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¿En Qué Sociedad Vivi(re)mos? Tipos Societales Y Desarrollo En El Cambio De Siglo

amion7712 de Noviembre de 2013

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¿En qué sociedad vivi(re)mos? Tipos societales y desarrollo en el cambio de siglo

Manuel Antonio Garretón

Hay diversas maneras de abordar las perspectivas de la humanidad en el fin de siglo. Una, dentro de muchas disponibles y muy restringida por cierto, es entender cómo las sociedades se han ido organizando. En este sentido, podríamos identificar al segundo milenio como aquel donde se verifican una serie sucesiva de ensayos de la humanidad para constituir comunidades políticas. Desde este punto de vista, entonces, es que quiero abordar los dilemas del fin de siglo e inicios del próximo. Frente a este tema, lo único que podemos decir es cuáles van a ser quizás ciertas tendencias, ciertas grandes opciones a comienzos del próximo milenio, y a qué tendencias esas opciones dan origen. Pero reconozcamos que, inmediatamente después, éstas van a dar origen a otras grandes opciones y decisiones, de las cuales no podemos predecir nada, porque las ignoramos completamente.

Al trabajar con la organización de la sociedad, el ámbito en el que me voy a mover es muy limitado, específico, preciso. A saber, qué tipo de sociedad estamos viviendo y qué transformaciones está experimentando que se acentuarán en el futuro. Pero esta sociedad en que estamos viviendo, es más una sociedad de ruptura que un tipo societal cristalizado como, por ejemplo, lo fue la sociedad feudal o, como veremos, la sociedad industrial. Por ello está dotada de una plasticidad que la hace más difícil de predecir en el largo plazo.

Las dos hipótesis que quiero desarrollar aquí son, primero, que las sociedades históricas concretas que conocemos hoy día (por ejemplo, Chile, Brasil, Argentina, Estados Unidos, Francia, o la sociedad latinoamericana o europea, etc.) son una mezcla, una combinación de, al menos, dos tipos societales, cada uno de los cuales no se da nunca en forma pura y a su vez incorpora elementos de otros tipos societales. En términos weberianos, trabajaremos con tipos ideales que nunca coinciden con los tipos históricos reales. La segunda hipótesis es que asistimos no sólo a un cambio en el modelo societal o el tipo de modernidad sino también a una transformación del modelo de desarrollo, cambio o «modernización» de las diversas sociedades históricas.

Dicho de otro modo, asistimos a un cambio sincrónico y diacrónico, a una transformación de la modernidad misma y de los procesos de desarrollo o de constitución de las diversas modernidades. Ello constituye el fenómeno principal del fin de siglo y marcará el próximo.

La sociedad industrial de Estado nacional

¿De qué sociedad estamos hablando cuando decimos la sociedad actual? Podemos pensarla como la presencia combinada de dos tipos societales. Uno de esos tipos, para darle cierto nombre, es la sociedad industrial de Estado nacional. El otro tipo es el que denominaremos, a falta de otro nombre mejor, la sociedad post-industrial globalizada. Insisto, ambos tipos están presentes en diversos grados, formas y relaciones entre ellos en las sociedades que conocemos y en las que vivimos. Son más bien dimensiones de éstas.

La sociedad industrial de Estado nacional —y siempre caricaturizando, siempre haciendo un ejercicio de abstracción— tiene como rasgo principal una forma de organización en torno a la producción, el trabajo y la política. Y en torno a la producción y el trabajo y la conducción general de la sociedad que llamamos Estado y política, se constituyen actores sociales que interactúan en un determinado espacio que llamamos sociedad, y que se caracteriza por la correspondencia entre economía, política, cultura y organización o estructura social.

Es evidente, por ejemplo, que las instituciones culturales llamadas escuela, liceo o universidad, guardan una cierta correspondencia con la sociedad industrial de Estado nacional puesto que son

los lugares donde se desarrolla la personalidad, se reproduce una herencia cultural, se producen o reproducen conocimientos y se prepara para la ciudadanía y el trabajo. Es evidente que el tipo de familia y las variantes que conocemos, donde se combinan conyugalidad con parentalidad, socialización y afectividad, tienen que ver también con este tipo de sociedad y que no son las mismas que se dieron en otros tipos societales.

Entonces, tenemos una correspondencia entre economía, organización social, cultura y política en un espacio determinado, que se llama sociedad y que, para ser más precisos, tiene una frontera y esa frontera está definida por lo que llamamos polis. O sea, la sociedad industrial de Estado nacional, es una polis, lo que significa un «centro», que puede ser democrático, autoritario, monárquico, o de cualquier otro tipo, pero hay un centro donde de algún modo se toman decisiones. La política, en cualquiera de sus formas es la expresión principal de la vida social.

En este tipo de sociedad, tenemos también una correspondencia, teórica por supuesto, entre ética y moral. Hay principios éticos —absolutos, tradicionales o convencionales— que se expresan en normas de conducta que llamamos moral. La clásica trilogía valores-norma-conducta supone una cierta correspondencia entre estos elementos.

Cuando decimos correspondencia, no decimos determinación. No es que una dimensión o estructura determine a la otra, sino que existen mutuas determinaciones, las que varían según época y lugar. Tampoco implica de por sí la noción de adecuación o coherencia de contenidos, puesto que las dimensiones o componentes considerados pueden estar en tensión o en contradicción entre sí. Porque cuando hay contradicción o coherencia, es porque están en un mismo campo o espacio problemático. La contradicción existe entre aquellos que hacen una misma cosa. Es decir, puede haber tensión y contradicción, puede ir un principio en contra de otro, pero están en una misma problemática.

La correspondencia —sea en la forma de adecuación funcional, tensión, contradicción o conflicto— entre principios constitutivos e instituciones me parece básica, porque el otro tipo societal presente en la sociedad actual, es enteramente distinto desde esta perspectiva. Si uno afirma el principio del amor, dice matrimonio o dice familia. Si uno afirma el principio de la justicia, dice Justicia o poder Judicial. Si uno afirma el principio de la ciudadanía, dice votos, partidos, parlamento, presidente. Si uno dice trabajo, dice entonces fábrica, industria, reglas laborales, nivel educacional, nivel de ingreso, carrera profesional, organización. Ciertamente entre los principios constitutivos de la sociedad y las instituciones hay una cierta correspondencia. La sociedad industrial de Estado nacional es una sociedad de instituciones y la ausencia de éstas es su patología, cuya forma extrema de comportamiento según la visión clásica, es el suicidio. Finalmente, se afirma una correspondencia, neurótica o no, entre personalidad, estructura social y cultura.

Puede afirmarse que este tipo de sociedad es el tipo referencial que hemos vivido en los dos últimos siglos. Las sociedades se han tendido a clasificar —y no otro es el sentido de la distinción entre sociedad desarrollada y subdesarrollada— en términos de cómo están en relación a este patrón, cuánto más cerca o más lejos están del patrón sociedad industrial de Estado nacional, en su doble componente socio-económico de sociedad industrial y político-cultural de Estado-Nación.

El principio de cambio, avance o transformación de esta sociedad, era el concepto de desarrollo, entendido básicamente como el crecimiento de la producción y la expansión de la distribución de beneficios. A su vez el principio ético, era que ese crecimiento económico fuera de algún modo igualitario. Es decir, que los beneficios en ese espacio determinado de la sociedad, que crece económicamente a través de la forma de producción industrial, se distribuyan en la forma más igualitaria o equitativa. Y para ello están el Estado y la forma principal de relación entre éste y la sociedad que es la política.

La sociedad post-industrial globalizada

Hay otro tipo societal presente en las sociedades históricas concretas, aunque ninguna se identifique totalmente con él. Nos referimos a una dimensión de la sociedad actual, una manera de organizar la vida social, que podríamos llamar sociedad post-industrial globalizada.

Si hablamos de post-industrial, y no de sociedad «de la información» o del «conocimiento», o mucho menos de «post moderna», es porque no creo que sea posible aún precisar una característica o «contenido» únicos de este tipo de sociedad.

¿En qué consiste este tipo de sociedad post-industrial globalizada? Ella pareciera organizarse no en torno a la producción y al trabajo y la política, sino en torno a la comunicación y al consumo. No es que no haya trabajo, no es que no haya producción, pero este tipo societal que, insisto se entremezcla con el otro, tiene como principio fundamental, la comunicación. El lugar de encuentro de la gente no es la fábrica ni el partido ni la asamblea, son los «mail» y el espacio público creado por los medios de comunicación de masas. Pensemos, entre otras cosas en lo que significa que millones de seres humanos puedan presenciar una guerra en vivo y en directo por televisión. No estoy señalando la desaparición de los partidos y de la política ni mucho menos, sino indicando la aparición de una nueva modalidad de espacio y acción públicas que se agregan a y modifican las anteriores, con lo que se genera una nueva «totalidad», por usar una terminología clásica, ya no analizable con los mismos conceptos de la «totalidad» precedente.

Esta sociedad post-industrial globalizada, se origina en dos

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