LOS PRIMEROS TIEMPO DE EUROPA
praderillaEnsayo20 de Octubre de 2016
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LOS PRIMEROS TIEMPOS EUROPA: DE LA REVOLUCIÓN AGRÍCOLA AL MUNDO CLÁSICO
La agricultura llegó a nuestra vieja Europa probablemente desde Anatolia. A partir de ese momento, que podemos situar en torno a unos 6000 años antes de Cristo, el hombre comenzó a hacerse sedentario y a crear manifestaciones culturales que han sobrevivido hasta nuestros días. Unos dos mil años después, se extendió la cultural megalítica, que aunque demuestra la existencia de un complejo mundo social, sigue siendo un misterio para los historiadores modernos. Los monumentos megalíticos se desplegaron desde la isla de Malta hasta Escocia.
A partir del cuarto milenio, el territorio que será llamado Europa ([1]) comenzó a experimentar un desarrollo importante de esas culturas campesinas que se extendieron a lo largo de todo el continente, aunque presentaron diferencias sustanciales entre unos lugares y otros. La zona del Mediterráneo Oriental conoció un importante desarrollo demográfico, a la vez que islas como Chipre se convirtieron, además de en puntos estratégicos de intercambio de mercancías, en verdaderos lugares de encrucijada cultural con Oriente, atrayendo a una buena cantidad de personas, sobre todo mercaderes, de lugares lejanos. Todo ello contribuyó a extender nuevas costumbres por amplios territorios. Por lo que respecta a la región de los Balcanes, inició la metalurgia gracias al trabajo con el cobre, lo que generó importantes adelantos y desarrolló una pujante industria de orfebrería, destacando las piezas realizadas en la orilla del Mar Negro (cultura Gumelnita, también conocida como civilización de Varna). En contraposición, el Mediterráneo occidental, debido a la escasez de cobre, no inició aún trabajos de metalurgia, aunque sí experimentó cambios importantes en la artesanía de la cerámica, consolidándose lo que se conoce como la cultural de la cerámica lisa. Estas nuevas formas de trabajar la cerámica tuvieron gran éxito y se extendieron por buena parte de Europa occidental. La excepción a esta tendencia fue la región que hoy ocupa Almería (España), donde sí se comenzó a trabajar el cobre. En cuanto a Europa central, aunque también experimentó un considerable crecimiento y sus pueblos se volvieron sedentarios, mantuvo y preservó sus antiguas costumbres, sobresaliendo la cultura de Roessen, en las actuales Alemania central y Francia occidental, o la de Michelsberg, en las actuales Suiza y Alemania oriental. Destacó en este entorno la región hoy ocupada por Hungría, cuya proximidad con los Balcanes le permitió recibir influjos culturales que a su vez transmitió a las regiones danubianas. Pos su parte, la Europa del mar del Norte y del Báltico comenzó a tener por primera vez influencias de las zonas próximas, desarrollando también una cultura de corte agrícola. En general, puede concluirse que hasta el segundo milenio Europa no conoció la generalización de la cultura del cobre, lo que impulsó importantes cambios en todo el continente junto con la cultura del vaso campaniforme, que se extendió de manera regular por el espacio geográfico que hoy conocemos como Europa, aunque manteniendo diferencias regionales. Finalmente, un gran paso se dio con el descubrimiento de la aleación entre cobre y estaño, que sustituyó al cobre, mucho más difícil de fundir en solitario. Un nuevo mundo estaba emergiendo.
LAS PRIMERAS GRANDES CIVILIZACIONES
Entre el segundo y el primer milenio inició lo que podríamos llamar la era de las primeras urbanizaciones. Nuestro Viejo Continente vio el surgimiento de civilizaciones con una compleja organización social que crearon importantes ciudades en las que destacaron formas de gobierno evolucionadas y culturas avanzadas en donde el comercio, el intercambio cultural y el desarrollo industrial y agrícola fueron significativos. Es el momento en el que sobresalieron pueblos como los minoicos, los micenos o los etruscos.
Los minoicos, primera civilización creada por pueblos de lengua griega procedentes de la península de Anatolia, se extendieron a lo largo de la Edad de Bronce. Este grupo humano empezó a desarrollarse desde el 3000 a J.C. en la isla de Creta, pero fue unos 400 años después cuando comenzó a tener influencia en toda la región del mar Egeo, llegando a su cumbre en el II milenio. Su cultura sobrevivió hasta aproximadamente el 1400 a J.C., aunque había entrado en una crisis profunda años antes, cuando sus palacios fueron destruidos, probablemente por una serie de terremotos provocados por la erupción del volcán Santorini (antes llamado Thera, que puede traducirse como “miedo”), ubicado en el noreste de la isla. Una de las cuestiones más llamativas de este pueblo fue, precisamente, que su desaparición se debió fundamentalmente a causas naturales y no a invasiones o guerras, aunque después de las explosiones y maremotos los habitantes de la Grecia continental llegaron a Creta, asentándose en la isla. Fue una civilización pacífica que destacó, además de por el comercio y por su arte colorista, porque evolucionó desde la escritura jeroglífica a la fonética (silábica Lineal A y silábica Lineal B), que luego fue adoptada por los micénicos y que constituyó también la base del griego antiguo. De su estructura social sabemos poco, aunque los indicios encontrados apuntan a que la autoridad, tanto espiritual como política, residía en el jefe del palacio, que debía renovar su liderazgo periódicamente. Las familias minoicas eran propietarias de la tierra que trabajaban y no parece que existiera la esclavitud.
Los micénicos ([2]) se sitúan cronológicamente después de los minoicos, es decir, al final de la Era de Bronce. Según escribió en 1941 Arne Furumark, profesor de la Universidad de Uppsala y uno de los arqueólogos del siglo XX que mejor ha estudiado a este pueblo, su civilización se extendió entre el 1500 y el 1100 a J.C., iniciándose su expansión desde el 1450. Su influencia alcanzó a todo el Mediterráneo e incluso también a ciertos lugares de Europa central, llegándose a encontrar incluso en las Islas Británicas objetos de procedencia micénica. Por fuentes hititas y por las traducciones realizadas de la escritura Lineal B, se ha deducido que los micénicos fueron una monarquía de corte guerrero que también tenía funciones militares y religiosas. Socialmente, existían dos grandes clases de hombres libres, la de los funcionarios de palacio, con labores administrativas diversas y alto poder adquisitivo y el resto de las personas, que si bien eran libres, pagaban impuestos y realizaban trabajos obligatorios para el palacio. Además, se sabe que al menos en el entorno de éste, existían esclavos.
La decadencia de este pueblo que siempre construyó sus ciudades fortificadas, lo que nos da una idea de su carácter guerrero, se atribuye no a cuestiones naturales como en el caso de los minoicos, sino a las invasiones externas y a los conflictos sociales internos. En el primer caso, hay autores que se refieren a los dorios, pueblo que ya estaba asentado en tierras griegas. Otros estudiosos ven más probable que fueran los llamados Pueblos del Mar ([3]). Finalmente, también se maneja la teoría de que fue la clase social alejada de palacio la que inició una revuelta contra los privilegiados, debido al paulatino empobrecimiento que estaban experimentando. Para otros es probable que fuera una conjunción de circunstancias internas y externas lo que causase la desaparición de este pueblo que nos legó gran cantidad de cerámica de muy diversa forma, así como otras manifestaciones culturales que atestiguan su paso por tierras del Viejo Continente. De entre ellas, destacan los enterramientos, en donde es muy llamativo el deseo de los micenos de dejar constancia de su estatus social y su poder en la tierra, por lo que se enterraban en lugares especiales (espacios sagrados para los muertos) y acompañados de un importante ajuar. Dentro de los diversos enterramientos destacan las llamadas tumbas de Tholos, consistentes en una gran cámara mortuoria circular muy diferente a cualquiera de los enterramientos realizados en tierras griegas. Ahora bien, los micenos no estuvieron solos en la zona del Egeo, otras ciudades o polis importantes que también alcanzaron esplendor contemporáneamente a ellos fueron Tebas, Pilos o Tirinto.
Es importante señalar que la famosa guerra de Troya, en donde los micénicos o aqueos asediaron a los troyanos, puede considerarse como una de las últimas manifestaciones de poder y expansión de este pueblo. Si bien los datos son muy confusos, el momento cronológico de la guerra parece coincidir con la época de crisis de la civilización micénica, como lo atestigua la cerámica encontrada perteneciente a esa época.
En cuanto a los etruscos, fue un pueblo que procedente de la región de la Toscana (Italia) y descendiente de la cultural Villanova que se desarrolló a los pies de los Alpes, llegó a tener un gran poderío naval. Desde su región de origen, a lo largo del siglo VI a J.C., se expandieron por el centro y norte de Italia y hacia el mar Egeo, donde chocaron con las ciudades-estado griegas. Fue un pueblo principalmente comerciante, aunque la riqueza de sus ciudades fortificadas y su situación geográfica hicieron que sufrieran diversas invasiones. Su poder se vio mermado cuando se enfrentaron casi simultáneamente a celtas, griegos y cartagineses. Finalmente fueron derrotados por los romanos, quienes iniciaron sobre el legado etrusco (los tres primeros reyes romanos fueron etruscos) una nueva civilización llamada a dominar casi todo el mundo entonces conocido.
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