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La Inmigracion De Europeos A La Araucanía


Enviado por   •  21 de Enero de 2014  •  2.069 Palabras (9 Páginas)  •  258 Visitas

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Introducción

Desde los tiempos de la conquista española, los territorios comprendidos entre los ríos Biobío y Toltén fueron tradicional hábitat de los mapuches. Allí, los aborígenes expresaron su cultura y cuidaron de sus costumbres para que no fueran presa de la influencia española, y por ello, por más de tres siglos lidiaron en la llamada “Guerra de Arauco”. Sin duda, grandes diferencias culturales separaban y separan aún hoy, a los mapuches de los chilenos o huincas (extranjeros);

1º desde un punto de vista social su organización y estructura difieren de lo que es la familia al estilo español al igual que en otras instituciones sociales;

2º desde el punto de vista económico no concebían la propiedad privada, la competencia ni el mercado.

3º Políticamente, no presentan existencia de grupos organizados o partidos, ni disputan el poder.

En suma, todavía viven en comunidades que corresponden a sociedades patriarcales que practican una economía de subsistencia en que la tierra es fundamental para una agricultura y ganadería pobres. (En caso de agotamiento de la tierra se practicaba una fórmula que era parte de su estilo de vida: el grupo la abandonaba y se establecía en otro lugar).

Sin embargo, cuando se formó el Estado nacional chileno, éste reclamó para sí la soberanía de lo que consideraba su territorio. Este fenómeno político, que tiende a hacerse expansivo y a imponerse en todo el territorio, va estrechamente ligado al auge de la agricultura que demandaba cada vez más tierras. Estos dos procesos contemporáneos entre sí, explican el creciente interés del Estado y de algunos particulares por terminar la Guerra de Arauco, dando paso a una colonización espontánea al sur del Biobío ya a fines de la época colonial. A mediados del siglo XIX, las presiones por ocupar la Araucanía y apurar la colonización fueron en aumento a razón de la necesidad de tierras para hacerlas producir para el mercado.

El mayor impulso para terminar la situación provino del Estado, poseedor de la fuerza, que entre las décadas de 1850 y 1880 hizo los esfuerzos necesarios y suficientes para cumplir simultáneamente sus dos objetivos: imponer la ley del Estado e incorporar las tierras de la Araucanía.

Bajo el gobierno de Manuel Montt (1851-1861), se hizo el primer intento estatal de reclamar sus derechos al crear en 1852 la provincia de Arauco, que abarcaba entre el río Biobío y el límite norte de la provincia de Valdivia. Al año siguiente, se dictó una serie de normas para organizar la administración, para resguardar la propiedad indígena, para delimitar las tierras fiscales y para regular la propiedad de los intereses en colonizar.

Todo ello, sin embargo, no logró impedir los abusos, que con variado tipo de argumentaciones, permitieron el traspaso de muchas tierras indígenas reconocidas como tales por la ley a poder de particulares. Hacia 1858, el coronel Cornelio Saavedra, encargado del plan oficial de ocupación de la Araucanía, calculó en unas 14.000 las personas establecidas espontáneamente al sur del Biobío, al margen de dicho plan. Los planes oficiales de ocupación, puestos en aplicación a partir de 1861, se encontraron con un grave obstáculo producido por la referida “ocupación espontánea”, pues era posible la existencia de disputas entre los ya establecidos y los nuevos colonizadores.

(El avance previo a los planes oficiales había logrado establecerse en Santa Bárbara, San Carlos, Negrete y Nacimiento. Por su parte, la acción oficial levantó en 1862 los fuertes de Lebu, Angol y Mulchén). Hacia 1867, el avance oficial había logrado establece fuertes en la línea del río Malleco. No obstante, en 1868 los enfrentamientos entre las fuerzas militares y los sublevados indígenas aconsejaron retirar a los colonos ubicados al sur de Biobío y proceder a la fundación de Cañete y Purén. En 1871, se había vuelto a avanzar sobre el Malleco en dos puntos vitales: Angol y Collipulli, que eran resguardados por unos 2 mil 500 hombres y que estaban comunicados entre sí a través de telégrafos.

Ese año, Saavedra fue reemplazado por Basilio Urrutia, quien avanzó la frontera hasta Traiguén donde fundó un fuerte con ese nombre en 1878. Aunque la inestabilidad era la constante en los territorios ocupados, al amparo de las fuerzas militares fue posible desarrollar diversas actividades económicas como la agricultura, la ganadería, los aserraderos y los molinos. Tanto estas actividades como la presencia colonizadora estaban estrechamente ligadas a la existencia de fortificaciones. Superando las difíciles circunstancias para el asentamiento, se logró impulsar el intercambio comercial entre mapuches y colonos e, incluso, se impuso la siembra de trigo a gran escala.

Hubo en esta época, tres sectores de colonización que fueron centro de atracción de ciertas áreas.

En torno al Malleco se ubicaron colonos procedentes de Parral, San Carlos, Los Ángeles y Nacimiento. Al sector de Lebu y Cañete llegaron colonos procedentes de Tomé, Concepción, Lota y Arauco. Habitantes de Valdivia se establecieron en Toltén y Queule, en la parte sur de la Araucanía.

Dentro de los planes oficiales de la colonización, la autoridad trató de organizar el proceso ofreciendo suficientes medios de atracción: venta directa de tierras fiscales, realizada entre los años 1866 y 1873, remate de grandes extensiones de tierras fiscales a partir de 1873, concesión de permisos para incorporar colonos de origen extranjero, que tuvieron cierto éxito a comienzos del siglo XX.

Ninguna de estas posibilidades dio buenos resultados, principalmente por los vicios en los procedimientos. Entre otros, los pequeños propietarios al desprenderse de sus posesiones, dieron origen a grandes concentraciones de tierras en poder de unos pocos propietarios. A raíz del conflicto armado que Chile tenía con Bolivia y Perú, el grueso de las tropas que había realizado la ocupación fue retirada, reemplazándola por gente inexperta de los pueblos fronterizos. Ello dio origen a la acción de la rebelión de los indígenas a partir de mediados de 1880.

En 1881 la rebelión se generalizó, afectando seriamente la estabilidad de la colonización al intentar asaltar Traiguén y los fuertes próximos al río Malleco.

La respuesta represiva de las fuerzas militares a cargo del general Urrutia no se hizo esperar, y en 1882 fueron fundados los últimos fuertes en Carahue y Nueva Imperial, con los que se aseguró definitivamente el sometimiento y pacificación de la Araucanía

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