Historia Latinoamericana
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Disefio tic Inpn: Cnrlos I’éir/, VilInitiII
Titulo de In obra original:
Histoire de ('Amérique Latine
Fresses Univcrsitaircs de Frnncc, París, 1949.
TnJucida de la segunda edición actualizada. 1961. y cotejada nm la tercera edición, 1964, por Federico Monjardín
Fotografía de tapa: Estatuilla en terracota de un guerrero (Ai te Mochica)
Decimoquinta edición: mar/o de 1996
EUDEBA S.E.M..
Fundada por la Universidad de Buenos Aires
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0 1994 EUDEBA SEM - Editorial Universitaria de Buenos Aires
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(1033) Buenos Aires, República Argentina.
.■*1 *
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IMPRESO E.N LA ARGENTINA PR1NTE1.) IN ARdENTINE
Pierre Chaunu
HISTORIA DE AMÉRICA LATINA
EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES
AMÉRICA
INTRODUCCIÓN
Al, ENCUENT1U) DE DOS MUNDOS
Desde los 32° de latitud norte hasta los 54° de lati¬tud sur, América latina abarca 21.173.000 km2 aproxi¬madamente, es decir el 15,9 % de las tierras emergidas, expresión ésta cori la que habitualmente se designa la inmensa fracción del continente americano descubierta, poblada y colonizada por los pueblos ibéricos (españoles y jjortugueses).
Hablar de América latina es afirmar la unidad de este mundo, en oposición a la América anglosajona, y de los doscientos quince millones de seres que, en su in¬mensa mayoría, hablan las lenguas castellana y portugue¬sa, más o menos deformadas por bocas extranjeras. Podría esc ribi rse la historia de las Ajnéricas latinas, pero escri¬biremos la de una América latina porque consideramos que la unidad prevalece sobre la diversidad.
América latina participa, con la anglosajona, del pro-digioso aislamiento del nuevo continente entre las dos masas líquidas del Atlántico y del Pacífico. La más gran¬de de todas las islas, al decir de los historiadores norte¬americanos. Construidas sobre el mismo esquema orográ- fico Norte-Sur, las dos Américas presentan la misma alternancia de Oeste a Este: gran masa montañosa ter¬ciaria, gran llanura reciente, contrafuertes antiguos. Inmensidad también. Pero ahí concluye la analogía entre ambas.
La latina, en oposición a la anglosajona, es un con¬tinente tropical, con las consiguientes limitaciones que esto
) v.. implica: limitación do superficie utili/.ahle. limitación do
) la riqueza de los suelos, limitación de la actividad huma
na, sobre todo para el europeo, privado do la alternancia de las estaciones, necesaria a su organismo; salvo la pam ’ pa, América latina es una América do mesólas. Las dos
) grandes civilizaciones que hallaron los españoles fueron,
j también, civilizaciones de meseta: los mayas y los aztecas
de México, los chibchas de Colombia y los incas de los Andes, habían alcanzado, por sí mismos, un avanzado gra- ) do de Cultura en contraste con los pueblos de las llanuras.
) Al.torii&r-cfcntártó con el español, píortero do la Eu¬
ropa conquistadora, todo ese mundo so derrumbó. Las más brillantes civilizaciones indígenas cedieron paso a la r.ul- ) tura europea con extraordinaria rapidez. ¿Debilidad con
) . génita de la humanidad indígena? Había en olla, quizá,
posibilidades diferentes, aunque 110 tan ricas como las del Viejo Mundo. Faltó tiempo, gran responsable del fracaso } causado por el éxito colombino.
) Cualquiera que sea el origen do osla raza: ya haya
^ venido de Asia a través de las Aleutianas y de Alaska.
o cruzado el Océano Pacífico “saltando de isla 011 isla” <:on sus piraguas de balancín, existo un punto en que to ) cí:’s las opiniones autorizadas concuerdan: la relativa ju
) ventud de la humanidad indígena. La primera loma de
posesión de América por hombres venidos do Asia so si¬tuaría en el límite final del Paleolítico y 011 ol alba del ) Neolítico entre los 15.000 y las 10.000 años a. (1* El ca-
) rácter insular del Nuevo Mundo, alejado del ombligo ou
)
* La aplicación del método del carbono radiactivo (C 14), ) inventado por Willinrd F. Libby, ha permitido fechar rn 21800 a. C.
•j —durante el último periodo interglacial— los restos lialIndos «mi
Tule Springs, Nevada (Estados Unidos de Norteamérica) y «onsi ) derarlos los más antiguos de América, contemporáneos del fnleolí
, tico europeo. Por otra parte, en los comienzos del posglacial se pue
den ubicar los restos hallados en Tcpexpan (México) y nn las ruc- ) vas de Lagoa Santa (Brasil) (Sumidouro y Confins); en 10000 a. C.,
los de la cueva del Milpdon o de Eberhardt, en el srno de la Ulli > nía Esperanza, Magallanes (Chile) y en el áren de Rio Gallegos
^ (Argentino); entre 9000 y 7000 a, C., los de la estnnrin T os Toldos.
)
rnsiático de la especie humana, explica la jiivcñtud de la humanidad precolombina y, p^r consiguiente, su debili¬dad.
Al finalizar el siglo xv y comenzar ol xvi, los in¬dígenas de las mesetas se destacaban
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