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Historia Unidad 1

barsi10 de Septiembre de 2014

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HISTORIA Y CORRIENTES HISTORIOGRÁFICAS ARGENTINAS

HISTORIA: CONCEPTO. HISTORIOGRAFIA.

Al momento de abordar el estudio de las corrientes historiográficas argentinas, es pertinente estudiar el concepto de lo que se entiende por Historia en primer lugar, para luego comprender que es lo que significa la historiografía en sentido amplio. Y también corresponde tratar la temática del vocablo Historia desde la perspectiva del contraste entre conocimiento pre-científico y científico. Esta distinción permite trascender la simple opinión, de eventos que corresponden a nuestra nación, hacia el entendimiento causal del devenir de nuestra historia, a partir de la utilización de una metodología que se corresponde con toda disciplina científica.

La Historia, como ciencia social, para alcanzar dicho rango científico, debe cumplir con los requisitos que demanda toda ciencia, a saber, poseer un objeto de estudio y un método que permita acceder a dicho objeto. Y cuando se rastrea ese objeto de estudio, se transita por el camino de las distintas definiciones que se pueda encontrar para definir a la Historia. Una vez que se arriba al concepto de la materia, se tendrá ya delimitado el objeto de estudio y el siguiente paso será la explicitación de las etapas del método histórico.

Esta breve incursión en terrenos metodológicos es de suma importancia por la circunstancia de que, en la raíz de la discusión entre las distintas corrientes historiográficas de nuestro país, subyace el problema del método, tanto como criterio de distinción como de acusación hacia su opuesta. Y una segunda circunstancia está relacionada con la función fundamental que anima al historiador en la utilización del método histórico, que es la de interpretar los hechos y datos que ha recabado. La cuestión de la interpretación es fundamental también a la hora de entender los motivos que animan a las distintas corrientes historiográficas.

“Historia es la re-creación intelectual de un pasado específicamente humano, a través de una pesquisa realizada mediante inferencias sobre las fuentes y la exposición congruente de los resultados obtenidos”.

En la citada definición se hallan mencionados tanto el objeto de estudio como el método utilizado por la Historia. Desgranando el concepto se tiene que resaltar los siguientes puntos:

 En primer lugar la re-creación intelectual significa que el historiador debe volver a crear un hecho que sólo ha podido llevar a cabo el hombre. Se desprende de suyo que sólo puede hablarse de historia en términos científicos cuando se hace siempre a hechos protagonizados por el hombre. He aquí entonces el objeto de estudio.

 En segundo lugar tenemos las etapas del método histórico: cuando se menciona el momento de la pesquisa se hace referencia a lo que se conoce como heurística, que tiene que ver con el momento de búsqueda de fuentes, sean documentales, bibliográficas, testimoniales o de otro tipo sobre el tema específico que se quiere historiar. Una vez reunida esta masa de información, sobre la misma debe aplicársele una serie de controles para garantizar la veracidad de la misma, por lo cual el historiador se vales eventualmente de otras ciencias sociales. Seguidamente se establece un orden de importancia del material obtenido, procediéndose a la interpretación de lo que se ha obtenido a partir de la heurística. En este momento del método, en la definición se halla cuando se habla de “inferencias sobre las fuentes”. El tercer momento del método consiste en la denominada síntesis, que es la composición estructurada y sistemática de los descubrimientos a partir de la pesquisa. En este momento el historiador ha separado lo secundario de lo principal y se avoca a responder el interrogante que lo ha llevado a investigar. Finalmente la cuanta etapa es la “exposición congruentes de los resultados obtenidos”, que es la presentación final del trabajo realizado en forma escrita.

Teniéndose ya las cuatro etapas del método histórico, se allana el camino para comprender el significado de la Historiografía.

 Primer momento: Heurística – indagación

 Segundo momento: Hermenéutica – interpretación

 Tercer momento: Composición – síntesis

 Cuarto momento: Exposición

Es el cuarto momento o etapa del método histórico en donde se produce la presentación final de trabajo finalizado por parte del historiador. A dicho proceso de escribir la historia, se lo llama precisamente historiografía. Por ende, la historiografía será el conjunto de los trabajos escritos sobre historia, producto de la aplicación del método histórico. En nuestro caso el adjetivo argentina aplicado al sustantivo historiografía, resultará en el conjunto de escrito acerca de los hechos y acontecimientos históricos de nuestro país. Pero no necesariamente excluye este adjetivo a la nacionalidad del historiador, sólo se plica a los hechos. También debemos incluir en la historiografía argentina la obra de autores extranjeros.

CORRIENTES HISTORIOGRÁFICAS ARGENTINAS:

El estudio de las distintas corrientes historiográficas requiere de 2 aclaraciones: por una parte, hay un necesario recorte temporal en cuanto a partir de cuando comenzamos a hablar de historiografía argentina, recorte relacionado con la objetivación del uso del método histórico. Esto significa que anterior al comienzo del estudio de la historia en forma profesional en nuestro país, se había escrito obras sobre el pasado, relatos crónicas, memorias. Por otra parte, se ha optado por excluir a los autores extranjeros del conjunto de obras referidas al pasado nacional, pero se ha impuesto el criterio por el cual se trata de vincular las reconstrucciones del pasado con el devenir político del país, por ello la exclusividad de autores nacionales en un requisito indispensable.

HISTORIOGRAFÍA ERUDITA

Escuela Liberal: La historiografía académica de nuestro país se cimentó en las obras clásicas de Bartolomé Mitre (sus biografías de Belgrano y San Martín), así como en la Historia de la Rep. Arg. De Vicente Fidel López y los ensayos de Domingo F. Sarmiento, en particular el Facundo. Estos textos fundaron una interpretación del proceso histórico que desde el Estado y el sistema de instrucción pública se difundió como versión oficial.

Tal interpretación explica la Revolución de Mayo como la obra de una minoría instruida en el ilusionismo y la cultura europea, que enfrentó primero al absolutismo español y luego a las fuerzas autóctonas de la barbarie o la anarquía, las cuales demoraron durante medio siglo la implementación del orden constitucional y las condiciones necesarias para el progreso económico. Esta visión rescata principalmente a Bernardino Rivadavia como precursor de la República liberal, descalificando a Artigas, Dorrego, Rosas y los demás caudillos federales como representantes del atavismo de la plebe y las masas rurales, que se oponían a la apertura del país al mundo civilizado.

La contradicción principal que da sentido a nuestra historia, según Sarmiento, es la oposición entre civilización y barbararie, que se manifestó en la rebelión de las hordas y los caudillos de la campaña contra la ilustración y las leyes de la ciudad.

“Había, antes de 1810, en la Rep. Arg., dos sociedades distintas, rivales e incompatibles, dos civilizaciones diversas: una la española, europea, culta y la otra bárbara, americano, casi indígena; y la revolución de las ciudades sólo iba a servir de causa, de móvil, para que estas dos maneras distintas de ser un pueblo, se pusiesen en presencia una de otra, se acometiesen y, después de largos años de lucha, una absorbiese a la otra”.

Sarmiento describió el dilema sudamericano como un “conflicto de razas”, atribuyendo los males de estos países y la incapacidad de sus pueblos para vivir en un sistema republicano a la mezcla de la sangre hispánica e indígena, una herencia cultural que debía ser extirpada mediante el sistema de educación pública.

Mitre concebía a la clase dirigente del país (los “directores del pueblo”) como una prolongación de la elite europea, destinada a gobernar la República y “civilizar” esta parte del mundo. “Por eso, la revolución, que fue dirigida por una minoría ilustrada, fue recibida por las masas como una ley que se cumplía, sin sacudimientos y sin violencia”.

Al relatar la revolución emancipadora, trazaba el siguiente cuadro de los siguientes grupos raciales:

“Los indios y los negros formaban la raza servil bajo el régimen de la esclavitud, y eran elemento inerte. Los mestizos eran razas intermediarias entre los españoles, los indios y los africanos, que en algunas partes componían la gran mayoría. Los criollos, los descendientes directos de españoles, de sangre pura, pero modificada por los medios y por sus enlaces con los mestizos que se asimilaban, eran los verdaderos hijos de la tierra colonizada y constituían el nervio social.

La raza criolla en América del Sud, elástica, asimilable y asimiladora, era un vástago robusto del tronco de la raza civilizadora índico-europea a que está reservado el gobierno del mundo”.

Este discurso, expresaba la autoimagen de una elite “blanca” opuesta a los estratos populares, cuya inferioridad se atribuía a factores raciales.

El conflicto de la guerra civil entre unitarios y federales era explicada como “una enfermedad del tiempo”, encendida por “los instintos selváticos de las multitudes y sus caudillos semibárbaros”, una reacción contraria a “las clases ilustradas de la sociedad” y a los principios

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