Ensayo Jesus Histórico
Eloinbauer15 de Enero de 2014
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1. Breve introducción
El presente ensayo tiene como uno de sus principales objetivos hacer un pequeño trabajo de acercamiento y reconstrucción del contexto político-cultural en el que la historia sitúa a Jesús de Nazaret, reconocido como Mesías por la religión cristiana, del que los evangelios canónicos nos dicen que anunció la venida del reino de Dios, replanteó las costumbres judías y finalmente fue crucificado por el Imperio romano a causa de las acusaciones de los fariseos. Con el fin de lograr el primer objetivo de este ensayo, en los siguientes puntos del mismo se encontraran unas breves descripciones a cerca de la situación política de la Palestina del siglo I y de las distintas influencias religiosas que en ella se daban. Siempre dentro del contexto del judaísmo.
El siguiente objetivo principal es el de mostrar una reflexión fruto de la lectura del evangelio canónico de Marcos. Hacer un desglose de las ideas principales de la filosofía de Jesús de Nazaret. Una vez conocido el contexto histórico que envolvía a Jesús y habiendo analizado algunos de los relatos que describen su doctrina sabiendo del carácter evangelizador de los mismos, se procederá al intento de esbozo de la personalidad del Jesucristo histórico.
Dando por hecho la imposibilidad de un conocimiento exacto y certificable de cualquier aspecto de la vida de Jesús. En los relatos analizados se procederá únicamente al análisis de las acciones y palabras con que se describen, sin entrar a indagar en el terreno de lo milagroso de que da mención la Biblia mediante los actos de los exorcismos, las curaciones milagrosas, o algún que otro acto excepcional producto de poderes sobrehumanos.
Finalmente incluiré una pequeña reflexión sobre la influencia de Jesucristo y el Cristianismo en los años posteriores a su muerte.
2. Contexto político
La Palestina en la que nace Jesús era una Palestina judía que constituía un reino cliente semiindependiente del Imperio Romano. Desde que ayudado por las tropas romanas por la revuelta de Aristóbulo II y su hijo Antígono que se alió con los partos, en el año 37 a. C. Herodes el grande había reinado plácidamente hasta su su muerte en el 4 a.C. y se le puede calificar de buen rey porque consiguió dar a la Palestina judía nueva importancia en todo el mundo, continuó la política de su padre de obtener beneficios para los judíos fuera de Palestina, no permitió la guerra civil (que había echado a perder el período asmoneo y que estalló de nuevo durante la rebelión contra Roma) y, quizás lo más importante, mantuvo separados a los ciudadanos judíos y las tropas romanas. Mientras la Palestina judía fue estable y fuerte, Roma no la molestó. Y en esa misma línea de gobierno parecía moverse uno de sus hijos, Herodes Antipas tetrarca de Galilea al repartirse las tierras de su padre entre sus otros dos hermanos como así era la voluntad reflejada en su testamento. No parecen haber signos de revueltas hacia Herodes Antipas en esta época por lo que se puede interpretar que esta familia de origen idumeo fueron buenos observadores de la ley judía. En Judea sin embargo, Arquelao, hermano de Antipas tuvo bastantes más problemas para mantener el orden. Se ha de tener en cuenta que el gobierno de esta región debía de ser más intenso al contener a Jerusalén y Samaria y el pueblo reaccionó contra dos ejecuciones impopulares de sacerdotes judío en los últimos tiempos de su padre Herodes. En el año 6 d. C., Augusto decidió dotar a Judea de de un gobernador romano con el título de prefecto y cuya residencia estaba en Cesárea .
Jerusalén estaba gobernada por el sumo sacerdote judío y su consejo. Esto era simplemente una vuelta al sistema seguido durante los períodos persa y helenítico, antes de la rebelión asmonea. El sumo sacerdote estaba al mando de la policía ordinaria y de los procedimientos judiciales. Resulta apropiado decir que el sumo sacerdote y sus consejeros, tanto oficiales como extraoficiales, gobernaban Jerusalén. En esta ciudad, pues, aun cuando Judea estuvo formalmente bajo mandato romano directo, los dirigentes judíos controlaban las cuestiones cotidianas. Los magistrados eran judíos y decidían según la ley judía, las escuelas eran judías y la religión era judía. El sumo sacerdote y su consejo tenía una amplia gama de responsabilidades. Por ejemplo, se les exigía que organizaran el pago del tributo y que hicieran llegar el dinero y los bienes a quién tocase.
2.1. Nacimiento de Jesús
Hay discrepancias en cuanto al año exacto del nacimiento de Jesús y por tanto es difícil saber a ciencia cierta si él y Herodes el grande coincidieron en el tiempo aunque los evangelios de Mateo y Lucas sugieren que nació hacia los tiempos de la muerte del etnarca, es decir, sobre el 6 o el 5 A de C.
3. La esperada llegada
Los hechos que establecieron la alianza (la llamada de Abraham, el éxodo y la entrega de la ley) dieron a Israel su carácter decisivo, pero la revelación de Dios a la nación, y su actuación a favor de esta no terminó con Moisés. Dios dio la tierra de Palestina a los israelitas. Posteriormente habló a través de profetas. Los israelitas eran el pueblo propio de Dios; él había prometido defenderles y hacerlos grandes, y aseguró su redención. Esta promesa era parte esencial de la elección.
3.1. Juan el Bautista
“Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.» “(Mc 1,14-15)
La relación que pudiera haber vinculado a Jesús de Nazaret con Juan el Bautista también queda poco clarificada en la lectura del evangelio según Marcos. Lo que parece estar claro es que el encuentro con el Bautista es un punto clave en la vida de Jesús, a partir del cual comienza su vida pública y su predicación por las tierras de Galilea.
Juan se proclamaba a sí mismo como el que había de preparar el terreno para el que ha de venir, el Mesías. Vestido con pieles y de apariencia muy austera bautizaba a la gente en la ribera del rio Jordán. La verdadera relación entre Jesús y Juan el Bautista, y entre los seguidores de estos es difícil de determinar. El objetivo de los autores de los evangelios era, dar una sensación de amistad y estima mutua, pero los escritos dificultan profundizar en este tema.
3.2. Falsos profetas
Por lo que parece había una cierta tendencia entre los judíos intertestamentarios a esperar el regreso del profeta Elías, o de algún mensajero celestial que en la culminación de los tiempos sería el portador de las últimas palabras de Dios a Israel.
Durante un cierto tiempo la espera judía de Elías tuvo dos aspectos. Unos esperaban un agente independiente que tuviese encomendada la restauración definitiva de Israel; otros, probablemente la mayoría, buscaban un individuo cuya misión fuese proclamar la era mesiánica. No había un consenso acerca de esto, los discípulos de Juan lo afirmaban en su dignidad mesiánica.
En los manuscritos del Mar Muerto, el Manual de disciplina indica que se esperaba la aparición, en los últimos días, de tres figuras principales. No se define claramente la misión del profeta, pero parece ser que se le concebía como maestro. La investidura de Jesús con el papel del profeta aparece en el Cuarto Evangelio y en los Hechos de los Apóstoles más que en los sinópticos, donde se subraya sobre todo el aspecto milagroso de la profecía. En el Evangelio de Juan, el Bautista niega formalmente, cuando le interroga una embajada sacerdotal y levítica de Jerusalén, que el sea Elías o el profeta que esperaban, pero atestigua dos veces que esta dignidad corresponde a Jesús, diferenciándola ambas de la del Mesías.
En la Palestina de estos tiempos era habitual la aparición de pseudoprofetas. Estos causaron indecibles sufrimientos a los crédulos con sus promesas de liberación sobrenatural del yugo romano y de repetición de los milagros del Éxodo. Uno de los más famosos agitadores fue “El Egipcio”. Este hombre, que se autoproclamaba profeta y al que el pueblo en un principio creía, anunció que a una orden suya se derrumbarían las murallas de Jerusalén.
4. Sectas judías
Los judíos creían que solamente existía un Dios verdadero. Había creado el mundo y todavía lo gobernaba. Muchos judíos creían en otros seres sobrenaturales, ángeles y demonios. El apóstol Pablo, consideraba que las deidades paganas eran demonios.
Los judíos creían que Dios había elegido a Israel y había establecido una alianza con el pueblo judío, una alianza que obligaba al pueblo a obedecer a Dios y obligaba a Dios a guiar y proteger al pueblo. Los tres momentos más importantes en la historia del establecimiento de esta alianza fueron la llamada de Abraham (Gn 17), el éxodo de Egipto (Ex 14) y la revelación de la ley divina a Moisés en el monte Sinaí (desde Ex 19,16 hasta el final de Deuteromonio).
4.1. Los fariseos
El partido farisaico, que al parecer surgió bastante pronto en el período asmoneo (antes del 135 A. de c.), estaba constituido en gran parte, pero no enteramente por laicos. En tiempos de Herodes se calcula que había cerca de 6.000 fariseos. En lo teológico, los fariseos compartían la ortodoxia judía común (creían en un solo Dios, en la elección de Israel, en el origen divino de la ley, en el arrepentimiento y el perdón). Los fariseos, como la mayoría de los demás judíos del siglo
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