LOS NUMEROS FAVORECEN A LAS MINORÍAS

LOS NUMEROS FAVORECEN A LAS MINORÍAS

La educación en el Porfiriato fue buena y en ocasiones excelente, aunque no fue impartida por igual para todos ya que se puso énfasis en la instrucción educativa en las zonas urbanas más que en las rurales; por lo tanto, no se alcanzaron las cifras de alfabetización que hubieran querido los políticos, pedagogos y maestros de esa época.

Por lo que el triunfo educativo del Porfiriato consistió en una solida cimentación ideológica y en un cambio radical en las materias y el método de enseñanza.

Datos importantes:

Todos los estados contaban con escuelas de tercera clase, mixtas o bien de dos turnos; en estas últimas asistían los niños en la mañana y las niñas por la tarde, las cuales estaban destinadas a las poblaciones pequeñas y apartadas.

En Puebla no se conocía la cantidad de planteles mixtos o de tercera clase, pero era el Estado que tenía el mayor número de éstos en toda la república aproximadamente 1235, seguido por el Estado de México con 926. San Luis Potosí tenía 222 rurales y 206 urbanas, Tamaulipas 118 rurales y 98 urbanas; finalmente, Zacatecas contaba con 251rurales y 125 urbanas.

En las zonas rurales no era posible aprovechar las fuerzas y facultades de los hombres del campo si no se contaba con centros de enseñanza adecuados, por lo que el Estado de San Luis Potosí destinaba casi la tercera parte del presupuesto estatal a la educación rural, también el Estado de Tamaulipas le dio prioridad a dicha educación.

En una escuela de la hacienda de los Tepetates, Hidalgo las condiciones escolares se parecían a las de las escuelas rurales oficiales; sólo la mitad de los niños de la hacienda iba a la escuela; niños y niñas de 6 a 13 años, asistían al mismo salón de clases dirigido por un maestro o maestra. Tenían los mismos textos, pero también otros relacionados con la agricultura. El único factor que representaba una ventaja era el sueldo de los maestros, que ganaban 10 pesos quincenales y los oficiales obtenían lo mismo pero al mes, recibiendo además maíz para sembrar.

Se decía que el Porfiriato no tuvo ningún interés en escolarizar las zonas rurales. Se hizo hincapié en que la instrucción no siguiera siendo el privilegio de los más felices, sino la redención de los más desgraciados.

Se consideraban como escuelas rurales las establecidas o por establecerse en las haciendas, rancherías y agrupaciones de población que no fueran cabeceras de municipio.

Se decía que el olvido de la educación rural se debía al desprecio con que los liberales y positivistas veían al indio.

Los liberales y positivistas estaban preocupados por el progreso material y los indios, comparados con los trabajadores extranjeros, tenían un rendimiento bajo y de mala calidad porque producían una mano de obra barata, defectuosa y que no dejaba de ser un obstáculo para el alza de los salarios corrientes.

Por eso se pensó que la solución estaba en la inmigración; pero, no tuvo éxito por lo que a partir de la primera década del presente siglo, aumentó el interés por educar al indio, como único medio de integrarlo a la sociedad.

Justo Sierra pensaba que la educación por si misma sería suficiente para integrar al indio a la sociedad y mitigar las desigualdades sociales.

Por otra parte, el crecimiento escolar estuvo concentrado en las zonas urbanas, lo que acentuó las diferencias entre la ciudad y el campo. La propiedad privada, constituida por ranchos, rancherías y haciendas, creció durante el Porfiriato en perjuicio de los pueblos.

Los estados que lograron los índices de alfabetización más altos fueron los del norte como Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y el territorio de Baja California no porque tuvieran los presupuestos más altos, sino porque la política de los gobernadores estaba centrada en la educación.

La población indígena siempre fue un obstáculo para los programas educativos, porque era considerada no tan inteligentes como los blancos y además por desconocer el idioma español, es por eso que no es coincidencia que los estados

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