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LA DEMOCRACIA

20 de Abril de 2013

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LA DEMOCRACIA*

por Robert Dahl**

Literalmente, democracia significa gobierno del pueblo. El término

deriva del griego demokrati, acuñado a partir de demos (“pueblo”) y kratos

(“gobierno”) a mediados del siglo V a.C. para denotar los sistemas políticos

entonces existentes en algunas ciudades-Estado griegas, sobre todo Atenas.

I. Preguntas fundamentales

Los orígenes etimológicos del término democracia insinúan ciertos

problemas urgentes que trascienden en mucho las cuestiones semánticas. Si

ha de establecerse un gobierno del pueblo o por el pueblo –un gobierno

“popular”–, desde el principio deben considerarse por lo menos cinco preguntas

fundamentales, y casi con seguridad se plantearán dos más si la democracia

continúa existiendo durante un período prolongado.

1. ¿Cuál es la unidad o asociación adecuada en la que debería establecerse

un gobierno democrático? ¿Un pueblo? ¿Una ciudad? ¿Un país?

¿Una sociedad comercial? ¿Una universidad? ¿Una organización internacional?

¿Todos ellos?

2. Dada una asociación adecuada –por ejemplo, una ciudad–, ¿quiénes

de entre sus miembros deberían gozar de ciudadanía plena? En otras

palabras, ¿qué personas deberían constituir el demos? ¿Todos los miembros

de la asociación tienen derecho a participar en su gobierno? Suponiendo

que no debería permitirse participar a los niños (en esto

* Originalmente publicado en Encyclopaedia Britannica (edición 2004), que ha autorizado

su reproducción aquí. [Traducción de Silvina Floria, revisada por Encyclopaedia

Britannica].

** Politólogo, Profesor Emérito de la Universidad de Yale. E-mail: robert.dahl@yale.edu

POSTData 10, Diciembre/2004, ISSN 1515-209X, (págs. 11-55)

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coincidirá la mayoría de los adultos), ¿debería el demos incluir a todos

los adultos? Si incluye únicamente a un subconjunto de la población

adulta, ¿cuán pequeño puede ser el subconjunto para que la asociación

no deje de ser una democracia y se torne en algo diferente, como

una aristocracia (el gobierno de los mejores, aristos) o una oligarquía

(el gobierno de unos pocos, oligos)?

3. Asumiendo que existe una asociación apropiada y un demos adecuado,

¿cómo han de gobernar los ciudadanos? ¿Qué organizaciones o

instituciones políticas necesitarán? ¿Diferirán estas instituciones en

los diferentes tipos de asociaciones –por ejemplo, un pueblo pequeño

o un país extenso–?

4. Cuando los ciudadanos estén divididos en torno a alguna cuestión,

como sucederá con frecuencia, ¿qué opiniones deberían prevalecer, y

en qué circunstancias? ¿Debería prevalecer siempre la mayoría o, en

ocasiones, las minorías deberían estar facultadas para bloquear o imponerse

sobre el gobierno de la mayoría?

5. Si lo común es que prevalezca una mayoría, ¿qué habrá de constituir

una mayoría adecuada? ¿Una mayoría de todos los ciudadanos? ¿Una

mayoría de los votantes? Una mayoría adecuada, ¿debería comprender

a grupos o asociaciones de ciudadanos, como por ejemplo, grupos

hereditarios o asociaciones territoriales, o a ciudadanos individuales?

6. Estas preguntas presuponen una respuesta adecuada a una sexta pregunta,

aún más importante: ¿por qué debería regir “el pueblo”? ¿Acaso

la democracia es realmente mejor que la aristocracia o la monarquía? Tal

vez, como sostiene Platón en su República, el mejor gobierno sería aquel

liderado por una minoría de las personas mejor calificadas –una aristocracia

de “reyes filósofos”–. ¿Qué razones podrían darse para demostrar

que la visión de Platón es errónea?

7. Ninguna asociación podría mantener durante mucho tiempo un gobierno

democrático si una mayoría del demos –o una mayoría del gobierno–

creyera que existe alguna otra forma de gobierno mejor. Entonces,

una condición mínima para la existencia continuada de una democracia

radica en que una proporción substancial tanto del demos como

del liderazgo crea que el gobierno popular es mejor que cualquier alternativa

factible. ¿Qué condiciones, además de ésta, favorecen la persistencia

de la democracia? ¿Qué condiciones la perjudican? ¿Qué hace

que algunas democracias hayan logrado perdurar, incluso a través de

períodos de crisis severas, mientras tantas otras han colapsado?

Robert Dahl

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II. Instituciones democráticas

Desde la época de los antiguos griegos, tanto la teoría como la práctica

de la democracia han experimentado cambios profundos, muchos de ellos

vinculados a las respuestas imperantes respecto de las precedentes preguntas

(1) a (3). Así, durante miles de años, el tipo de asociación dentro de la cual

se practicó la democracia –la tribu o la ciudad-Estado– fue lo bastante pequeño

como para adecuarse a alguna forma de democracia por asamblea o

“democracia directa”. Mucho más tarde, al entrar en el siglo XVIII, cuando

la asociación típica pasó a ser el Estado-nación o el país, la democracia directa

dio paso a la democracia representativa –una transformación tan fundamental

que, desde la perspectiva del ciudadano de la Atenas antigua, probablemente

los gobiernos de asociaciones gigantescas, como Francia o Estados

Unidos, no serían considerados en modo alguno democracias–. A su vez,

este cambio implicó una respuesta nueva a la pregunta (3): la democracia

representativa exigía un conjunto de instituciones políticas que diferían radicalmente

de aquellas propias de las democracias más tempranas.

Otro cambio importante atañe a la pregunta (2). Hasta hace bastante

poco, la mayor parte de las asociaciones democráticas limitaban el derecho

de participar del gobierno a una minoría de la población adulta –de hecho,

a veces, a una minoría muy escasa–. A principios del siglo XX, este derecho

se extendió a casi todos los adultos. En consecuencia, un demócrata

contemporáneo podría argumentar de manera razonable que Atenas, puesto

que excluía a tantos adultos del demos, no era en realidad una democracia

–aun cuando el término democracia se inventó y se aplicó originariamente

en Atenas–.

A pesar de éstos y otros cambios importantes, es posible identificar

una cantidad considerable de sistemas políticos antiguos que involucraron

alguna forma de “gobierno del pueblo”, aun cuando no fueran plenamente

democráticos según los estándares contemporáneos.

II.1 Formas prehistóricas de democracia

Si bien nos vemos tentados a suponer que la democracia fue creada en

un lugar y un momento determinados –la mayoría suele identificarlos con

Grecia alrededor del año 500 a.C.–, las pruebas sugieren que el gobierno

democrático, en sentido amplio, existió en varias regiones del mundo mucho

antes de finales del siglo V a.C.

La democracia

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Es posible suponer que la democracia surge de manera natural en

cualquier grupo bien delimitado, como una tribu, siempre que el grupo

sea lo suficientemente independiente del control de otros grupos como

para permitir que sus miembros dirijan sus propios asuntos, y que un

grupo sustancial de sus miembros, por ejemplo, los ancianos de la tribu,

se consideren casi igualmente idóneos para participar de las decisiones

en torno a los asuntos que conciernen al grupo en su conjunto. Dicha

hipótesis está avalada por estudios de sociedades tribales analfabetas que

sugieren que muchos grupos tribales se rigieron por un gobierno democrático

durante los miles de años en que los seres humanos vivieron de la

caza y el acopio. A estos primeros humanos, la democracia, tal como se

la practicaba entonces, bien podría haberles parecido el sistema político

más “natural”.

Cuando el largo período de la caza y el acopio llegó a su fin, y los

humanos comenzaron a establecerse en comunidades fijas, principalmente a

los fines de la agricultura y el comercio, las condiciones que favorecían la

participación popular en el gobierno aparentemente pasaron a ser excepcionales.

Mayores desigualdades en términos de riqueza y poderío militar entre

las comunidades, junto con un marcado aumento en el tamaño y la escala

de la comunidad típica, alentaron la difusión de formas jerárquicas y autoritarias

de organización social. Como resultado, entre los pueblos establecidos

desaparecieron los gobiernos populares, para ser reemplazados por miles de

años de gobiernos basados sobre la monarquía, el despotismo, la aristocracia

o la oligarquía, cada uno de los cuales pasó a ser considerado –por lo menos

entre los miembros dominantes de estas sociedades– la forma de gobierno

más natural.

Luego, alrededor del 500 a.C., reaparecieron las condiciones favorables

a la democracia en muchos lugares, y unos pocos grupos pequeños

emprendieron la creación de gobiernos populares.

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