericano con la economía, el Estado y la sociedad receptora.

Desde el momento de la aprobación de sus concesiones, la Tela RR Co. Y la Truxillo RR. Co. Se comprometieron a pagar al gobierno central un centavo oro por cada racimo de banano exportado. En algún momento, que no puedo precisar, se les agrego la obligación de pagar medio centavo oro a la municipalidad del lugar donde se exportaban sus bananos. A partir de 1918, la Vaccaro Bross and Co. Fue obligada a pagar un centavo y medio oro al gobierno central y tres cuartos de centavo oro a la municipalidad del lugar de donde se exporten los bananos. Sin embargo, las compañías bananeras evadieron esta responsabilidad declarando una cantidad menor de bananos que la realmente exportada como demostró el diputado Felipe Reyes en la segunda mitad de la década del 20 del siglo recién pasado en su célebre alegato contra las compañías bananeras.

Las compañías bananeras desafiaron, sin mayores consecuencias, el poder soberano del Estado hondureño al pagar durante años a sus trabajadores con cupones contraviniendo las regulaciones legales del país. En abierta violación de las leyes del país, la Cuyamel Fruit Company construyó líneas férreas clandestinas y manejo fraudulentamente el contrato mediante el cual el Estado hondureño le entregó en arrendamiento del llamado ferrocarril nacional que unía Puerto Cortes con Pimienta. Las compañías bananeras en su conjunto se burlaron de la majestad del Estado hondureño al acaparar los lotes alternos

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