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Ensayo De Historia


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2012  •  2.432 Palabras (10 Páginas)  •  329 Visitas

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¿QUE ES LA HISTORIA?

Con una parte del texto de Carr “¿Qué es la Historia?”, se nos propuso una reflexión acerca de algunas cuestiones centrales en la tarea del historiador. Hecha la presentación del caso, comparto con ustedes estas ideas surgidas de la lectura. Al comienzo encontramos críticas a las corrientes positivistas, que pretendían estudiar la Historia, en tanta ciencia, a través del mismo modelo científico de las ciencias naturales. Tal visión contiene un error grave desde el punto de vista de que lo que pretende el positivismo con esta línea de trabajo, es anular la relación entre sujeto y objeto. Lo que se pretende es, entonces, separar el hecho de la interpretación que alguien puede hacer sobre éste. Tal operación es posible en las ciencias naturales debido a las características de los objetos de estudio. Mas las ciencias sociales, como la Historia, y aún más desde la visión y compresión actual que tenemos de la Historia, requieren una interacción entre sujeto y objeto que conduce a la interpretación, y esta entendida como la mirada propia y honesta de un sujeto frente a un objeto. Los Siglos XVIII y XIX presentan una gran contribución en el campo científico.

La entrada en el periodo moderno implica, entre otras cuestiones, un desplazamiento de la figura de Dios como el gran ordenador que provee armonía universal y respuestas a cada interrogante. El hombre debe salir al mundo, afrontarlo y encontrar en él las respuestas a las preguntas que en mayor o menor medida lo han seguido a través del tiempo. Es por ello que en este periodo aparecen ciencias tales como la arqueología, la epigrafía, la numismática, la cronología y otras que significan un aporte para la tarea del historiador. Carr se pregunta, asimismo ¿qué es un hecho histórico?, y afirma que, según el punto de vista del sentido común, existen hechos básicos que son los mismos para todos los historiadores y que constituyen la espina dorsal de la historia. Dice, además, que el historiador debe ser preciso al brindar datos tales como fechas, lugares y nombres, y que para ello puede ayudarse con las ciencias auxiliares de la historia. Sin embargo, para este autor, la necesidad de fijar estos datos no responde a ninguna cualidad particular de los hechos, sino a una decisión del historiador. Los hechos no hablan por sí mismos. Lo hacen sólo cuando el historiador apela a ellos. Es el historiador quien decide que un hecho pertenece a la Historia. Lo que existe, y en todo caso queda destacada, es una decisión subjetiva. El historiador se halla a sí mismo frente a un pasado (que por otra parte elige) para descifrarlo. Es ese pasado la cosa en sí, a la que no podemos llegar, pero que dialoga con nuestro presente, a través nuestro, y serán nuestras decisiones las que lleven a ese pasado a “decir” algo acerca de sí. Frente al pasado, entonces, al decidir qué es un hecho perteneciente a la Historia y qué no, el historiador debe decidir entre recordar y olvidar, siendo honesto a la hora de decidir. A lo largo de la Historia, muchos grupos han luchado, y luchan aún hoy, para que se recuerde su versión, para que no se olviden ciertos hechos puntuales. La honestidad del historiador reside entonces, según mi parecer, en dos cuestiones: Una, no caer en cuestiones políticas acomodaticias. En segundo lugar, pero no por eso menos importante, ser lo suficientemente íntegro e inteligente para permitirse en algún momento (si las circunstancias lo requieren) cambiar su mirada. Siempre es importante documentar el trabajo del historiador, estar apoyadas las afirmaciones sobre la base de testimonios sólidos, de fuentes verificadas, de investigaciones serias que conduzcan, en último término, a que estos hechos que el historiador analiza entren en la categoría de Historia, de acuerdo con los puntos de vista académicos. De hecho, afirma Carr que para algunos historiadores de esta corriente, lo principal es la acumulación de documentos que reflejen los hechos, y deja entrever que pareciera en algunos casos no contarse con suficiente cantidad de documentación fidedigna que permitiera una escritura de la Historia.

El historiador debe valorar más que recoger datos porque, si no valora ¿cómo sabe qué es lo que amerita ser recogido? Los ejemplos, tanto en el texto de Carr como en otros textos académicos, sobre el uso político de la Historia abundan.

EDUCACIÓN HISTORICA

Cuando hablamos de historia, nos referimos a una disciplina en constante

cambio, abierta a debates y a la generación de nuevos conocimientos

que aborda los complejos procesos humanos que han tenido lugar en el

pasado pero cuyas huellas y registros impactan el presente. En este

sentido afirmamos con Marc Bloch que la historia es la ciencia de los

hombres en el tiempo. Pero también como lo hace Eric Hobsbawm

(2001), que la historia transforma al pasado en un mundo para viajeros

pues el epicentro de esta disciplina es el cambio más que la permanencia.

“La metáfora de la historia no es ni el roble ni la secuoya, sino el ave

migratoria”.

Es importante diferenciar a la historia como conocimiento construido y

validado por la comunidad de los historiadores, de la historia como

proceso social y aún de la memoria histórica, definida aquí como la

historia recordada por los colectivos humanos.

En este contexto, no han sido pocos “Los combates por la historia1” que

se han librado. Según Peter Lee y Rosalyn Ashby (2000) en la Gran

Bretaña en el terreno de los debates sobre la historia como materia de

enseñanza, en los años sesentas la controversia se centró en los

contenidos; es decir, el eje de los debates fue qué hechos o procesos

incluir en los planes y programas de estudio, mientras que para los

noventas, la cuestión se había desplazado hacia la historia como

disciplina científica, en otras palabras el debate era en torno a la historia

como una forma específica de conocimiento con su propia lógica,

nociones,

...

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