INVACION DE PEN Y BENABLES

Una reflexión necesaria

Nos circunscribimos, en este ejercicio, a solo abordar algunos aspectos presente en la brillante y oportuna obra del autor de referencia, no pretendemos en esta oportunidad un ensayo que recree una pañorámica general de la temática planteada en la obra de Bernardo Vega, fuimos, vale decirlo, atrapados, seducidos por lo que podríamos llamar "una historia tras la historia" por algo que no se ha dicho de ella, pero subyace en esta. Es por esa razón que, en esta presentación, rompemos la monótona faena de hacer un ejercicio de resumen y copia, o de proceder, como otros, de "argumentar lo ya argumentado", siempre tomando como punto de partida la historiografía de la oficialidad, que es lo mismo decir "la historia convenida por ser conveniente", y es que todo lo inicialmente escrito sobre este tema, nos llega por intermedio de cartas e informes militares, documentos estos, no solamente entendidos como oficiales, en este caso se trata, de fuentes que establecen posiciones estrictamente oficiales, por ser el producto de un orden castrense, por esa razón, son rigurosamente redactados y esmeradamente revisados, para que puedan decir y callar, solo, lo absolutamente conveniente de acuerdo a los intereses en juego, y es sobre estos documentos que erigimos nuestras valoraciones actuales sin cuestionar su origen de compromiso, quizás asumiendo, erradamente, que esa práctica libre individual llena de originalidades del hacer del historiador de hoy, era la misma con la cual procedía un historiador o relator del siglo XVII, un siglo de absolutismo político y religioso, que sometía toda expresión cultural, un siglo de censuras y de un control omnipresente que todo lo tamizaba, y sobre esta producción bibliográfica, construidas por esa cultura de dictadura y represión, en donde las primeras cautivas eran la razón y el espíritu. Así es que sin darle real observación a toda esta realidades, edificamos hoy, sobre estos, muchas veces, anacrónico juicios, construidos de esta forma, no por la incompetencia del ojo observador, sino por las normas y los controles que regulaban el juego de los productores de ideas, por eso no debemos sin intermediación de la crítica y el análisis asumir para nosotros de manera pura, simple y directamente el contenido de las fuentes y así no entronizarlas como únicas rectoras fundacionales de nuestras meditaciones, procediendo sin contestación algunas, anulando de paso la crítica, y catalogando de "poca ajustada" la expresión más radical y original de interpretación histórica. El mandato parece ser, que no seamos originales y arriesgados. El mandato parece ser, no a apartarnos de la tradición y seguir adorando, como sagrado oráculo, unas fuentes a todas luces y "juradamente" comprometidas, pero es, en su afán por ocultar, de manera insistente, la realidad de los verdaderos hechos, cuando por tanta reiteración, cuando con tanta conveniencia y grandeza de historias a su favor, es ahí, en donde aflora ante un historiador lleno de "sensibilidades" la magia suprema de la duda y la sospecha que trae consigo una historia, que por ser pactadamente convenida revelara indefectiblemente su imperfección tras la aparición en escena de un ojo inconforme con estas dudas, con estas sospechas, y a partir de esto se emprenderá el camino necesario para descubrir que los convidados de la historia convenida no han podido sepultar, para siempre la verdad de los hechos del ayer, perdieron de vista que esta es tan inmensa, que se resiste a desaparecer sin antes dejar, aunque sea un pequeño rastro, que evidencie en el futuro, su monumental existencia en la escenas histórica. Es trabajo de una nueva casta de historiadores osados, audaces, siempre dispuestos con valentía a expresar y defender nuevas, creativas y objetivas tesis, dotadas de la sensibilidad que otorga la criticidad metódica, que nos permitirá ser respetuosos de las fuentes tras su conocimiento, pero esto será un respeto ganado, no uno debido. Entonces, el mandato nuestro es que agudizemos nuestro sentidos, afinemos nuestra percepción, siempre alerta ante el más mínimo indicio de ese detalle fugitivo y proscrito, que puede revelar lo que se quiso por conveniencia callar, y si nos esforzamos, si nos mantenemos atentos y "sensibles" el se revelara ante nosotros en todo su esplendorosa presencia y nos regalaran la verdad inmensa que ellos guardan. Este ensayo es un ejemplo de esto.

Resumen

Tres aspectos a ser redescubiertos

Veremos la repercusión que este evento tuvo, según el mismo Oliver Cromwell, en su carrera política cuando en un discurso el 13 de abril de 1657 pronuncio ante el parlamento Inglés.

De igual manera pondremos las bases para cuestionar el criterio de "soldados conforme y por disposición" que se sugiere en las obras que tratan esta temática.

De la misma forma, subrayaremos la masiva participación de "Irlandeses venidos de Barbados en condiciones no de todo clara para luchar en una causa que favorecía a sus más odiados enemigos. Los Ingleses".

Pondremos en duda la intención guerrerista del contingente irlandés inscrito en esta causa. De la misma forma recalcaremos sobre la relación entre los "socios guerreros"

Seguiremos, en lo adelante desarrollando la temática, al margen de esta exigencia de índole académica.

La trascendencia histórica de este evento.

Fue Inglaterra y no España la principal protagonista de los eventos que se desataron en el Caribe a partir del proceso histórico conocido como la guerra anglo-española , y que de igual manera, impactaron a la isla de Santo Domingo de forma tal, que el desenlace del los hechos aquí desarrollados en veintidós días, entre el sábado 24 de abril y el viernes 14 de mayo de 1655, tuvieron implicaciones directa en el destino político de la nación sajona, siendo uno de estos, el suceso que, para 1657 al ser solicitado como monarca por el parlamento inglés, Oliver Cornwell, desestimó tal pedimento argumentando, en un discurso el 13 de abril del mismo año, el profético mensaje, que como augurio, la providencia divina le había señalado, su rechazo absoluto contra la figura real, esto así, según él, como consecuencia y tras el conocimiento que tuvo en 1655, sobre la derrota de la amplia expedición inglesa enviada, por su gobierno, a la isla de Santo Domingo, este fue, según su valoración, una señal proveniente de Dios, para dejar claro con ella,

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