ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Hora De Fe


Enviado por   •  3 de Enero de 2015  •  1.879 Palabras (8 Páginas)  •  273 Visitas

Página 1 de 8

«QUE NO TAMBALEE NUESTRA FE»... Hora Santa 22 Adoración para levantar el ánimo y seguir

Monitor: “Quédate con nosotros, Señor, porque se  hace tarde y el día ya se acaba” (Lc 24,29). Ésta fue la invitación apremiante que, la tarde misma del día de la resurrección, los dos discípulos que se dirigían hacia Emaús hicieron al Señor Jesús, que, sin darse ellos cuenta, había caminado a su lado a lo largo del trayecto desde que se les había unido. Abrumados por pensamientos tristes, aquel par de discípulos no se imaginaba que aquel caminante desconocido fuera precisamente su Maestro.

Monitor: Nos presentamos ahora ante Jesús Eucaristía sabiendo que nos llama a ser sus discípulos-misioneros y nos invita a levantar el ánimo decaído de tanta gente que camina junto a Él y no lo logra reconocer porque viven sumergidos en la tristeza o la desesperación. Nos ponemos de rodillas para recibir a Jesús Eucaristía.

CANTO PARA RECIBIR A JESÚS SACRAMENTADO:

"QUÉDATE JUNTO A NOSOTROS"

Quédate junto a nosotros

que la tarde está cayendo,

pues sin ti a nuestro lado

nada hay justo, nada hay bueno.

Avanzamos solos por nuestro camino

cuando vimos a la vera un peregrino

nuestros ojos ciegos de tanto penar

se llenaron de vida, se llenaron de paz.

Quédate junto a nosotros…

Buen amigo quédate a nuestro lado,

pues el día ya sin luces se ha quedado

con nosotros quédate para cenar

y comparte mi mesa y comparte mi pan.

Quédate junto a nosotros…

Tus palabras fueron la luz de mi espera

y nos diste una fe más verdadera

al sentarnos junto a ti para cenar

conocimos quién eras, al partirnos el pan.

Quédate junto a nosotros…

Ministro: Adoremos y demos gracias en cada momento

Todos: Al Santísimo Sacramento.

Padre Nuestro.

Ave María.

Gloria. (Se repite todo esto tres veces, según la tradición).

Lector 1: Los dos discípulos de Emaús experimentaron que sus corazones «ardían» (Lc 24, 32) mientras escuchaban con atención la explicación de las Escrituras. La luz de la Palabra animaba la tristeza de su corazón y «se les abrieron los ojos» (Lc 24,31). Entre la opacidad del crepúsculo y el ánimo sombrío que les abrumaba, aquel Caminante fue un rayo de luz que despertaba la esperanza y abría su espíritu al deseo de la plena luz.

Lector 2: «Quédate con nosotros», suplicaron, y el Caminante aceptó. Poco después tu rostro Jesús amado, desaparecía de su vista, pero te quedaste veladamente en este “pan partido”, ante el cual se les habían abierto sus ojos reconociéndote. Tú, Jesús Eucaristía, eres ese mismo Caminante que vas a nuestro lado.

Momentos de silencio para orar.

(En seguida a manera de salmo responsorial se tiene un momento de oración con el Salmo 138).

Monitor: Oremos ahora ante Jesús Eucaristía, el Dios que nos acompaña día y noche diciendo después de cada estrofa: Tú me sondeas y me conoces, caminas siempre junto a mí.

Lector 1: Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.

Todos: Tú me sondeas y me conoces, caminas siempre junto a mí.

Lector 2: No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco.

Todos: Tú me sondeas y me conoces, caminas siempre junto a mí.

Lector 1: ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro.

Todos: Tú me sondeas y me conoces, caminas siempre junto a mí.

Lector 2: Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha.

Todos: Tú me sondeas y me conoces, caminas siempre junto a mí.

Lector 1: Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí», ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día.

Todos: Tú me sondeas y me conoces, caminas siempre junto a mí.

Lector 2: Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma, no desconocías mis huesos.

Todos: Tú me sondeas y me conoces, caminas siempre junto a mí.

Lector 1: Cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra, tus ojos veían mis acciones, se escribían todas en tu libro; calculados estaban mis días antes que llegase el primero.

Todos: Tú me sondeas y me conoces, caminas siempre junto a mí.

Lector 2: ¡Qué incomparables encuentro tus designios, Dios mío, qué inmenso es su conjunto! Si me pongo a contarlos, son más que arena; si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Lector 1: Dios mío, ¡si matases al malvado, si se apartasen de mí los asesinos que hablan de ti pérfidamente, y se rebelan en vano contra ti!

Todos: Tú me sondeas y me conoces, caminas siempre junto a mí.

Lector 2: ¿No

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (12.3 Kb)  
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com