Historia Colonia Santa María Nonoalco
Axel GonzalezDocumentos de Investigación4 de Junio de 2018
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Colonia: Santa María Nonoalco
Ubicación de la Colonia.
La colonia Santa María Nonoalco colinda al norte con la avenida San Antonio, al sur con la calle de Chilpa, al este con la avenida Santa Lucía y al oeste con Periférico Sur.
Santa maría Nonoalco es una de las 267 colonias que comprenden la delegación Álvaro Obregón, dentro del Distrito Federal. Según cifras del XII Censo de General de Población y Viviendo del INEGI del 2010, cuenta con una población total de 5443 habitantes, de los cuales 2638 son de género masculino y 2 305 son de género femenino, con un total de viviendas habitadas de 1413. La región cuenta con 2519 habitantes que pertenecen a la población económicamente activa (PEA).
Historia del Barrio Santa María Nonoalco
Etapa prehistórica
Cerca de la localidad de Nonoalco, aproximadamente a un kilómetro, se observa un templo o adoratorio, la pirámide descubierta por Don Francisco Fernández del Castillo en 1913 fue edificada a la diosa Mixcoatl, a quien rindieron culto los otomíes, matlazincas, chichimecas, toltecas y aztecas; era la deidad de la caza, los huracanes y los nortes.
Consideramos que el termino etimológico de Nonoalco que más se asemeja a la geografía del territorio es el que señala Luis Cabrera en el diccionario de aztequismos” deriva de nonoálcatl o nonohuácatl, uno de los nombres del dios Tláloc y Nónoc, “estar echado o tendido”, siendo “atl”, agua y “co”, desinencia, que india lugar; es decir, “Donde hay agua extendida”
El ferrocarril.
En el espacio que ocupa actualmente el Distribuidor Vial y la ciclopista en el barrio de Nonoalco, recuerdan los vecinos que anteriormente pasaba el ferrocarril de vapor México-Cuernavaca, que se inauguró con Porfirio Díaz durante el segundo periodo de su gobierno presidencial. El nombre completo de esta línea era “México-Cuernavaca y Pacifico”, ya que tenía por objetivo salir de San Antonio, en la ciudad de México, para llegar al puerto de Acapulco.
Antes de la construcción del ferrocarril, Santa María Nonoalco era un lugar rico en frutos y flores, por el que a un costado, a la altura de molino De Rosas, pasaba el Río Mixcoac y por el lado de San Antonio pasaba el Río Becerra de aguas caudalosas. Tal como menciona Enrique Álvarez en su libro “Crónicas de mi barrio”, da cuenta de las características rurales del lugar: “Se podían ver nopaleras y magueyes; sembradíos de maíz, Arboles frutales, establos, minas de arena, el rio de aguas cristalinas y tibias, casas de adobe, calles sin pavimentar y una que otra principal empedrada”
Nonoalco antes de la introducción del ferrocarril era un poblado aislado de la actividad económica, comercial e industrial y, por consiguiente, de los servicios públicos que favorecían directamente al centro de la ciudad. En este sentido, la comunicación entre las localidades se daba de manera lenta, utilizaban el tren de mulitas y el transporte de tracción, así como los andarines.
El paisaje era tranquilo y de carácter rural, había árboles que rodeaban la zona; las calles no estaban pavimentadas. Las casas se caracterizaban por tener estufas de carbón y leña, posteriormente fueron de petróleo que dejaban las ollas y cacerolas negras.[pic 1]
En la parte trasera de las casas habían corrales con animales como gallos, gallinas, pollos, guajolotes, conejos, puercos, patos, entre otros; también había huertas familiares donde sembraban calabaza, camote, cebolla y algunos árboles de limones, guayabas, higos, peras, chabacanos, duraznos, ciruelas y capulines. Se viajaba en caballo y en burro, y, con la llegada del ferrocarril cambiaron algunas de las actividades que antes se realizaban. Los automóviles empezaban a circular por los rumbos de la colonia.
Con la llegada e inauguración del ferrocarril, Santa María Nonoalco salió rápidamente de su aislamiento ya que le permitió unirse a fábricas, mercados y a la centralización del comercio de la ciudad de México. La entrada del ferrocarril a México supuso modificaciones y adaptaciones en la mancha urbana, generó el desarrollo del país convirtiéndose en el medio de transporte de mayor importancia para la expansión de las actividades económicas. También incremento la comunicación entre las localidades y se convirtió en la columna vertebral del transporte del Valle de México.
Específicamente en el barrio de Nonoalco se vivió el proceso de urbanización al introducirse el tendido de vías férreas que trajeron consigo la concentración de servicios urbanos en algunas localidades, pasando así de elementos rurales a rasgos urbanos.
En este sentido, podemos decir que el ferrocarril permitió la estandarización de las condiciones de vida, y a la par trajo consigo una hibridación de pueblos antiguos y alejados que conservaban su lengua, cultura y tradiciones, con los habitantes de la ciudad y otros poblados con nueva costumbres, usos y prácticas, mismas que conformaban la creación de una nueva cultura e identidad de la ciudad de México. Por tanto, Santa María Nonoalco es un lugar donde se expresa de manera concreta el proceso de urbanización de la ciudad de México.
Cuentan los vecinos que esta región se volvía una algarabía cuando se escuchaba y se veía transitar la máquina de vapor a través de toda la colonia. Había ocasiones que los maquinistas paraban y descendía a comprar su comida en el mercado, en los puestos de la zona o para visitar rápidamente a un amor perdido en las inmediaciones del lugar. Algunas personas que venían del mercado cargando sus bolas de mandado subían a los vagones para cruzar del otro lado de las vías cuando el tren estaba parado, era una costumbre y un peligro estar en contacto diario con el ferrocarril.
La Señora Rosa Jiménez, habitante desde su niñez de esta colonia, nos compartió algunos recuerdos: “Cantidad de gente se pasaba por abajo por abajo…yo me llegué a pasar, uno tenía que pasar a fuerza cuando el tren estaba parado, nomás se oía el trancazo de que ya iba a avanzar y nos pasábamos corriendo.
Los habitantes del barrio cuentan varios accidentes, sucesos que dejaron huella en el corazón de cada uno de ellos, de hecho, la zona que estaba cerca de las vías la recuerdan como una sensación de peligro. Así lo confirman algunos testimonios, como el de Héctor García y Julio Sánchez.
“Había una pulquería aquí en Girardon y Ferrocarril de Cuernavaca, se llamaba “La como la ves”,
Entonces en esa pulquería había mucha clientela, salían personas ya entonadas y eran atropelladas por el tren. Hubo una señora que la agarro de ahí mero de Girardon, yo creo llego hasta la calle de Murillo, la destrozo completamente porque, los brazos, las piernas, manos, y cabeza, fueron quedando por todo el camino. Esta fue una de las que se acuerda uno, porque también estuvo la del camión de Alfonso XIII”
Esto se refuerza con otro testimonio de un habitante del barrio:
“En el año de 1956 ocurrió el choque grandísimo del tren con el camión, entre las calles de Giotto y Ferrocarril de Cuernavaca. Sucede que el camión quería ganarle al paso del tren y no pudo cruzar a tiempo las vías. El camión venia lleno de gente, al momento del choque con el tren se fue a estampar contra un tanque de gas. ¡Yo vi todos los sucesos a media cuadra, era muy pequeño tenía ocho años, pero recuerdo como recogían los cuerpos destrozados sien piernas, sin brazo arrojándolos a las carretillas!
Los vecinos comentan que el camión era de la línea Álvaro Obregón, venía de San Lázaro y llegaba hasta Molino de Rosas, por lo regular esta ruta era muy concurrida, sobre todo porque la gente de Nonoalco la utilizaba para traer el mandado de la Merced y los dejaba a unas cuadras de sus casas. Este accidente cobro la vida de muchos pasajeros de la zona a consecuencia de la ineptitud del conductor.
Los vecinos recuerdan que cuando el tren entraba al barrio tenía que disminuir la velocidad, ya que era una zona de reunión donde confluían, porque cerca se ubican espacios de socialización y vida cotidiana, tales como el jardín de niños, el mercado, la tortillería, las tiendas, la farmacia, una plaza y la iglesia.
Cuando el tren bajaba su ligereza los muchachos del barrio, corrían a la par del tren para poder agarrar un estribo y poder subir al tren en movimiento, avanzaban unas cuadras y se bajaban, también habían jóvenes que se paseaban hasta el otro extremo del barrio, ya fuera hasta la calle de Cellini o a San Antonio. Cuenta el Sr. Julio y Héctor que cuando eran jóvenes se aventaban de esta forma y se le llamaba “Aventarse de mosca” para después bajarse hasta San Jerónimo o Contreras.
“Aquí pasaba el ferrocarril y lo que yo recuerdo era que éramos muy mosqueros, había muchachos en el barrio muy aficionados a la “mosca”, que lo que más llegaban a recorrer era de aquí a San Jerónimo o Contreras. Había una curva, no sé si todavía esté, que parecía escuadra, entonces ahí teníamos que bajarnos y pues irse a surtir de peras, tejocotes, capulines, membrillos. Existían trenes de pasajeros y trenes de carga, entonces sí hubo muchos accidentes por parte del ferrocarril, choques contra camiones de material, de pasajeros, la gente moría echándose la mosca en el tren, también.”
Los habitantes del barrio recuerdan un sinnúmero de accidentes en los que era frecuente la mutilación de extremidades inferiores, tal fue el caso de David Hernández Hernández, quien perdió las dos piernas.
Algunas habitantes utilizaban el tren para trasladarse al lugar de trabajo o para que los acercara a sus casas, otros lo usaban para jugar y para transportarse a los partidos de futbol. En las inmediaciones de Plateros, colonia cercana al barrio, específicamente en en el puente de peatones de Merced Gómez, a varias cuadras del barrio, el 13 de marzo de 1977, entre las dos y media y tres de la tarde sucedió el accidente. David dormia arriba de los vagones del tren, venía de una estación que se llama La Cima, ya que un día antes había ganado el torneo de futbol en el Olivar de los Padres, el era portero del equipo y festejaron en el barrio. Al día siguiente muy temprano estaba sentado arriba de un camión listo para irse a una excursión, pero tuvo un malentendido con un chavo y decidio bajarse, en ese momento en la calle otros muchachos del barrio se preparaban para irse a jugar futbol. Este ue parte del testimonio que dío:
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