La Iglesia Y El Estado

Introducción:

En lo que se refiere a las relaciones entre la iglesia y el estado, en la Constitución de 1917 se consagra el principio de supremacía del segundo sobre el primero, en el cual se describe todo tipo de relaciones que han de existir entre el Estado mexicano y las instituciones eclesiásticas, cualquiera que sea su credo.

Contenido:

El problema de las relaciones entre la Iglesia (católica) y el estado, adquirió gran importancia a partir de la difusión del cristianismo en el imperio romano. El sistema de separación es el típico de los regímenes liberales, en el cual se establecía que ambas instituciones pueden vivir en armonía reconociendo la autonomía de la otra. Sin embargo, ante la necesidad de crear vínculos jurídicos entre las dos entidades. La Iglesia es para el estado una institución de índole privada, pero que está sujeta en algunas acciones a los límites que le impone el estado.

Este modelo fue el que caracterizó al México de inicios del siglo XIX, para lo cual hay que recordar antecedentes tales como las leyes de reforma y la publicación del artículo 130 constitucional.

Guerra cristera

En 1925, cuando Plutarco Elías Calles se atrevió a promover la creación de una iglesia cismática mexicana, ordenando el asalto al templo de la Soledad, la jerarquía católica se puso en guardia e inició los preparativos para enfrentarse al Estado Mexicano.

El arzobispo José Mora y del Río, convocó al episcopado para “Diseñar una estrategia eclesiástica oponible a las agresiones sufridas por la Iglesia Católica de parte del gobierno federal de Calles”.

A la reunión asistieron varios obispos y algunos representantes de organizaciones católicas. Durante la reunión, sólo un obispo se opuso a la violencia, mientras que la mayoría decidió prepararse para dar a Calles una muestra de su poder como organización política, con la idea de proyectr ante sus ojos el gran enemigo al que se enfrentaba.

El 14 de Junio de 1926 se aprobó la “Ley de Adiciones y Reforma al Código Penal”, también conocida como Ley Calles, mediante el cual se reglamentaba el artículo 130 de la Constitución de 1917, referente a las relaciones entre la iglesia y el Estado.

Durante casi 10 años, el artículo había sido letra muerta, pues ni Carranza, ni De la Huerta, ni Obregón se habían atrevido a hacer una iniciativa con tal objetivo.

Fue así como se dio inicio a la Cristiada, una fuerte guerra armada que tuvo lugar entre 1926 y 1929. Por parte de la Iglesia, incitaron a la gente a boicotear al gobierno al no pagar impuestos, a no comprar boletos de la lotería nacional ni comprar productos comercializados por el gobierno. Así mismo, también cerraron las puertas de los templos.

Obregón

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