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El Periodo 1918-1921: Los Problemas De La Posguerra.

19893418 de Mayo de 2014

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TEMA IV. FLUCTUACIONES Y CRISIS EN LAS ECONOMÍAS

INDUSTRIALIZADAS. EL PERIODO DE ENTREGUERRAS (1918-

1939).

1. El periodo 1918-1921: los problemas de la posguerra.

1.1. Los efectos de la guerra.

1.2. Las fluctuaciones entre 1919 y 1921. Las dificultades de la

normalización de la economía.

2. La reconstrucción y la expansión económica, 1922-1929.

2.1. La crisis de las reparaciones.

2.2. La estabilización monetaria.

2.3. Los movimientos de capitales.

2.4. El alcance del crecimiento económico.

3. La crisis de 1929.

3.1. Los antecedentes y las manifestaciones de la crisis.

3.2. Las dificultades de la recuperación y las políticas económicas.

4. La revolución rusa y la consolidación del modelo soviético.

2.1. La Rusia zarista.

2.3. La guerra y el estallido de la revolución.

2.3. El afianzamiento de la economía soviética: de la N.E.P. a la

planificación.

1. EL PERIODO 1918-1921: LOS PROBLEMAS DE LA POSGUERRA.

1.1. Los efectos de la guerra.

La primera guerra mundial tuvo efectos económicos muy profundos y

duraderos. Las secuelas de la guerra lastraron de forma notable la evolución de

la economía internacional en las décadas siguientes. Las bases de

funcionamiento del capitalismo decimonónico se alteraron profundamente a

partir de agosto de 1914. Todos los países suspendieron inmediatamente el

patrón oro, y, tras la suspensión, las transacciones financieras pasaron a estar

controladas por los gobiernos y los tipos de cambio fueron fijados

administrativamente. Las mercancías tuvieron que salvar entonces grandes

barreras arancelarias por la intensificación del proteccionismo. La era del libre

movimiento de la mano de obra, del cruce de fronteras sin pasaporte, pasó

definitivamente a ser cosa del pasado.

La profunda alteración que trajo consigo la primera guerra mundial, por

la generalización de un conflicto bélico tan devastador, desencadenó múltiples

efectos que resumiremos en efectos demográficos, económicos y políticos.

Los efectos demográficos.

La enorme amplitud del enfrentamiento armado durante la primera

guerra mundial ocasionó millones de víctimas. Se calcula que las bajas militares

ascendieron a una cifra (8,5 millones) mayor que la acumulada en todas las

guerras registradas en el siglo XIX. A pesar de todo, en términos relativos fue

pequeña porque representó el 15% de los movilizados. Esta cifra era equivalente

al 2% de la población europea total y a un 8% de todos los trabajadores varones.

Además de los fallecidos, unos siete millones de hombres quedaron

incapacitados permanentemente y otros quince millones más o menos

seriamente heridos. Fue la consecuencia de la generalización de la guerra, de su

extensión más allá de los campos de batalla y de la capacidad destructiva del

armamento y las innovaciones desarrolladas en la tecnología bélica (cañones de

gran calibre, la ametralladora, las armas químicas).

Las pérdidas demográficas fueron más señaladas en los países con

escenarios bélicos más prolongados. Las mayores pérdidas absolutas se

produjeron en Alemania (dos millones) y Rusia (1,7 millones). Francia perdió

1,4 millones, Austria-Hungría 1,2 millones y el Reino Unido e Italia casi tres

cuartos de millón cada uno. En términos relativos, Francia perdió el 3,3% de la

población, Alemania alcanzó el 3%, y el resto de los países se situó alrededor del

2%. Sin embargo, algunos países pequeños, como Serbia y Montenegro,

perdieron el 10% de su población.

En términos cualitativos, la pérdida ocasionada por la guerra tuvo una

gran importancia porque afectó, sobre todo, a jóvenes que representaban una

significativa parte de la población trabajadora. Francia y Alemania perdieron el

10% de sus trabajadores varones.

A las bajas militares (muertos y heridos) habría que añadir las bajas

civiles (como consecuencia de la extensión de las enfermedades, el hambre y las

privaciones generadas por el conflicto bélico). Aldcroft considera que las

muertes civiles inducidas por la guerra se elevaron hasta los cinco millones en

Europa, excluyendo a Rusia, soportando Austria-Hungría, Alemania e Italia la

peor carga en términos absolutos, aunque Serbia y Montenegro experimentaron

el mayor impacto relativo.

Asimismo, habría que tener en cuenta el déficit de nacimientos o el

número de no nacidos a causa de las condiciones del tiempo de guerra. Algunos

de los beligerantes registraron déficits de nacimientos muy alto: Austria-

Hungría, 3,6 millones; Alemania, tres millones. Francia e Italia tuvieron déficits

de 1,5 millones; Gran Bretaña, setecientos mil; y Rumania poco más de

quinientos mil. En conjunto, la pérdida de población por esta causa fue

semejante a la cifra total de muertes militares y civiles.

En suma, la cifra total de déficit de población europeo asciende a 22-24

millones de personas. Esta cifra era equivalente al 7% de la población europea

de antes de la guerra, o al conjunto de su crecimiento natural entre 1914 y 1919.

Así, a principios de 1920 la población de Europa era aproximadamente la

misma que al comienzo de la guerra. Las mayores pérdidas absolutas fueron

asumidas por Alemania y Austria-Hungría con más de cinco millones cada una,

pero en términos relativos Serbia y Montenegro fueron, con mucho, los que más

padecieron, con déficits cercanos a un tercio de su población de antes de la

guerra. De las potencias aliadas, Francia e Italia soportaron el mayor peso. El

déficit de población de Francia fue algo superior a los tres millones, o sea el

7,7% de su población de antes de la guerra. Esto incluye un déficit de

aproximadamente 1,4 millones, como consecuencia de una dramática caída de

su tasa de natalidad. El resultado neto fue que a mediados de 1919 la población

de Francia, de 38,7 millones, era inferior en 1,1 millones a la de 1914, aun

incluyendo Alsacia y Lorena, que había recuperado de Alemania.

El caso de Rusia es singular. Las bajas militares en la gran guerra estricta

fueron relativamente pequeñas, pero murieron millones de personas en la

revolución y en la guerra civil que vinieron a continuación. El número total de

víctimas no estuvo muy lejos de los 16 millones, a los que habría que añadir el

déficit de nacimientos estimado en unos diez millones: en total, 26 millones de

personas.

A esta enorme cifra habría que sumar numerosas víctimas por causas

asociadas a la guerra que se produjeron en el periodo posterior al armisticio. La

epidemia de gripe de 1918-1919 se cobró muchas víctimas, mientras que un

número sustancial de personas murieron en Europa oriental y en los Balcanes a

consecuencia del hambre. Conflictos fronterizos posbélicos y matanzas entre

1919 y 1921, especialmente en el sureste de Europa, añadieron más víctimas al

total.

En total, la suma de las pérdidas demográficas entre 1914 y 1921 se

situaría entre cincuenta y sesenta millones de personas, de los que Rusia

sumaría aproximadamente la mitad. En definitiva, estamos ante una enorme

tragedia humana.

Destrucción física y pérdidas de capital.

El valor del stock de capital de Europa se deterioró durante la guerra,

como consecuencia del daño físico, la venta de activos extranjeros, el freno a la

inversión y el descuido en el mantenimiento. Stamp calculó que la guerra

destruyó el crecimiento normal de unos tres o cuatro años de las rentas

derivadas de la propiedad en Europa, excluida Rusia, o una trigésima parte de

su valor original, y a esto debe añadirse una cantidad desconocida por el

deterioro del stock de capital existente, debido al descuido o falta de

mantenimiento. Europa también perdió aproximadamente una trigésima parte

de sus activos fijos como consecuencia de la destrucción y daño físico, mientras

que algunos países, sobre todo Francia y Alemania, abandonaron la mayor parte

de sus inversiones extranjeras. A todo esto, habría que añadir las pérdidas de

territorio y propiedades que sufrieron los países a consecuencia de los acuerdos

de paz.

Aunque globalmente las pérdidas de capital no fueron desastrosas, la

incidencia por países fue muy desigual. Mientras que los países neutrales

apenas sufrieron daño alguno, algunos incluso disfrutaron de una etapa de

acumulación de capital, la mayoría de los beligerantes sufrieron disminuciones

apreciables del stock de capital. El daño físico fue máximo en los principales

teatros bélicos, especialmente en Francia y Bélgica, aunque Italia, Rusia y

algunos países de Europa oriental también sufrieron de forma notable. En

comparación, Gran Bretaña, Austria y Alemania,

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