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El Oficio Del Maestro


Enviado por   •  19 de Abril de 2013  •  2.075 Palabras (9 Páginas)  •  750 Visitas

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Elizabeth Carrillo Salas.

Grupo: 1.2 preescolar.

Sabatino

EL OFICIO DEL MAESTRO: CONTRADICCIONES INICIALES

La elite intelectual liberal se propuso construir a la nación desde un punto de vista cultural. Esta política se definió desde un contenido cultural laico, distinto a los patrones religiosos y tradicionales, al mismo tiempo se sentaron las bases de la inculcación de una nueva cultura. El proyecto de un sistema nacional de educación debería realizarse mediante una serie de expropiación de los poderes culturales que se interponían entre el individuo y el Estado. El sistema educativo debía de homogenizar y uniformar el saber educativo legitimo y los medios legítimos de inculcación.

1.- LA S CUALIDADES CLASICAS: VOCACIÓN Y MORAL

El discurso pedagógico moderno se constituye recuperando, complementado e incorporándole otros requisitos a las definiciones clásicas del maestro decía José Díaz Covarrubias: “El tipo de profesor, es un conjunto de virtudes de todo género, y su misión no es un oficio, es el Sacerdocio”, o un “verdadero apostolado”, como decía Carlos Carrillo. El ejercicio de la práctica requiere no tanto de un saber cuanto, sino de una serie de de carácter ético – moral y la mas importante es la vocación. Se nace educador, como se nace artista, Decía Abraham Castellanos. Luego vienen “las cualidades morales” que son las que principalmente recomienda la Deontología. La ideología del magisterio como vocación innata, entra en contradicción con todas las demandas de “cientifización ” del oficio docente, que lo convierten parcialmente en “oficio aprendido”. El carácter de “sagrado” de la misión del maestro se presenta en los discursos del maestro ideal, y explica la insistencia en definir las cualidades sobre el polo moral-efectivo más que sobre el polo moral- cognitivo.

La escuela estaba orientada a formar ciudadanos más que hombre sabios. En este proyecto político –ideológico el maestro y la escuela eran, sobre todo, educadores, el maestro era definido como prototipo o paradigma del hombre ideal que se pretendía formar.

Decían todos los pedagogos que la mujer era una educadora por naturaleza estaban convencidos de que “naturalmente, instintivamente, la mujer estaba dirigida hacia las tareas educativas, hacia el cuidado moral, y material de los niños. Además, la mujer es mucho más penetrante que el hombre conoce mejor el corazón humano y particularmente el de los niños. Se define al maestro como “apóstol” o “mártir” de la regeneración social. “ El maestro es el redentor de las naciones” tiene la llave para entrar al augusto templo de la ciencia.

Podrí amos definir las característica no cognitivas como deseables y prioritarias en este perfil del maestro ideal en dos tipos distintos:

a) Características morales y conductuales como: entusiasmo, paciencia, perseverancia, dulzura, ternura, afabilidad, prudencia, honestidad, desinterés firmeza de carácter, caballerosidad, abnegación, entrega, temperancia.

b) Características físicas y de autopresentación tales como: porte exterior, los buenos modales, el tono de la voz, la vista y el oído, vestimenta, etc.

En las escuelas normales deberían exigirse ciertas condiciones y estas exigencias son: en primer lugar la fortaleza física: supongamos a un maestro que tiene muy buena voluntad para trabajar, pero es débil cuya voz apenas se percibe y que revela en todos sus aspectos falta de salud, no podría imponerse a los alumnos, ya que la fortaleza y la energía justifican el principio de autoridad. La deformación física es condenable para el oficio del maestro, no por un criterio físico, sino porque lo “feo” puede convertirse fácilmente en “risible” a los ojos del alumno, debilitando el principio de autoridad. El aspirante a maestro “necesita tener buena vista para vigilar a los niños hasta en los más insignificantes movimientos, un oído fino para percibir todas las palabras y los más leves ruidos que se perciban a su alrededor, de movimientos fáciles para trasladarse violentamente a donde fuera necesaria su presencia”.

La autoridad debe basarse en la “energía”, “la robustez” y por ultimo en “la fuerza”. El maestro- vigilante debe poseer las cualidades de inculcar, y además debe de estar en condiciones de reprimir cualquier manifestación de indisciplina en el aula. La educación moral del alumno debe de transcurrir por vía del ejemplo. “Tener a todas horas presente el valor incomparable del modelo”.

LA “CIENTIFIZACIÓN” RELATIVA DEL OFICIO

Junto con las cualidades morales, conductuales y físicas, el maestro además debía de tener “instrucción”, “preparación pedagógica”, esto es, tuviera conocimientos científicos. Se enumeran 30 cualidades para los estudiantes de las normales. La primera de ellas es la “puntualidad” y la “asistencia asidua” y en segundo lugar la “preparación pedagógica”, o sea, el maestro además de vocación debe de tener, un conjunto de conocimientos, estos no hacen referencia al saber acumulado por las ciencia del método de enseñanza. En esta contradicción entre el sabio y el maestro era claramente percibida por los pedagogos que identificaban al “catedrático” y por el otro al “maestro”. El primero es el “erudito”, el conservador de la ciencia de la cual conoce todo su proceso, y en cambio, el maestro “puede aceptar para su trabajo algunos cuadros y modelos ya delineados”. Sus propias creencias deben ser explícitas, debe de creer en lo que va a inculcar.

El maestro pedagogo a diferencia del maestro empírico por más sabio que este sea, posee la ciencia de enseñar, se trata de darle “la preferencia a la metodología de la enseñanza y la educación”. El buen maestro debe de conocer el método. Ya no basta conocer el contenido y el saber pedagógico práctico. El buen maestro es una combinación históricamente variable de vocación, cualidades morales, conocimientos pedagógicos y conocimientos de contenidos. Cada paradigma pedagógico y cada época histórica “dosifican” de un modo diferente a cada uno de estos componentes.

El “maestro moderno” ya no es el engranaje mecánico de un ordenamiento que, al igual que en la escuela lancasteriana, indica detallada y anticipadamente cada uno de los movimientos del oficio de enseñar tal como lo describe el discurso pedagógico moderno, se va pareciendo más a un juego, donde la existencia de reglas no impide que cada movimiento práctico del maestro obedezca a una “estrategia” elegida

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