Introduccion A La Historia

INTRODUCCION A LA HISTORA

por MARC BLOCH

La palabra historia es muy vieja, tan vieja que a veces ha llegado a cansar. Cierto que muy rara vez se ha llevado a querer eliminarla del vocabulario.

“la investigación en los labios de los hombres ha cambiado mucho de contenido”. centrado en torno a los problemas reales de la investigación, exponiendo una largar y rígida definición, por lo que su cuidadosa precisión no deja solamente escapar lo mejor de todo impulso intelectual: su peligro más grande consiste en no definir tan cuidadosamente sino con el único fin de delimitar mejor : “lo que sin duda puede reducir este teme o esta manera de tratarlo , pero cuidado, eso no es historia”.

Los físicos y los químicos son más discretos, pues jamás se les ha visto querellarse sobre los derechos respectivos de la física.

El historiador se ve necesariamente obligado a señalar el punto particular de aplicación de sus útiles, en consecuencia hacer un elección evidente.

“LA HISTORIA ES LA CIENCIA DEL PASADO”

Es cierto que el lenguaje, por esencia tradicionalista, conserva voluntaria mente el hombre de historia a todo estudio de un cambien en la duración, en cambio la costumbre carece de peligro porque no enseña a nadie.

Cuando se examina la historia más de cerca, siempre se descubrirá que las cosas no son tan sencillas, pues la obra de una sociedad que modifica según sus necesidades, el suelo en el que viven, es como todos percibimos por instinto, un hecho eminentemente “histórico”.

Hace mucho que nuestros grandes antepasados, un Michelet y un Fustel de de Coulanges, nos habían enseñado que el objeto de la historia es esencialmente el hombre.

Los hechos humanos son esencialmente fenómenos muy delicados y muchos de ellos escapan a la medida matemática. para traducirlos bien y por tanto para comprenderlos bien se necesita gran figurara del lenguaje, un color adecuado en el tono verbal ahí donde es imposible calcular se impune el sugerir.

El tiempo verdadero es por su propia naturaleza un cambio continuo y perpetuo que pone en tela de juicio la razón de nuestros trabajos. Considerando dos periodos sucesivos demarcados en el suceder ininterrumpido de los tiempos. ¿En qué medida el lazo que establece entre ellos el flujo de la duración es mayor o menor que las diferencias nacidas de la propia duración? ¿Abra que considerar el conocimiento del periodo mas antiguo como necesario para el conocimiento del más reciente?.

Renan : “ en todas las cosas humanas los orígenes merecen ser estudiados entes que nada”.

Sainte – Beuve : “espió y noto con curiosidad lo que comienza”.

Es sin dudable que se puede concebir una experiencia religiosa que no deba nada a la historia. Al Deidista puro le basta una iluminación interior para creer en dios. No para creer en el dios de los cristianos.

El pasado no fue empleado tan activamente para explicar el presente más que con el designio de justificarlo mejor o de condenarlo. De tal manera que en mucho casos el demonio de los orígenes fue quizás solamente un avatar de ese otro enemigo satánico de la verdadera historia: la manía de enjuiciar.

Aunque sea indispensable, por supuesto, para una inteligencia justa de los fenómenos religiosos actuales, el conocimiento de sus comienzo , esto no basta explicarlos. Con el objeto de simplificar el problema, renunciamos incluso a preguntarnos hasta que punto, bajo un nombre que no ha cambiado, ha permanecido la fe realmente inmutable en sus sustancia. por intacta que se suponga a una tradición, habrá siempre quedar las razones de su mantenimiento. Razones humanas, se entiende; la hipótesis de una acción providencial escaparía de la ciencia. Los que se trata de comprender es porque tantos hombres creen en la crucifixión y en la resurrección. Todo estudio de la actividad humana amenaza el mismo error: confundir una filiación con una explicación.

Un fenómeno histórico nunca puede ser explicado en su totalidad fuera del estudio en su momento.

Para comprender los grandes problemas humanos de la hora presente de nada

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