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Ensayo de La historia despúes de la historia Fontana


Enviado por   •  29 de Agosto de 2017  •  Reseñas  •  2.237 Palabras (9 Páginas)  •  332 Visitas

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RESUMEN LA HISTORIA DESPUÉS DEL FIN DE LA HISTORIA. JOSEP FONTANA.

La obra se divide en once capítulos, el primer capítulo lo emplea el autor para realizar la introducción al texto y para explicar el motivo fundamental para la realización de la obra; dentro de los antecedentes cita la frase: “El fin de la historia”, señalando haber sido una expresión que se puso de moda por un artículo publicado por Francis Fukuyama en 1989, para favorecer el viraje a la derecha de la enseñanza de las ciencias sociales. Además se refiere a una serie de artículos publicados en la revista History Today en los que se declara la muerte del marxismo o el fin de la historia. Afirma que el propósito del texto es ayudar a orientarse, a los que se interesan por el estudio de la historia, en el laberinto de corrientes, hasta hace poco tiempo limitada a la historia "marxista", la académica conservadora y la escuela de los Annales. La reflexión parte del fracaso en las expectativas depositadas en el marxismo como alternativa a la enseñanza e investigación tradicionales, además de luchar por la reivindicación del pensamiento marxiano, en oposición a la irracionalidad de quienes aseguran que, con el fracaso de regímenes del Este europeo, caducó el pensamiento marxiano.

En el segundo capítulo plantea el problema que representa el intento por recuperar la historia narrativa, que se suele presentar  de forma expositiva, neutra y limpia de carga ideológica, pero la narración implica un contenido, una ideología, status, modales, simetría, contradicciones, etc. La narración podría ser la solución del problema de la compartimentación de la investigación histórica, puede servir de hilo conductor en acontecimientos más o menos homogéneos, pero la solución no reside en volver a una explicación lineal y ordenada, sino la elaboración de un nuevo tipo de síntesis, la integración coherente de los datos de la historia política, social y cultural. El retorno a la narrativa tradicional no es la solución, sería simplemente una historia que vuelve a ser. El problema debe enfrentarse asumiéndolo en toda su complejidad.

El tercer capítulo está destinado para analizar la ilusión cientificista, en donde la ciencia histórica muestra otra modalidad de huida más común, que la lleva a buscar el auxilio de otras ciencias sociales, menos controvertidas que la ella y con mayor prestigio académico. Sobre todo después del sentimiento de minusvalía de algunos historiadores ante la virulenta crítica de Karl Popper en La miseria del historicismo. El desencanto por la historia y por el historicismo, condujo a aproximarse a las ciencias "duras", alimentando un afán cientifista, refugio de "científicos sociales" desorientados. Fontana hace énfasis en la inutilidad del cientificismo que pretendió imitar métodos de otras disciplinas estudiosas de un mundo de abstracciones, pero no se ajusta al de la realidad tal como hoy la experimentamos. Por lo tanto, es hora de arrinconar la visión lineal de la historia como un ascenso continuo de la barbarie al progreso.

El cuarto capítulo está reservado a la "cliometría", un ejemplo del cientifismo que tomando elementos metodológicos de la economía y recurriendo a técnicas históricas para recoger los datos, pretende constituirse en disciplina independiente. Pero las  pretensiones de independencia de la "nueva historia económica", han mostrado que sólo sirve para corregir malos planteamientos y errores en la "historia económica tradicional". Nuestro autor afirma que los fenómenos sociales son demasiado complejos como para esperar que sean analizados satisfactoriamente por la econometría. Hace mención de un texto de Cipolla, que pretendiendo contribuir a devolver a la historia económica el equilibrio perdido, señala que la historia económica es eminentemente interdisciplinar, y no puede prescindir de la historia ni de la economía, sin embargo, el problema es que la historia es una disciplina humanista, en cambio la economía se ha distanciado de la historia y de las ciencias humanas y se aferra a las "ciencias exactas". Concluye el capítulo señalando que rechazar el cientifismo no significa rechazar la ciencia, es decir, se pueden usan métodos econométricos para estudiar un número de variables, sin caer en la simplificación desnaturalizadora de la realidad.

En el quinto capítulo se ocupa de un ejemplo concreto, del problema del nivel y de la calidad de vida, al que el trabajo historiográfico le ha prestado gran atención en los últimos años, en especial al estudio de los salarios. Su análisis conduce a un tema más complejo que es el de la estimación del nivel de vida, puesto que las cifras de los salarios no tienen sentido si se examinan al margen de las circunstancias sociales. No obstante, las dificultades para operar una investigación cuantitativa de los "salarios reales", explica que una investigación que se pretende "dura" haya optado por vías como las de la relación entre hambre, enfermedad y muerte. Analiza los estudios de Amartya Sen sobre la importancia de distinguir entre disponibilidad de alimentos y acceso a ellos.

Por lo que respecta a la enfermedad, señala que estamos abandonando las interpretaciones mecanicistas que vinculan la reducción de la enfermedad al progreso económico o al avance médico. Es decir, que necesitamos un repertorio de soluciones más complejo, que reemplace las viejas simplificaciones. Aclara que no se trata de una actitud negativa ante estudios que pretenden esclarecer problemas fundamentales para el historiador, sino al empleo de estudios simplistas para arribar a conclusiones poco sustentadas.

En el sexto capítulo examina la creciente preocupación por la escasez o conservación de los recursos naturales, que ha dado lugar a los estudios sobre el espacio, el clima y los recursos naturales a través de una corriente que se ha dado en llamar "ecohistoria", una preocupación que no es nueva, puesto que hay evidencia de que la historiografía europea le prestó atención a cuestiones como el dominio del hombre sobre la naturaleza para mejorarla, y la influencia del medio sobre la cultura. El autor hace énfasis en que nos hemos empeñado en estudiar la influencia del cambio climático, dramatizando sus efectos, sin reparar en que sus efectos pueden ser menores debido a la capacidad de adaptación a largo plazo. Señala que no se propone minimizar la importancia del estudio del medio natural asociado al del hombre. Pero una cosa es pedir auxilio de los especialistas para la adecuada interpretación de sus resultados, y otra que el historiador haya de convertirse en científico aficionado.

El séptimo capítulo está destinado a plantear algunas consideraciones acerca de las propuestas del cientifismo, como lo es, su interés por reemplazar una vieja terminología (clase, burguesía, feudal, capitalista) que el "revisionismo" ataca, argumentando que es imprecisa para propósitos analíticos; la reemplaza por otra (preindustrial, tradicional, paternalismo, modernización), que es igual de imprecisa, argumentando que los primeros términos están limpios de carga ideológica. Los términos que proponen abandonar están forjados en conflictos reales entre los hombres, traducen una dinámica de enfrentamiento. Se trata pues de una operación de escamoteo intelectual que obliga a renunciar a conceptos forjados por los hombres en el pasado, cargados de un contenido "histórico" real.

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