HANNAH ARENDT Y LA BANALIDAD DEL MAL
luxm15 de Diciembre de 2014
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Hannah Arendt y la banalidad del mal
En la película sobre Hannah Arendt, la filósofa dio mucho de qué hablar debido a sus escritos sobre el juicio del nazi Adolf Eichmann, en el que pudo desarrollar el concepto sobre la “banalidad del mal”.
Es interesante como Arendt pudo llegar hasta esta conclusión, a través de la observación de lo que decía Eichmann y como se le condenaba por ser una persona antisemita patológicamente, con odio y maldad, definiéndolo el fiscal de Jerusalén como un monstruo. Mientras que para Arendt, Eichmann no era un demonio, sino un hombre normal, un producto de su tiempo y del régimen que le toco vivir.
Arendt define a la banalidad del mal, como el hecho de cometer actos monstruosos, sin motivaciones malignas específicas, pues los peores crímenes no requieren grandes motivos. La raíz de los crímenes de Eichmann no estaba en firmes convicciones ideológicas, ni en motivaciones especialmente malvadas. La banalidad del mal, apunta precisamente a esta ausencia de malignidad.
Asimismo, no se justifican los crímenes de Eichmann, lo que tiene de banal el mal cometido no está en lo que hizo, sino en por qué lo hizo. Arendt afirma que este hombre tenía un déficit de pensamiento, no era capaz de establecer un dialogo consigo mismo que lo llevara a la reflexión, a juzgar sus propias acciones, ni a fortalecer su conciencia. Hannah pensaba que Eichmann solo coexistía con su conciencia, más no convivía con ella, al no haber un dialogo interno, ésta se vuelve extraña para el individuo.
Adolf E. afirmo que leía al filósofo Kant, solo entendía el concepto de acciones de un hombre, coincidiendo con la legislación general. Y su legislador era Hitler. A través de este sistema se había consolado a sí mismo de que ya “no era dueño de sus propias acciones, que no podía cambiar nada”. Arendt se da cuenta que Eichmann no era más que un burócrata que cumplía órdenes sin reflexionar sobre sus consecuencias. Para él, todo era realizado con eficiencia y no había un sentimiento de bien o mal en sus actos. Cumplió con su deber, no solo obedeció órdenes, sino lo que era la ley en la Alemania Nazi.
Sin duda alguna, Hannah demuestra, que el mal más grande del mundo puede ser cometido por cualquiera y para hacerlo no es necesario ningún motivo. Buscaba que el pensar le diera fuerza a las personas para que puedan evitar los desastres, como decía en su frase, haciendo referencia al imperativo categórico de Kant “Actúa de tal manera que Auschwitz no se vuelva a repetir”. Ella afirmaba que no era su intención servir de defensa de Eichmann, solo intentaba comprender, ver más allá de lo que la guerra había dejado e indagar en las razones que llevaron a muchas personas como Eichmann, a realizar las acciones por las cuales se le juzgaba.
Arendt recibió muchas críticas por parte de la comunidad judía debido a que ella afirmó, que en la guerra habrían muerto menos judíos, si no hubiese sido por la pusilanimidad de los encargados de dichas asociaciones, que para salvar su propia vida, entregaron a los nazis inventarios de sus congregaciones y colaboraron en la deportación masiva. Esto les hizo creer a los judíos que ella afirmaba que ellos mismos se lo habían buscado (el holocausto). Es obvio que al ser una judía, la corresponsal del diario The New Yorker, esperaran un artículo que defendiera la causa de su pueblo de manera incondicional, sin embrago, Arendt se puso a reflexionar, investigar y a debatir, dando como resultado un artículo que a muchos no les gustó, pero que era totalmente racional e iba más allá de juzgar a un hombre “monstruoso” y escribir sobre cómo lo condenaron a muerte.
Algo más que poner en duda es la legalidad jurídica de Israel a la hora de juzgar a Eichmann, pues fue secuestrado por agentes israelíes en Argentina, un acto ilegal, a pesar de que no cometió
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