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LA LOCURA Segun Foucault


Enviado por   •  6 de Febrero de 2013  •  865 Palabras (4 Páginas)  •  609 Visitas

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La historia de la locura es la historia de una exclusión, de un silencio en torno a ella, la historia de lo diferente, de lo otro que no entra en el circuito de lo mismo y que debe ser excluido porque causa inquietud, miedo, extrañamiento. Es la historia de lo no dicho pero de lo hecho en forma de práctica institucional. El loco es un extranjero en el interior de lo mismo, es la excepción a la regla.

La reflexión foucaultiana en torno a la locura se inscribe dentro del período arqueológico. Allí Foucault se interesa y estudia los distintos extractos de saber que conforman la espesura discursiva que una determinada época considera como verdadera.

La prehistoria de la configuración de la locura en la Edad Clásica incluye necesariamente la consideración de la lepra, esta enfermedad guarda un parentesco simbólico con la locura. El leproso era una figura insistente y temible ya que su imagen devuelva la imagen paradojal de Dios que es a la vez castigo y salvación. Constituye una construcción epocal y dinámica que pone en juego los dispositivos discursivos que refuerzan la frontera entre lo Mismo y lo Otro, lo normal-anormal y lo sano-enfermo. Al desaparecer la lepra a fines de la Edad Media le va a dejar el lugar vacante a la locura.

Foucault trata de ver en qué medida el discurso contribuye a la construcción del espacio del leproso, su identidad y el marco disciplinar de su exclusión.

El leproso se encuentra en la frontera de lo mismo y lo otro, constituyendo él la figura de la otredad. La voluntad de verdad de una determinada época delinea el lugar de los saberes, las prácticas sociables y los discursos. Es esa misma voluntad la que delinea el lugar de la lepra y el discurso que la nombra, que la visibiliza, al tiempo que la invisibiliza, que la territorializa, al tiempo que la excluye, que la espacializa en un determinado lugar, al tiempo que la secuestra, para evitar contaminables indeseables en la utopía higiénica de una comunidad pura.

Existe una cuadriculación del espacio, propio de toda arquitectura disciplinar en la medida en que el espacio permite la fijación de los sujetos y vehiculiza la partición binaria de las identidades: la población de los sanos y de los enfermos, a cada uno un espacio, a cada uno una mirada, y el discurso vehiculizado la utopía higiénica. La transgresión del espacio, zonas prohibidas y francas. Al transgredir el espacio, el enfermo transgrede su condición de otro. La enfermedad está atrapada en un discurso moral que teje una red discursiva en término de falta, culpa y castigo.

El período arqueológico recorre una forma de exclusión con el nacimiento de la clínica. Allí lo otro es el enfermo. El sujeto no importa en su calidad de tal sino en tanto, portador de una enfermedad. Hay un sujeto sujetado a una enfermedad y eso le confiere identidad.

En el renacimiento su imaginario impone la “nave

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