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La Educacion De Los Jovenes En La Epoca Previa A La Industrializacion.

kidmo26 de Abril de 2012

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En el caso de Inglaterra durante la época que comprende los siglos XVI y XVII hubo cambios en la actitud de la familia hacia los niños, debido a que la educación de los niños estaba asegurada por el aprendizaje al lado de los adultos, por lo que la familia en la edad media no se basaba en lazos sentimentales, la prueba está en que los hijos podían ser confiados a un tutor que los adiestraba en un oficio teniendo como base un contrato de arrendamiento que los obligaba a servirlos. Tal como lo dice Philippe Ariès sobre este aspecto:

“La falta de sentimientos de los ingleses se manifiesta particularmente en su actitud hacia sus hijos. Después de haberlos conservado en el hogar hasta los siete o nueve años, se coloca tanto a los muchachos como a las muchachas, en casa de otras personas, para el servicio ordinario donde se quedarán unos siete o nueve años. Durante todo este tiempo, realizan todos los trabajos domésticos”

Esto, los padres lo hacían justificando que era mucho mejor que sus hijos adquirieran buenas costumbres y aprendieran los buenos modales en el lecho de otra familia, y así de igual forma recurrían a los hijos de otros porque creían estar mejor servidos que sus propios hijos.

no les traigas nuevos casos. / Y si por ventura sirves / a un duque, príncipe o conde / marqués, barón o vizconde, / u otro señor terrateniente, / no inventes gabelas. / Impuestos ni subsidios; y los bienes / del pueblo no los toques [...] / Si sirves a un hidalgo que va a la guerra, / no robes nada a la gente [...] / Y siempre, en cualquier casa, / o a cualquier señor que sirvas, / haz de manera que ganes / el favor y la estima de tu señor, / con el fin de que tú puedas ser señor / cuando llegue la hora y tomes oficio. / Pero esfuérzate en aprender un buen oficio, / pues para practicar en tu vida / todo tu corazón debes aplicar. / Haciendo eso, podrás ser / y convertirte de lacayo en señor, / y podrás hacerte servir, / adquirir honores / y lograr finalmente / la salvación de tu alma.] En esta transmisión del aprendizaje directo de generación en generación no había espacio para la escuela. En realidad, la escuela, la escuela latina que se dirigía únicamente a los clérigos, a los que hablaban latín, se presentaba como un caso aislado, reservado a una categoría muy particular. La escuela era una excepción, y nos equivocaríamos (porque más tarde se extendió como mancha de aceite por toda la sociedad) si describiéramos a través de ella a toda la sociedad medieval, ya que eso sería hacer una regla de la excepción. El aprendizaje era la norma común. Incluso los clérigos enviados a la escuela estaban frecuentemente confiados, de pupilos como los demás aprendices, a un clérigo, a un sacerdote, a veces a un prelado, a quien servían. El servicio del clérigo era tan instructivo como la escuela. Dicho servicio fue sustituido, en el caso de los estudiantes demasiado pobres, por las becas de un colegio, y ya vimos cómo esas fundaciones fueron el origen de los colegios del Antiguo Régimen. Es posible que haya habido casos en los que el aprendizaje saliera de su empirismo y cobrase una forma más pedagógica. El Manuel du Veneur [Manual del montero] muestra un caso curioso de enseñanza técnica que proviene del aprendizaje tradicional. Se describen en el mismo verdaderas escuelas de montería, en la corte de Gastón Phoebus, donde se enseñaban «los modales y las condiciones exigidas de aquel que desee aprender a ser buen montero»5. Este manuscrito del siglo XV está ilustrado con miniaturas hermosísimas.

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