LAS ESCUELAS PARA MAESTROS Y CAMPESINOS

LAS ESCUELAS PARA MAESTROS PARA CAMPESINOS

La primera normal rural que se abrió fue en Tacámbaro, Michoacán para que en 1932 ya habrían 17 normales rurales, donde los maestros de las ciudades tenían que enseñarle a los niños de las comunidades rurales. El educador Enrique Rébsamen fue la persona que introdujo a México en la década de los 90 diferentes métodos de capacitación modernos, el estado donde Rébsamen comenzó sus actividades fue Veracruz.

Para construir las normales rurales se prestaron algunos arquitectos  que habían estudiado con Rébsamen, en varias ocasiones no se tenían donde construir y las normales surgieron a la respuesta de la exigencia de los alumnos por querer aprender.

Moisés Sáenz tenía en mente tres objetivos básicos el primero era preparar a los maestros rurales para que ellos enseñaran en los miles de salones que se pretendían construir. El segundo era preparar y lo más  rápido posible a cientos de maestros  para que así realizaran su tarea y el último objetivo trataba de incorporar a alumnos de las ciudades de los alrededores. Para que se pudieran cumplir estos objetivos se exigían tierras para poder cultivar y a su vez el equipo necesario para poder trabajar el programa agrícola, que daría la oportunidad de adquirir un conocimiento práctico y la experiencia necesaria para la comunidad rural. Las normales rurales eran instituciones muy pequeñas pero bien equipadas el único  problema era que solo podía recibir a 100 estudiantes  y tenían 4 a 6 años de educación y para que los alumnos pudiera ingresar se seleccionaban entre hijos de ejidatarios y de algunos de los pequeños agricultores, pero con la problemática de que cada vez se necesitaba más maestros para nuevas escuelas rurales la educación se redujo a solo 2 años y las materias que se daban en la escuela rural eran historia,  aritmética, literatura, música, arte y ciencias sociales. Además de estas materias los maestros querían impartir cursos de práctica agrícola y ciencias domesticas  de oficios y de industrias caceras. Algunas  de las instituciones no tuvieron el resultado esperado ya que se cometieron demasiados errores, los lugares donde ocurrió esto fue en Chiapas, Puebla, Nayarit, Sonora y Nuevo León en estas no tenían ni personal y mucho menos equipo para poder realizar el programa de estudio.

Como ya se había mencionado para que una normal rural funcionara bien uno de los requisitos era que tuviera terrenos para poder practicar la agricultura y algunas no tenían tierras y algunas otras solo tenían muy poco terreno un ejemplo fue la normal de Erongarícuaro, Michoacán  que solo tenían 2 hectáreas y media  de tierra cultivable, la de Tlatlauqui, Puebla solo tenía 3 hectáreas y  la de Tixtla, Guerrero tenía 7 hectáreas. La única escuela normal que tenía mayor número de hectáreas para poder cultivar, era la escuela Cerro Hueco, Chiapas que contaba con 70 hectáreas.

Uno de los errores que más se cometió en la política de las escuelas rurales fue que se admitían niños y niñas de 14 y 16 años que por desgracia hacia más difícil encontrar aspirantes en la zona rural, ya que casi todos los niños dejaban la escuela antes de cumplir el mínimo de edad para ayudar a sus padres en el trabajo. Al mismo tiempo que se crearon las normales rurales se creó las escuelas normales agrícolas  y para esto México no solamente carecía de maestros sino también de agricultores, pese  a las estadísticas que decían que 2 de cada 3 mexicanos se dedicaban a la tierra, pero realmente no eran agricultores y es por eso que en algunas ciudades la agricultura no se había podido desarrollar más allá de un nivel primitivo. Las centrales agrícolas ofrecieron 3 años de estudio para preparación practica moderna pero solo para aproximadamente 200 estudiantes de las comunidades rurales, su objetivo principal era enseñar técnicas agrícolas modernas a pequeños agricultores y ejidatarios y así cuando recibieran su diploma a la par recibirían tierras de las autoridades agrarias y fondos para comprar equipo y materiales suficientes para poder trabajarla.

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