Ideas Filosoficas En El Cine
zonya12 de Abril de 2015
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Ideas filosóficas en el cine
Introducción
La crisis de la realidad es la que nos lleva hacer cine, para intentar jugar a ser pequeños dioses, y así, superar las limitaciones del hombre. La creación de un mundo que nos inmortalice, y con esto no me refiero al exitismo social, sino a una porción de sensaciones y pensamientos que permanezcan materializados aún después de la propia inexistencia. Transferimos un porcentaje de nuestra vida a cada uno de los personajes, con el propósito de que sobrevivan inmutables en aquel lugar regido por lo inacabable, en contraposición a nuestra realidad azotada por lo efímero. Es por lo tanto que, el cine es un conjunto de fotografías que recuerdan las ideas de un hombre reflejado en su sociedad, él cuál intentó imitar a un dios para trascender más allá de su mortalidad, y así convertir su placebo existencial en arte.
El cine con contenido filosófico es un recurso educativo que debe ser tenido en cuenta por todo el profesorado de filosofía que busque una implicación activa de los jóvenes en el aula. El discurso audiovisual, tan propio de nuestro nuevo milenio, conecta de manera directa con la juventud, con sus intereses y sus aficiones. Por este motivo, una buena película con base filosófica, puede ser el resorte perfecto que active la máquina del pensamiento.
Los problemas filosóficos clásicos que aborda la trilogía Matrix son el problema de lo real y el problema de la libertad. Para ver cómo muestra The Matrix el problema de lo real es necesario remitirse a su argumento. La película está ambientada en el futuro (año 2199 aproximadamente). Hay una guerra entre humanos y máquinas. Las máquinas han sometido a los humanos manteniéndolos dormidos en unas cubetas, conectados a un mundo onírico y falso procedente de un programa informático llamado Matrix. En el mundo real sobrevive una colonia de humanos libres, Sión, que intenta liberar a los que están en las cubetas. Para ello han formado un ejército cuyos soldados deben entrar en Matrix en busca de aquellas personas que sospechan que Matrix existe. Así es como encuentran a Neo, el protagonista. Neo duda, no sabe qué mundo es real y qué mundo es Matrix. Deberá seguir l
La elección de las películas no es cerrada, todo depende de la cultura cinematográfica del profesor que intente implantar este método. Las que se citan a continuación, sólo son algunas de las que se podrían utilizar. Sin embargo, es necesario hacer una advertencia. El cine se utilizará como herramienta de apoyo a las explicaciones teóricas dadas y no suplirá, en ningún caso, la base teórica que el alumno debe trabajar. El contenido filosófico de cada uno de los autores no puede ser reducido a la reproducción de un fragmento de película. El uso del cine tiene que ser entendido como una invitación, una excusa o un pretexto, para que alumno se haga las mismas preguntas que el autor a estudiar plantea y para que reflexione las respuestas que éste propone.
Es un punto de partida hacia la reflexión filosófica y no un mero divertimento. No se trata de convertir la enseñanza de la filosofía en un espectáculo sino que se trata de hacer saltar la chispa de la reflexión crítica.
Karl Marx: Z (Costa-Cavras) o J.F.K.: caso abierto (Stone), la relación entre pensamiento, política y poder. ¿El cine como alienación?
10. Friedrich Nietzsche: La soga (Alfred Hitchcock), Apocalypse Now (Francis Ford Coppola) y Sin perdón (Clint Eastwood). Superhombre, Voluntad de poder y transvaloración de todos los valores. Más allá del bien y del mal (Cavani) o la vida como un todo.
Se muestran cuatro posibles formas en que una idea filosófica puede estar presente en una película, y se ofrece algún ejemplo de presencia ejercitada donde la idea estructura la totalidad de la película
La presencia de las ideas filosóficas en el cine
El presente ejercicio tiene por objeto tratar mínimamente la llamada educación visual en los institutos, actividad en auge debido a la incorporación de los nuevos materiales audiovisuales (cañón, pizarra digital, internet, &c.) en la medida en que obligan a trabajar con la producción cinematográfica, generado en el terreno de la «filosofía de instituto» principalmente, una amplia gama de manuales de filosofía donde en función del tema o unidad trabajado, se recomienda una o varias películas que se supone lo ilustran significativamente. Esta significación es la que creemos necesario tratar.
Y la necesidad deriva de la confusión en la «significación» que se atribuye en cada caso, afectando normalmente a la «unidad visual» que se recomienda, como una totalidad, no porque la significación no pueda darse en una parte con independencia del resto, sino porque se ven las grabaciones como una unidad o totalidad, «en orden a no interrumpir o amputar el mensaje emocional o afectivo» construido en el desarrollo de la trama.
Nosotros suponiendo estas totalidades visuales, las pondremos en conexión con las ideas filosóficas, para diferenciar al menos cuatro modos (independientemente de su temática, ya sea antrópica o anantrópica –que se podría reducir a los documentales– o en función de los ejes antropológicos, en sus tres modos o en sus intersecciones) en que las ideas pueden tener la presencia que se pone de manifiesto en la ejecución de los procesos educativos.
Este tratamiento no es específico del cine, y se podría hacer extensivo al teatro, las artes escénicas en general, a la literatura, o como suele hacerse desde modos seudo-filosóficos en que se tratan la fotografía, la arquitectura, la música o la pintura desde el post-estructuralismo o retóricas deconstructivas y demás, principalmente a causa de la ecualización que en las «epistemes» se producen entre los producciones simbólicas.
En sentido contrario, hay que poner de manifiesto, las distancias de este artículo (originariamente pedido para una revista de instituto), con análisis como los referidos a las estructuras noéticas comunes a la poesía y la matemática de Gustavo Bueno que de un modo inigualable hace en esta revista.
Lo que por nuestra parte buscamos, es ver cuándo la significación (que es la misma idea filosófica) de la película lo es, y cuando no tiene más que una presencia oblicua, accesoria o insignificante. En concreto nos gustaría mostrar cuando se podría hablar de intersección máxima.
Esta intersección máxima supone que hay modos de intersección mínima y otros en que no la hay, aquellos en que la «figura» de la película no rebasa el mero ámbito técnico o categorial (lo que por sí mismo puede tener un gran valor artístico). Nosotros dando por supuesto que el marco técnico o artístico en que se pueda resolver la estructura o la temática de una grabación que se atenga a la «norma», la duración y nivel al uso (la calidad y la duración «tipo» del mercado audiovisual, sin desdeñar otros formatos como el documental, el corto, la serie, &c.) es suficiente, necesitamos que aparezca de algún modo «alguna idea»; por ejemplo suponemos que el modo más directo en que podemos ver aparecer la idea es a través de los conflictos, bien por inconmensurabilidad entre campos normativos, bien por desarrollos normativos hasta sus límites dialécticos; y es el tratamiento y resolución del conflicto donde creemos poder constatar (aunque no necesariamente) la presencia de una o varias ideas filosóficas, tanto es así que se puede llegar a ver aparecer una verdadera tesis filosófica por parte del director (que por otra parte no tiene que ser un filósofo en el sentido académico o gremial; antes bien, creemos que si aparece es gracias a que no lo es). En todo caso este conflicto (en su polémica inmanente) puede tener contenidos o rasgos muy diversos, desde los ético-políticos (caso de «Germinal» de Claude Berri –1934–), étnico-culturales (caso del cine del oeste), ideológico-histórico caso del cine bélico, ético-morales entre el individuo y el grupo, o el grupo y la comunidad política, como «La ley del silencio» (1954) de Elia Kazan, o entre normas de instituciones distintas que necesariamente pasan por el individuo (caso del «Yo confieso» –1953– de Alfred Hitchcock), u otras, pero que nos permitan señalar en el análisis que se pueda hacer, una presencia no extrínseca.
Es evidente que el cine, desde estos presupuestos, y en la medida en que trata estos y otros conflictos necesarios para el dramatismo o el mero interés del público, cuando alcanzan el nivel filosófico, hacen del cine el mayor divulgador de ideas filosóficas posible, arrastrado la mayoría de las veces por la ideología inherente que está inserta en los procesos que constituyen «el conflicto de las civilizaciones», para hablar con terminología de Huntington. Esto ocurre, tanto más cuanto menos se pretende, así el llamado en los años 70, «cine de arte y ensayo», con Bergman, Pasolini y demás, fue visto como una rareza pedante para minorías, aunque muy apreciada para la crítica, y fue un género efímero, hoy día ha desaparecido; así aunque el grado y el valor general del cine actual suele ser bajo (pasada ya la llamada época dorada de los cincuenta) en el cine de masas, da con mucho para hacer reflexionar un rato a los telespectadores al comentar la película, y aunque carezcan de las «armas analíticas» suficientes, todavía influidos por las horas de proyección a la salida del cine (si consiguen rebasar el juicio del gusto: «a mi me ha gustado»), no digamos si vienen leídos por los críticos semanales o mensuales que se encargan de «armar conceptualmente» al futuro espectador (porque la lectura a posteriori de la crítica suele ser más inusual, y requiere una razón de peso ajena
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