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Fascismo y Nacionalismo


Enviado por   •  1 de Febrero de 2019  •  Apuntes  •  1.166 Palabras (5 Páginas)  •  343 Visitas

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Alumno: Rincón Cabrera Luis Alberto.

Grupo: 1EV1.

Materia: Estado y Sociedad.

FASCISMO Y NACIONALISMO.

Lenin y Trotsky eran fanáticos, pero también eran hombres de convicciones, fundados en una larga tradición de estudios marxistas y de política de partido. No es posible emitir un juicio semejante acerca del fascismo en Italia o el nacionalismo en Alemania. Sus partidos fueron crecimientos degenerados, productos de la desmoralización de la Primera Guerra Mundial; sus dirigentes fueron demagogos y, a juzgar por sus realizaciones, su desarrollo fue simplemente destructivo. Tanto Hitler como Mussolini evitaron deliberadamente toda declaración abierta de una política, porque esto habría repugnado a algunos grupos a los que querían atraer. La “filosofía” de Mussolini era puramente sintética, adoptada en 1929 cuando decidió que el fascismo debía “dotarse de un cuerpo doctrinario”. Al mismo, tiempo el fascismo y el nacionalismo fueron auténticos movimientos populares que, momentáneamente, despertaron una lealtad fanática en miles de alemanes e italianos y hasta sus dirigentes máximos, obviamente cínicos, se engañaron a sí mismos casi en la medida en que engañaron a los demás, fueron ejemplos lamentables de la historia que, en tiempos de desmoralización, puede eliminar de la política tanto la inteligencia como la moral.

El fascismo y el nacionalismo fueron elaborados para apelar emocionalmente a naciones distintas, no había ninguna razón especial para que sus teorías fueran semejantes y, en efecto, el espurio hegelianismo del artículo de Mussolini en la Enciclopedia italiana no tenía ninguna relación lógica con el racismo del Mein Kampf de Hitler.

La única condición que suprime los intereses sociales y económicos divergentes de una nación moderna es la preparación para la guerra. En consecuencia, el fascismo y el nacionalismo fueron esencialmente gobiernos bélicos y economías bélicas establecidos, no como medidas para resolver una emergencia nacional, sino como sistemas políticos permanentes. Pero el fascismo y el nacionalismo suponían que la única forma efectiva de internacionalismo era, según las palabras de Spengler, “no la transición ni la concesión, sino la victoria y la aniquilación”. Los enemigos de fascismo y el nacional-socialismo calificaron generalmente a estos movimientos como “rebelión contra la razón” y sus teóricos justificaron plenamente esta descripción.

La vida de una raza o un pueblo no es una filosofía lógicamente desarrollada y en consecuencia, no es un proceso que crezca de acuerdo con las leyes naturales. La pureza de sangre habla más elocuentemente que la razón o la realidad.

La asimilación del fascismo y el nacionalismo al irracionalismo filosófico exige una consideración especial de su relación con el hegelianismo. Mussolini decidió que su fascismo debía adquirir responsabilidad filosófica. Además, los críticos alemanes del nacionalismo lo consideraban generalmente como una antítesis de todo lo que el hegelianismo sostuvo en la política alemana del siglo XIX.

No hace falta explicar que el sistema de Hegel era, en general, incompatible con toda filosofía que pudiera definirse como un mito. El hegelianismo pretendía ser una lógica de la historia y la dialéctica debía demostrar que todo proceso histórico es estrictamente racional y necesario. Hegel había formulado el argumento clásico contra la idea de que la historia es dominada o siquiera influida por los héroes o lo que Rocco llamaba “la intuición de los raros y grandes espíritus”. Al finalizar la Primera Guerra Mundial era necesario afirmar, en Italia y Alemania, que la nación por un simple acto de voluntad podía elevarse por encima de la falta de recursos materiales y ambos partidos tenían que derrotar a los sindicatos marxistas.

El fascismo y el nacionalismo, como el hegelianismo, eran por supuesto nacionalistas, pero esto no suponía una gran comunidad filosófica. En el primer cuarto del siglo XX, el patriotismo nacional era un sentimiento casi universal y rabiosos nacionalistas de todas clases eran con frecuencia antiliberales y militaristas.

Mussolini decidió que el fascismo necesitaba de una filosofía, confió esa tarea a Giovanni Gentile quien tenía a la mano la teoría hegeliana del estado y, como no disponía de mucho tiempo, la utilizó. Mussolini tomó lo que le aportaba Gentile y, en consecuencia, la teoría del fascismo italiano se manifestó como teoría “del estado”. “Todo para el estado; nada contra el estado; nada fuera del estado.” El fascismo podía ser representado como una forma de elevado idealismo político. El fascismo ahora y siempre. Cree en la santidad y en el heroísmo, es decir, en acciones no influidas por motivos económicos, directos o indirectos.

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