Imigracion En Argentina

Inmigrantes en la Argentina

Durante los finales del siglo XIX, la Argentina experiencia un gran crecimiento en su población debido a una obra masiva de inmigración. La mayoría de estos inmigrantes eran excluidos de Europa, de países como España y Italia. Los presidentes Mitre, Sarmiento, y Avellanada (tres presidentes consecutivos durante el siglo XIX) fueron quienes más apoyaron este movimiento, juntos con otros intelectuales como Juan Bautista Alberi. Ellos esperaban que la influencia de inmigrantes sería una manera de introducir la cultura Europea en Argentina y fomentar el desarrollo y cambio de la estructura socio-cultural. Al llegar, los inmigrantes mayormente se distribuyeron en la ciudad de Buenos Aires y las provincias litoral pampeano. Casi inmediatamente, el país empezó a sentir los efectos de estos nuevos ciudadanos. Cambiaron no solo la distribución de población en Argentina, sino también la estructura social y los sectores de trabajo en la ciudad.

La obra masiva de inmigrantes que se mudaron desde Europa hasta Argentina y el resto del Nuevo Mundo en los siglos XIX y XX no apareció de nada. Existían algunos factores principales en ambos lugares que promovían el nuevo movimiento. En Europa, condiciones como el descenso de feudalismo, un aumento en la población, y la introducción de nuevas tecnologías influyeron la decisión de mucha gente de las clases media y obrera a emigrar de su país de origen, con la esperanza de una oportunidad nueva.

La República Argentina les ofrecía un destino ideal. Era un país casi vacío que no estaba aprovechando su tierra grande. También había cifras altas de analfabetismo y pobreza que necesitaban una solución. El gobierno y los intelectuales se dieron cuenta de esta situación, e trabajaban para crear un ambiente de apoyo para los nuevos inmigrantes. La recién Constitución de 1853 bien mostraba esta mentalidad creciente, con su promesa que el gobierno “fomentará la inmigración europea.”

Hubo tres presidentes consecutivos en los fines del siglo XIX que trataban de facilitar la inmigración en Argentina.Bartolomé Mitre, Juan Domingo Sarmiento, y Nicolás Avellaneda eran intelectuales que creían que la combinación de educación e influencia europea era la manera mejor de desarrollar el país. Todos tenía policías receptivas a inmigración, con la esperanza que los inmigrantes elegirían Argentina como su destino. Sarmiento, quien tomó la oficina de presidente en 1868, después de Mitre, da un ejemplo de las creencias de estos hombres en su libro Facundo, una bibliografía ficcional del caudillo Facundo Quiroga que habla sobre la lucha en Argentina entre civilización y barbarie. Para Sarmiento, el “barbarie” de los gauchos y Argentina rural solamente podía ser evitado por la introducción de la “civilización” de inmigrantes europeos. Según él, la nueva influencia, conjunto con un mejor sistema de educación, permitiría Argentina a tener una cultura del primer mundo.

Después de la presidencia de Sarmiento, Nicolás Avellaneda tomó una medida vital en el apoyo de inmigración, con la implementación de la Ley de Inmigración de 1876. Quizás lo más importante, la ley creó el Departamento General de Inmigración en Argentina. El departamento tenía agentes en el extranjero que trabajaban con otros gobiernos y compañías navieras para traer más inmigrantes a Argentina. Además, la ley de Avellaneda reconoció derechos específicos de inmigrantes y planteó un ambiciosa presupuesta de colonización sobre tierras publicas. La idea principal de estas medidas era transformar al inmigrante en colono. Aunque este objetivo no fue completamente sucesivo, todavía logró implementar un sistema de apoyo para el inmigrante.

No fue sólo los presidentes de Argentina que apoyaron la inmigración en Argentina, sino que también las clases altas y media-altas dentro del país. Muchos de ellos se formaron La Generación ’80, un grupo de políticos, autores, abogados, y otros intelectuales que seguían las ideologías de personas como Sarmiento y Juan Bautisti Alberdi, el autor de la Constitución Argentina de 1853 que declaró la importancia de inmigración. En su obra principal, la que en él basó la Constitución, Alberdi introdujo su idea famosa que “gobernar es poblar.” Es decir que, para Alberdi, la única manera de mejorar Argentina era con un gran aumento rápido en población por la llegada de inmigrantes. Como Sarmiento, Alberdi creía que estos inmigrantes podían educar la gente argentina en sus artes, valores, hábitos, y cultura general, promoviendo el desarrollo del país.

Estas ideas de Alberdi y Sarmiento fueron reflejado en el pensamiento de La Generación ’80 y otros intelectuales de la época. Su mentalidad, conjunto con las leyes y policías de los presidentes Mitre y Avallaneda, crearon un ambiente optimista y simpático para la llegada de millones de nuevas personas. Lo que no pudieron saber Alberdi, Sarmiento, y los otros fue el efecto que iban a tener estos inmigrantes en Argentina durante los próximos años.

La inmigración fue un factor de cambio principal en la evolución de la Argentina durante la segunda revolución industrial. Nuevas ideas y mano de obra fueron traídos por el crecimiento abrupto de ciudadanos. Se dice que las primeras colonizaciones comienzan en 1855 cuando el doctor francés Agusto Brougnes prometió traer 1.000 familias agricultores europeos a la provincia de Corrientes por un plazo de 10 años. Hay que notar que estas 1.000 familias se pueden multiplicar fácilmente ya que venían en grupos familiares. Los europeos siguieron llegando y para el censo de 1869 habían 1.736.490 ciudadanos de la República de Argentina. Luego, el número creció a un asombrante 7.885.237 a causa de la continua entrada de los inmigrantes a el país. El saldo inmigratorio fue de 76.000 inmigrantes en la década del ‘60 al ‘70 y de 85.000 en la década del 70 al 80. Concentrándose mayormente en la ciudad de Buenos Aires y provincias

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