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LA SOCIEDAD Y EL MUNDO DEL TRABAJO


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2014  •  1.644 Palabras (7 Páginas)  •  1.052 Visitas

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LA SOCIEDAD Y EL MUNDO DEL TRABAJO

Las nuevas realidades del trabajo en Brasil están marcadas por potentes procesos de reestructuración productiva y organizacional. Inicialmente, este artículo presenta una fenomenología de la «flexibilidad laboral» brasileña, para luego describir las principales tendencias de la reestructuración productiva y sus consecuencias en el mundo del trabajo en los sectores automotor, de telecomunicaciones y telemarketing, bancario, textil y de confección, calzados y artistas.

Las transformaciones ocurridas en el capitalismo brasileño, específicamen¬te en la década de 1990, fueron de gran intensidad e impulsadas por la nueva división internacional del trabajo y por los lineamientos del Consenso de Washington, que desencadenaron una enorme ola de desregulaciones en las más diversas esferas del mundo del trabajo.

Al mismo tiempo, tuvo lugar un conjunto de transformaciones en el plano de la organización socio técnica de la producción, que se sumó a un proceso de reterritorialización y de desterritorialización, entre otras consecuencias de la reestructuración productiva y del nuevo diseño de la división internacional del trabajo y del capital. Este artículo abordará esas transformaciones y se detendrá en algunos aspectos específicos y singulares de la reestructuración productiva del capital en Brasil. El capitalismo brasileño, de desarrollo hipertardío en lo que respecta a su modo de ser, vivió a lo largo del siglo xx un verdadero proceso de acumulación industrial, especialmente a partir de las políticas impulsadas por Getúlio Vargas (presidente entre 1930 y 1954).

De ese modo, pudo poner en práctica su primer salto verdaderamente industrializador, ya que los intentos desarrolla¬dos con anterioridad eran cautivos de un proceso de acumulación operado dentro de los marcos de la exportación del café y en el cual la industria tenía un papel de apéndice.

De corte fuertemente estatal y carácter nacionalista, la industrialización bra-sileña solo tomó impulso entonces a partir de 1930, y luego con Juscelino Kubitschek (presidente entre 1956 y 1961), cuando el patrón de acumulación industrial dio su segundo salto. El tercer salto se experimentó a partir del golpe de 1964, cuando la industrialización y la internacionalización de la eco¬nomía sufrieron una fuerte aceleración.

En aquel momento, el país se estructuraba tomando como base un diseño productivo bifronte: por un lado, orientado a la fabricación de bienes de con-sumo durables, como automóviles, electrodomésticos, etc., con miras a un mercado interno restringido y selectivo; por el otro, prisionero de una depen-dencia estructural ontogenética, Brasil también continuaba desarrollando una producción dirigida a la exportación tanto de productos primarios como industrializados.

En lo que concierne a la dinámica interna del patrón de acumulación indus-trial, esta se sustentaba en la súper explotación de la fuerza de trabajo, origi-nada en la articulación de bajos salarios y jornadas de trabajo prolongadas y con ritmos muy intensos, en el marco de un nivel industrial significativo para un país que, a pesar de su inserción subordinada, llegó a situarse entre las ocho grandes potencias industriales del mundo.

LA SOCIEDAD Y LA CULTURA

La cultura brasileña se podría simplificar a una en lo que a cine, arquitectura y baile (samba) concierne. Como resultado de una intensa mixtura entre los pueblos, surgió una realidad cultural peculiar, que sintetiza las varias culturas.

La cultura popular y la cultura erudita siempre fue bastante problemática en el país. Durante un largo período de la historia, desde el Descubrimiento de Brasil hasta mediados de los siglos XIX y XX, la distancia entre la cultura popular y la cultura erudita era bastante amplia: la primera buscaba ser una copia fiel de los cánones y estilos europeos, la segunda era formada por la adaptación de las culturas de los diferentes pueblos que formaron el pueblo brasileño en un conjunto de valores, estéticas y hábitos rechazados y despreciados por las élites. Gran parte del proyecto estético modernista fue justamente el de rescatar en los campos considerados "nobles" de la cultura (las artes en general, la literatura, la música, etc.) y hasta los hábitos cotidianos, considerándola como una legítima cultura brasileña.

LA SOCIEDAD Y EL ESTADO

El Estado brasileño, a través de sus elites que mantenían y transformaban las estructuras sociales, liberaliza la sociedad a través de la política. Así, en Brasil, la organización política anticipa la social. Las elites imperiales, reclutadas en varios sectores sociales, no son representativas ni de la clase dominante, ni de la dominada: son representantes del Estado.

19No cabe en esta conclusión, sin embargo, ningún paralelo con la tesis de Faoro del Estado como árbitro de la nación y propietario de la soberanía nacional. Para Carvalho, el Estado portugués, que ya tendría reducido el poder de los señores feudales, se basaba en una coalición entre la burocracia y los grandes comerciantes. La producción agrícola y los barones del café impusieron límites a la libertad de acción de las elites brasileñas, no habiendo, por lo tanto cualesquier condiciones en la elite y en la burocracia para constituirse en estamento. Por eso, el Estado no pudo sobreponerse sobre

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