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Historia Del Peronismo

josebustos25 de Mayo de 2013

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HISTORIA DEL PERONISMO.

EVA PERON.

PRIMERA CLASE DICTADA EL 15 DE MARZO DE 1951

Es para mí un placer y un honor muy grande poder hablar a los peronistas desde esta tribuna y, sobre todo, poder hacerles llegar mi modesta voz en una de las materias más queridas para los peronistas: "La historia del peronismo". Cuando el director de la Escuela Superior Peronista me pidió que yo dictase un curso extraordinario en ella, advertí su gran importancia y quise medir la responsabilidad que significaba para mí el narrar, en cierto modo, el extraordinario capítulo de nuestra historia que estamos viviendo y que las generaciones venideras sabrán apreciar, porque en él estamos construyendo la grandeza de la Nación.

Yo me alegré, entonces, porque hablar de la historia del movimiento peronista, era, en cierto modo, recordar con ustedes, con los alumnos de esta escuela, con hombres y mujeres peronistas de corazón, todas las jornadas de lucha y de gloria de nuestro movimiento, vividas en estos pocos años, en una Patria tan cara para nosotros. Cuando el doctor Mendé me habló para que dictara esta clase, pensé que si bien significaba una gran responsabilidad, hablar de la historia del movimiento peronista era un honor para mí, que había vivido sus difíciles momentos, su gestación, sus triunfos y la culminación de sus realidades. Por eso acepté dictar este curso.

Pensé que estos siete años del movimiento peronista podían medirse con los pocos años de mi vida, porque los he vivido con gran intensidad. Y digo pocos años, porque para mí es lo mismo que para aquella viejita a quien San Martín le preguntó qué edad tenía, y que contestó al Libertador que era muy niña, porque tenía la edad de la Patria. Para mí la vida empieza el día en que mi camino se encontró con el camino del general Perón, día que yo siempre he llamado con orgullo "mi día maravilloso". Es por eso que desde el día en que conocí al general Perón, yo le dediqué mis ensueños de argentina y abracé la causa del pueblo y de la Patria, dando gracias a Dios de que me hubiese iluminado para que, joven aún, pudiera brindar mi vida al servicio de una causa tan noble como es ésta de Perón.

Yo me di cuenta de que la historia del peronismo necesitaba una explicación y de que esa explicación sólo se puede dar ubicando al peronismo en la historia de nuestro pueblo, y, más aún, en la historia del mundo. Y advertí que era también necesario poseer algunos conocimientos de historia universal y de la filosofía de la historia; y aunque siempre he tenido un amor extraordinario pro la historia, reconozco que solamente me he detenido en las páginas de los grandes hombres, porque he querido siempre hacer un paralelo entre los grandes hombres y el general Perón. Es que la comparación de nuestro Líder con los genios de la humanidad siempre me resultó interesante, y he llegado tal vez por mi fanatismo por esta causa que he tomado como bandera –y todas las causas grandes necesitan de fanáticos, porque de lo contrario no tendríamos ni héroes ni santos-, a hacer un paralelo entre los grandes hombres y el general Perón.

Todos ellos –los grandes hombres del pasado- lucharon por un imperio, por encontrarse a sí mismos... pero el general Perón lucha por algo más grandes: lucha por encontrar la felicidad del pueblo argentino. Solamente con estos conocimientos de historia, en los que he me detenido bastante, y con el gran amor por la causa de Perón, yo voy a tratar de cumplir aquí con este curso y explicarles a ustedes la historia de nuestro movimiento, como lo veo en medio de la historia del mundo y de la historia de los pueblos.

El General, en su discurso inaugural, hizo un elogio a la intuición femenina; yo creo también en la intuición femenina de una manera especial y me permito recurrir a esa intuición en esta Escuela en que las alumnas y alumnos de una cultura superior pueden colaborar conmigo para tratar de profundizar y de ahondar nuestra historia del peronismo. La intuición no es para mí otra cosa que la inteligencia del corazón; por eso es también facultad y virtud de las mujeres, porque nosotras vivimos guiadas más bien por el corazón que por la inteligencia. Los hombres viven de acuerdo con lo que razonan; nosotras vivimos de acuerdo con lo que sentimos; el amor nos domina el corazón, y todo lo vemos en la vida con los ojos del amor.

Yo aquí, como mujer y como peronista, voy a tratar de profundizar la historia del peronismo con el corazón. Los hombres sienten y sufren menos que nosotras; no es un defecto, la naturaleza que es sabia sabrá por qué lo ha hecho. Pero nosotras las mujeres, cuando amamos a un niño, cuando amamos a un anciano, tratamos de consolidar su felicidad. Los hombres con más facilidad pueden destruir, pueden matar. Ellos no saben lo que cuesta un hombre; nosotras, sí.

Cuando una mujer tiene la intuición de que un hijo que está lejos está enfermo o le ha pasado una desgracia, es que siente y ve con los ojos del alma y el corazón; es que la mirada se ha alargado más allá; es la mirada del amor, que es la que siente, que es la que presiente y lo ve todo. Es por eso que yo he querido ser, como mujer argentina, la eterna vigía de la Revolución, porque quiero ser una esperanza dentro de nuestro movimiento, para poder colaborar con la obra patriótica y ciclópea de nuestro Líder de construir una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

Pero para poder lograr la obra ciclópea del general Perón, hay que buscar la luz en otros factores: en el pueblo y en el Líder. La historia del peronismo que yo vengo a dictar aquí, no será más que la historia de ellos, de esos grandes amores de mi vida, que junto con la Patria llenan todo mi corazón. Para que esta historia de siete años que todos nosotros vivimos tan felizmente sea explicada, tenemos que empezar aceptando que debemos comenzar por definir quiénes fueron sus personajes. Pero en realidad, si se analiza a fondo todos los personajes de las épocas de los pueblos, hallaremos allí dos clases de personajes: los genios y los pueblos, y aquí, en la historia del peronismo, no hay más que dos personajes, solamente dos: Perón y el pueblo. Y es por eso que estos dos personajes, o sea el genio y el pueblo van escribiendo con tintas brillantes y obscuras, los millares y millares de capítulos que componen la vida de la humanidad.

En general la historia del mundo es la suma de esas dos historias que corren juntas. Yo sé que sobre este tema de los pueblos y de los grandes hombres es mucho lo que se ha escrito y que quizá mis puntos de vista en esta materia sean discutibles, pero yo tengo sobre toda otra explicación, una ventaja extraordinaria. Nosotros estamos viviendo una época maravillosa, una época que no se da en todos los países ni tampoco en todos los siglos, y ésta es una verdad indiscutible. Los críticos, los supercríticos, los detractores de Perón, podrán escribir la historia como les parezca, como se les antoje, deformando o tergiversando, o decir la verdad, pero lo que no podrán decir, explicar ni negar jamás, es que el pueblo lo quiso a Perón.

Explicar este hecho, es casi explicar toda la historia del peronismo, pero este hecho resultaría inexplicable si no repasamos en la historia universal, el problema de los pueblos y de los hombres o el problema de los hombres y de los grandes pueblos. Hoy quiero decir sobre esto solamente algunas cosas, algunos conceptos generales, para analizar en una segunda clase, ya profundamente, en particular, el tema de los pueblos en la historia, y luego, en otra clase, la apasionante materia de los grandes hombres, para después abordar el tema de la agrupación de hombres en el mundo y tomar después el de las revoluciones, para llegar así a nuestra revolución justicialista, y hacer la comparación, que será siempre ventajosa, porque nuestra revolución ha sido hecha por un grande hombre apoyado por un pueblo que buscaba su felicidad y cuyo camino le marcó su conductor.

Solamente quiero hoy analizar un problema un poco general: el de los grandes hombres, narrando algunas anécdotas para explicar cosas o casos que son a veces inexplicables.

Cuando nosotros, desde este balcón alto del siglo XX damos vuelta hacia el pasado, advertimos en seguida que la historia del mundo no es un camino que viene recto hacia nosotros. No; la historia que nosotros vemos desde aquí se nos parece un camino montañoso, que tiene sus valles y sus montes; los valles son los ciclos vacíos de los grandes pueblos, los ciclos en que los pueblos han perdido su tiempo luchando sin objetivos y sin grandes ideales. Los montes son aquellas etapas altas del camino, en que se ha dado el milagro de que el hombre encuentra la manera de conducir a un pueblo hacia sus altas regiones, o de que un pueblo ha encontrado a un hombre que lo ha sabido conducir para escribir una página brillante en la historia de la humanidad.

Algunos creen que la historia la hacen solamente avanzar las grandes personalidades: éstos son los individualistas de la historia. Carlyle, por ejemplo, decía en su gran obra: "Ros herus" que "la historia universal es, en el fondo, la historia de los grandes hombres".

Otros en cambio, afirman que la historia es obra exclusiva de los pueblos: son los colectivistas de la historia. Ellos son los que afirman, por ejemplo, que aun cuando San Martín no hubiese venido a conducir a los ejércitos criollos a su destino de gloria, otro hubiera ocupado su lugar y hecho lo mismo.

Yo creo que la verdad aquí, como en tantas partes, reside en una tercera posición. Nada haría un pueblo sin un conductor, ni hada haría un gran conductor sin un gran pueblo que lo acompañase y

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