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Historia De Educación


Enviado por   •  18 de Abril de 2013  •  3.764 Palabras (16 Páginas)  •  319 Visitas

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Algunos elementos para realizar una aproximación teórica al concepto de tiempo histórico.

Belinda Arteaga.

SINOPSIS:

Este ensayo constituye una reflexión sobre el tiempo histórico y algunos de sus componentes como un concepto ordenador o de segundo orden susceptible de situarse en los espacios educativos y de ser aplicado por los alumnos en el análisis de fuentes primarias y en la organización de problemas, hipótesis y conocimientos autónomos.

El texto incluye la discusión acerca del papel de la cronología en la comprensión del tiempo histórico y en la construcción de periodizaciones que correspondan a los objetos de estudio, las preguntas y las aproximaciones teóricas planteados por los estudiantes a lo largo de los procesos educativos formales de los que forman parte.

PALABRAS CLAVE:

Tiempo histórico, cronología, sincronía, diacronía, perodización, cambio, causalidad.

Reflexiones iniciales sobre el tiempo histórico

Decir que los procesos históricos “ocurren” en un espacio y un tiempo determinados pareciera ser una verdad de Perogrullo, pues todo evento humano (individual o colectivo) sucede en el mundo y “ningún hecho de la historia puede darse fuera de estas coordenadas” (Quintanar, 2002). No obstante, el trazo de esta coordenada que asocia las nociones tiempo y espacio, permite construir la categoría de tiempo histórico, misma que es central para comprender “la estructura y la regularidad de los cambios de la sociedad humana en el tiempo” (Fontana, 2000) y para “historizar” los procesos sociales al situarlos en relación con el pasado, el presente y el futuro y explicarlos como parte de un complejo entramado que les otorga sentido. Como señala Marc Bloch, “el tiempo de la historia es […] el lugar de su inteligibilidad [pues] permite fijar con precisión […] [a los procesos sociales] en la curva de los destinos simultáneos del hombre […] y de la civilización que tuvieron por clima” (Bloch, 1982).

Afirmar junto con Marc Bloch (Bloch, 1982) que “los hombres son hijos de su tiempo” implica situar a los hombres y a las mujeres como producto y productores de su historia, y a la historia como un conjunto de procesos que se desarrollan en un momento y en un lugar material (que puede ser geográfico pero también simbólico, social y político); es decir, en contextos socioculturales que nos aproximan al desciframiento de qué, cuándo y cómo ocurrieron las cosas, pero, sobre todo, nos permiten explicar por qué sucedieron, cómo sucedieron.

En otras palabras, el tiempo histórico coadyuva al desarrollo del pensamiento histórico en la medida en que nos permite comprender, como sostiene Eric Hobsbawm , “que la historia puede ser vista y analizada como un todo que tiene una estructura y ciertas regularidades […] [Esta historia] que es el relato del desarrollo de la sociedad humana en el tiempo […] [nos permite constatar] que una fase histórica determinada no es permanente, que la sociedad humana […] es capaz de cambiar y que, por lo tanto, el presente no es el puerto de arribo final […]. Esta historia nos permite analizar y no sólo describir lo que sucedió” (Fontana, 2000).

Además, como señala Amy Von Heyking: “Entender que las acciones de la gente en el pasado tienen un impacto en nosotros y nuestro presente y que nuestras acciones tienen consecuencias para las generaciones futuras, es la contribución esencial de la enseñanza de la historia en la formación ciudadana. Pensar históricamente no sólo significa pensar en el pasado, sino que implica verse a sí mismo en el tiempo, como heredero de los legados del pasado y como constructor del futuro. La enseñanza de la Historia en las escuelas […] por lo tanto, ofrece oportunidades a los estudiantes para tomar parte en […] proyectos como la preservación de sitios históricos o la conservación del medio ambiente […]. Esta es la razón por la que la historia no sólo es apropiada para la educación de cualquier sujeto sino esencial” (Heyking, 2004).

Abundando, la comunidad académica de Alberta sostiene: “El pensamiento histórico ayuda a los estudiantes a ser ciudadanos bien informados que se acercan a los problemas sociales con una mente inquisitiva y buen juicio y son capaces de mantener una actitud analítica cuando se enfrentan a nueva información o a perspectivas diferentes a la suya. Poseer habilidades de pensamiento histórico implica organizar secuencias de eventos históricos, analizar sus patrones de comportamiento y situarlos en contexto para comprenderlas. Estas habilidades puede ser aplicadas a una variedad de fuentes, tales como las tradiciones orales, los textos impresos y electrónicos así como los registros del arte y la música” (Alberta Learning, 2003).

Algunos componentes del tiempo histórico

Al desbrozar la categoría de tiempo histórico, tan cara a los historiadores, nos enfrentamos con la necesidad de definir sus componentes nodales, el tiempo y el espacio . Pero también otros, como la sincronía y la diacronía , que nos permiten establecer analogías e interrelaciones y analizar la naturaleza general de ciertos fenómenos como las migraciones, la guerra, la paz, los procesos de escolarización, de producción e intercambio, las crisis así como abordar sus expresiones particulares en determinados momentos, circunstancias y contextos.

De todos los conceptos que la categoría de tiempo histórico articula, es el de cambio el que más elementos aporta para su comprensión y el que nos sitúa, en perspectiva, no sólo frente al pasado/presente (como una ecuación indisoluble) sino ante el futuro.

Es frente al cambio que la historia, como asevera Hobsbawm, toma la forma de un ave migratoria capaz de abandonar su territorio, cruzar volando la mitad del planeta y sentirse en casa tanto en el Ártico como en el Trópico. Esta metáfora lleva a Hobsbawm a definir al historiador como un viajero que puede transitar allende las fronteras de su identidad para conocer el pasado que es, según sus palabras, un territorio ajeno análogo a un país lejano y excepcional. Bajo esta lógica, la mirada de la historia se centra en la búsqueda de territorios ignotos, y en la exploración de lo desconocido más que en el registro de la continuidad. Por ello es posible sostener, junto con este autor, que los historiadores creen, sobre todo, en el cambio, aun cuando registran las permanencias (Hobsbawm, 2003).

Es la conciencia del cambio la que nos permite constatar el paso del tiempo y sus efectos en las cosas, los seres humanos, los paisajes socioculturales,

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