Escuelas De Primeras Letras En Valle De Bravo
benhu16 de Enero de 2015
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MAESTROS Y ESCUELAS DE PRIMERAS LETRAS EN
LA MUNICIPALIDAD DE VALLE DE BRAVO
Ben Hur García Hernández⃰
Resumen
La presente ponencia titulada: “Maestros y escuelas de primeras letras en la municipalidad de Valle de Bravo”, deriva de una investigación más amplia: La educación primaria en Valle de Bravo durante el porfiriato. Constituye un acercamiento histórico a las condiciones y/o características del contexto geográfico, económico, social y político que rodearon la instrucción pública dada en las escuelas de primeras letras en la municipalidad.
De manera particular, la ponencia aborda el problema educativo que, durante el porfiriato, vivieron los preceptores y las escuelas de la municipalidad, esto considera el aspecto contradictorio que se dio entre la riqueza y el abandono; entre el discurso y la realidad. En este sentido, se aprecian las siguientes preguntas orientadoras: ¿cuáles eran las riquezas naturales y económicas de la municipalidad de Valle de Bravo?, ¿qué estado guardaban las escuelas y los maestros de la municipalidad?, ¿cómo se expresó el proyecto de modernización educativa que, entre otras cosas, se pronunciaba por el crecimiento de escuelas en haciendas, pueblos rancherías; así como por tener maestros bien preparados la formación de un hombre moral, instruido en las primeras letras, respetuoso de las leyes y consciente de sus derechos y obligaciones como ciudadano? Evidentemente, estas cuestiones han sido un detonante indagatorio para la construcción y reconstrucción histórica de una municipalidad que se jugó una realidad educativa mediada por las marcadas diferencias dadas entre el campo y la ciudad, sí como por los intereses y visiones políticas de un imaginario nacional que no siempre consideró el ámbito local.
Palabras clave: municipalidad, escuelas de primeras letras, élites y preceptores.
INTRODUCCIÓN
La presente ponencia, se enmarca en una historia de la educación que pretende conocer parte de las condiciones laborales y de preparación que tuvieron los maestros de la municipalidad de Valle de Bravo en la época del porfiriato. También, se sale del tintero un poco la escritura sobre el funcionamiento muchas veces irregular de las escuelas de dicha municipalidad, las cuales, ya fuese en un local alquilado o en el atrio de la iglesia casi siempre dejaban mucho que desear, pues además de su mal funcionamiento ya fuese por inasistencia de los alumnos o del maestro, la falta de higiene y mobiliario conjugaban un aspecto ruinoso.
Sin embargo, para el estudio de los aspectos arriba mencionados, se contempla también un acercamiento al contexto que en sí, encuadró el desarrollo de la educación de primeas letras.
De manera general, se estructuran dos grandes aspectos; el primero, bajo el subtema: La riqueza vallesana, contiene un acercamiento a los cruces del contexto económico, político y geográfico que caracterizó a la municipalidad de Valle de Bravo, ello a partir de su producción agropecuaria y sus inversiones principalmente en el ramo de la industria textil y minera que en esa época, resultaban ser un pilar atractivo para la inversión económica extranjera. Por eso, una línea que se desarrolla aquí es el reconocimiento del potencial económico que tuvo la municipalidad como parte del anhelado progreso económico nacional del porfiriato.
El segundo subtema titulado: De la riqueza al abandono, enfatizan las reales o aparentes contradicciones de una municipalidad cuyas autoridades políticas no del todo satisficieron la orden de establecer y sostener escuelas en sus pueblos, haciendas y rancherías, tal como ya lo ordenaban diversas leyes nacionales y del Estado. Las evidencias de esto último tienen que ver con el reporte de escuelas en mal estado, abandonadas o solo atendidas por el doctrinero, así como también maestros mal preparados y con el frecuente problema de la falta de su pago mensual.
Las explicaciones del contexto económico, político y social que cruzaron la vida escolar de aquella municipalidad evidentemente no quedaron fuera de la realidad, pues mientras que los municipios más apartados de la capital medio recaudaban sus fondos para la instrucción pública primaria, otros era evidente que los tenían, más no siempre ahí los empleaban.
La riqueza vallesana
Los discursos políticos generados durante la época del porfiriato (1876-1910), informaron que la nación mexicana mostraba un rostro moderno apegado a la civilización de occidente. Las cifras en el terreno económico revelaron que las finanzas fueron saneadas y el crédito internacional se había recuperado. La infraestructura carretera y ferroviaria mostraba un crecimiento considerable. Respecto a la educación se reportó un importante crecimiento en el número de escuelas y maestros; además, se creyó tener las bases políticas; económicas e incluso pedagógicas para organizar un sistema educativo que instruyera a la mayor parte de la población.
A pesar de los informes anunciados por los gobiernos estatales de Porfirio Díaz desde el centro y el resto del país, la vida en muchos pueblos y rancherías del territorio distaba en gran medida de lo que se decía, pues una vez más salían a flote los grandes contrastes entre el campo y la ciudad y entre una región y otra.
En el Estado de México, estas diferencias fueron muy notorias; por ejemplo:
La región más próspera era la que circundaba al Distrito Federal porque su cercanía con la capital de la república fomentaba su agricultura, su industria y su comercio. Los productos agrícolas que se elaboraban en Chalco o los hilados y tejidos de lana y algodón que se producían en Tlalnepantla, salían más baratos para comerciantes y consumidores de la ciudad de México que los que procedían de otras partes del Estado y de la República. En esa época las distancias cortas constituían la clave para abaratar los costos y, de manera paralela, para aumentar la productividad y lograr un mayor bienestar de los habitantes. (Bazant, et, al, 2002: 21).
A saber, de las pocas regiones prósperas que el Estado de México tenía a su arribo en el último tercio del siglo XlX, a parte de las ya mencionadas por su cercanía con la capital del país, existían otras que, aunque no de igual manera, mostraban un desarrollo económico considerable debido a sus actividades agrícolas, pecuarias, artesanales y sobre todo mineras. Tal fue el caso de Valle de Bravo, municipalidad comercialmente importante, no así otras entidades ni pueblos ubicadas al suroeste del Estado como: Tejupilco, Luvianos, Amatepec o Tlatlaya que por circunstancias adversas como su lejanía con la capital del estado, el difícil acceso geográfico, la inseguridad social, una notable falta de inversión económica y atraso educativo enfrentaban un escenario distinto.
Al respecto de su estatus político como distrito, “[…] en 1875 Villa del Valle estaba formado por: Amanalco, Asunción Malacatepec, Ixtapan del Oro, Otzoloapan, San Juan Malacatepec y Santo Tomás, su población total era de 13950 habitantes de los cuales 6,869 eran mujeres y 7,081 hombres”. (Memoria, Juan N. Mirafuentes, 1878:29)
Como municipalidad, para el año 1881 Villa del Valle contaba con una ciudad, tres pueblos, cinco rancherías, un barrio y nueve haciendas. 13 años después, en 1894 las cifras de esta municipalidad fueron: una ciudad, tres pueblos, seis rancherías, un barrio y doce haciendas. (AMVB/Exp.6/Vol.73/1881).
Las localidades que componían dicha municipalidad eran Ahuacatlán Santa María, Acatitlán San Mateo, Pipioltepec Santa María, Atescapan San Juan, Santa Rosa, Pipiltepec Santa María, Ixtla San Gabriel, San Gaspar, San Antonio, Tiloxto Magdalena, Tiloxto Santa Teresa, Lodoño San Nicolás, Cerrillo San José, Metlaltepec, Salitre San Juan, Estancia, Chihuahua, González San Lorenzo, Ojo de Agua San Simón, Godines, Rodríguez San José, Ricón de Estradas, Cerro Gordo, Pinal de Osorios, Peña Blanca y Mesas. (Bazant, et, al, 2002: 35).
Por la parte económica, en la municipalidad de Valle de Bravo existían diversas actividades laborales; por ejemplo en su agricultura se producía una gran cantidad trigo, maíz, cebada, frijol, haba y arvejón; sus cosechas se podían calcular de un año con otro de la siguiente manera: “[…] maíz, de 8,000 a 10,000 cargas; trigo de 3,000 a 4,000 cargas; cebada de 1,000 a 2,000 cargas, sin poderse calcular las cosechas de las demás semillas por ser en pequeño y distintas fracciones”. (AMVB/Exp.6/Vol.79/1885).
En cuanto a la actividad pecuaria, principalmente se tenía ganado vacuno, lanar y porcino cuyo precio se calculaba de la siguiente manera:
Bueyes de regular tamaño y buenas carnes de treinta a cuarenta pesos cabeza, novillos en las mismas condiciones de diez y ocho a treinta pesos, toros y bacas (sic) de diez a nueve pesos, el caballar no lo hay en la municipalidad, lanar de uno a dos pesos cabeza y el de cerdo de un peso a un peso cincuenta centavos arroba. (AMVB/Exp.6/Vol.79/1885).
Asimismo la industria textil principalmente, tenía grandes promesas de crecimiento en Valle de Bravo; por ejemplo había una gran cantidad de rebozos de hilo de bolita, los cuales eran muy cotizados en los mercados de la entidad y en la capital del país, su ingreso anual excedía los 30,000 pesos. (Bazant, 2002:23) Así, los empresarios de esta industria establecidos en Valle de Bravo opinaban que:
[…] las industrias que podrían
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