El Lector
tan_sc25 de Junio de 2014
931 Palabras (4 Páginas)173 Visitas
Pareciera ser que el amor por una mujer no abandona el corazón de un hombre nunca, o quizás este se extingue por temporadas invernales en las que, más tarde que temprano, reaparece épicamente como un fénix en el horizonte. Y aparece en el lugar menos común o en el momento menos esperado, como le sucede al protagonista de la novela El lector, Michael Berg.
La historia de Michael es la historia que todo joven quisiera tener a su edad. Por un lado sufre de una hepatitis que lo pudo haber retenido un año más en el colegio; pero a cambio, sufre el amor tierno y violento de Hanna Schmitz, una mujer adulta que lo ayuda en un momento de colapso de su enfermedad. Desde ahí, sus reuniones comenzaron a volverse diarias: Michael salía de la escuela y se iba a la casa de Hanna en donde combinaban su tiempo entre la lectura de grandes obras sagradas (sagradas en el sentido de su monumentalidad) y el erotismo de una relación sexual profana. Así como la circunstancia los unió, esta se encargo de separarlos por un tiempo.Esta novela está enmarcada en un espacio temporal bastante amplio en donde se recorre la plenitud de la vida del protagonista en su contacto con Hanna, que pasó a convertirse en pilar de su existencia mientras esta estuvo con vida. Asimismo, el libro se divide en tres partes, las cuales corresponden a cada etapa de la vida de Michael en relación con Hanna, las que podemos clasificar como una primera etapa de juventud, una segunda etapa de adulto joven y una tercera etapa de adulto. En cada etapa el tipo de relación que se lleva a cabo entre los dos personajes principales es radicalmente distinta, en donde se varía del contacto pleno y absoluto (sexual) hasta una no-relación clarificada, creo yo, en la segunda parte de la novela.
El lector es un libro que es de muy fácil lectura, en donde uno queda atrapado muy rápidamente gracias a una prosa ligera, sin tecnicismos ni palabras que reflejan una cultura superior, que nos entrega Bernhard Schlink. Quizás sea mi relativa cercanía de edad con el protagonista la que me generó tal abyección hacia la historia, o quizás era la simple paz interior en la que me encontraba al momento de leer esta novela la que me hizo entregarme por completo al libro. Lo concreto es que la historia está muy bien acabada y muy bien expresada, dividida en segmentos simultáneos al desarrollo de la historia, en especial a la vida de Michael.
Lo interesante es que a pesar de ser una historia muy bien relatada, o muy sencilla en su crónica, la profundidad de cada personaje es lo que hace que este libro sea uno de los buenos libros del siglo XX. En el caso del protagonista, su psicología está complejamente bien llevada; suponiendo siempre de que es él mismo el que, años después, relata toda esta historia. En momentos, el desarrollo de la novela es más dinámico, con una sucesión rápida de acontecimientos sin una mayor reflexión por parte de los personajes sobre lo que están viviendo. Pero así también, existen momentos en que el personaje detiene el vertiginoso avance de la trama para reflexionar sobre el actuar que llevó en aquel entonces, o hace un análisis desde el presente mismo de la situación para ponderar sobre su acción a futuro. O sea, el autor del libro combina diferentes estilos de psicologías en un mismo personaje, creando así a un Michael Berg que no tan solo es una persona que recrea sus vivencias sino que también las mira con un acercamiento a ese tiempo muy eficaz. Por otra parte, Hanna es un problema sin resolver, especialmente después de conocer las decisiones que toma tanto en sus declaraciones ante el tribunal y ante su propia existencia en la cárcel. La psicología de ella no la podemos entender muy bien ya que la conocemos desde el protagonista, y son sus acciones los canales de transmisión en donde ella nos refleja su carácter y su genio. Pareciera por momentos ser una cumbre de inocencia, pero en instantes
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