EL MAESTRO DE ESCUELA
yajarhen10 de Abril de 2014
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EL MAESTRO DE ESCUELA
Autor: Ignacio M. Altamirano
Lo que son los curas de pueblo
El año de 1863. La diputación permanente había convocado al Congreso de la Unión, y yo en mi calidad de diputado, acudía al llamamiento. Llegué un día a un pueblo de indígenas. El alcalde del lugar, deseando proporcionarme un rato de conversación agradable, vino a buscarme a mi alojamiento, en unión del cura; y éste me invitó pasar a su casa, que era evidentemente la mejor casa del pueblo. Presento a sus dos sobrinas. Mandó por el preceptor para que cerrara la escuela, y se viniese a acompañar a las niñas con la guitarra, Al poco llegó el maestro de escuela, con el sombrero quitado y cruzando los brazos humildemente. Pero tome usted antes esta copita, es un vino muy bueno que quizá no habrá usted probado nunca. El maestro se negó humildemente, no he comido
Patriotismo de los curas
Pasamos al comedor y tomamos asiento. Describir la cena, es inútil. Suculentos asados. Se me olvidaba decir que el pobre maestro, que había llegado al principiarse la cena, se mantenía acurrucado en un rincón fijando sus ojos tristes en aquel opulento festín mientras que él, sus hijos, su mujer y madre, enflaquecidos, apenas podían llevar a la boca una tortilla y un poco de arroz o frijoles.
—A todo esto —dijo— ¿qué hay de nuevo?
Yo respondí entonces lo que sabía; díjele cómo el ejército francés, según informes, habiendo concluido ya la mala estación, comenzaba a moverse para salir del centro a los estados, hablé de la resolución incontrastable que teníamos los republicanos de luchar sin descanso en defensa de la Patria, El maestro me escuchaba satisfecho y conmovido.
—Señor diputado, usted parece de genio fogoso: es usted joven y no tiene experiencia, ni ve las cosas a sangre fría. Usted, además, profesa ideas exaltadas, y es natural que sus sentimientos se sobrepongan hoy a la voz poderosa de la razón. Yo veo las cosas de otro modo. ¿Se incomodará usted si le digo mi modo de pensar?
—De ningún modo, usted puede decir lo que guste; pero ya conoce mis ideas respecto de patriotismo.
—Sí; pero me permitirá usted decirle que es un patriotismo indiscreto. Yo creo que la monarquía está ya fundada en México; y vea usted: yo tengo la convicción de que ella hará la felicidad de nuestra patria, imperará otra vez con toda su grandeza nuestra santa religión
Yo no pude seguir escuchando con calma, y después de decir al cura que aquella manera de hablar no parecía digna de un mexicano, y que me retiraba sintiendo sólo haber estado algunos instantes en compañía de un hombre sin patriotismo y sin virtudes.
Patriotismo de los maestros
Me retiré a mi alojamiento. En el camino observé, a pesar de la oscuridad, que un hombre me seguía. Era el pobre maestro de escuela. Lo esperé, y luego que estuvimos juntos me dijo: —Señor diputado, comprendo la indignación de usted. Yo soy un pobre maestro de escuela; como usted supondrá, no soy de aquí; pero la necesidad y el haber adoptado la profesión me han obligado a buscar mi subsistencia enseñando muchachos.
Aquí todo lo que los pobres indígenas pueden dar, es para el cura y para las funciones de iglesia. Yo no culpo a los indígenas, cuya ignorancia no ha podido remediarse.
Pero yo, me declaro a usted que soy patriota exaltado, yo, que a pesar de mi miseria deseo tomar un fusil y batirme con el invasor, yo ruego a usted señor, , se digne conseguir que me paguen por allá, no mis cuatro, sino dos meses de sueldo para sacar a mi familia de aquí, ver cómo la dejo con un tío que me está llamando hace días y marcharme a ofrecer mis servicios a la patria. Abracé conmovido a aquel
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