La Pedagogia Institucional
marymv9215 de Noviembre de 2013
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La pedagogía institucional que ha desembocado grandes cambios en los métodos de enseñanza, encontró en Estados Unidos, la psicología social, y este encuentro se halla en el punto de partida de la invención de la no-directividad.
C. Rogers definió la no-directividad de una manera positiva, es decir no desde el lado de aquel que está sometido al poder y que impugna la directividad del que lo posee, sino del lado de aquel que abandona de modo voluntario su poder y desea establecer una nueva forma de relaciones con aquellos de quienes se ocupa.
Las dos nociones que, para C. Rogers, componen esta no-directividad positiva, y que constituyen por ello mismo, la condición primera de toda institución nueva, son por una parte, la de “aceptación incondicional” y, por otra parte, la de “congruencia”. Se trata de dos nociones correlativas y complementarias.
• La aceptación incondicional consiste en el hecho de aceptar, interior y exteriormente, que los otros sean lo que son y sin hacer nada para estorbarles. Se trata pues, de una forma de respeto de la personalidad y de la realidad del otro, que se opone a toda forma de autoritarismo o de manipulación, es decir, a toda acción que trata de cambiar a los demás por medio de la coacción.
• El principio de congruencia completa y corrige, en cierto modo, al primero. Afirma la necesidad de ser uno mismo ante los demás y ante sí mismo, sin vergüenza ni hipocresía. Es evidente que esto significa que nos podemos defender contra los demás pero con la condición de no ir mas allá de la simple defensa y de no justificar con ella un dominio abierto o larvado, que desemboque simplemente en impedir la existencia de los demás. En educación, este principio significa que el educador debe simplemente ser el mismo, afirmar su personalidad y sus gustos, incluso aunque no siempre agrade a los alumnos.
Estos son los canales por los que pasan las influencias educativas, que son al mismo tiempo unas realidades institucionales. Distinguiremos esencialmente cuatro:
1-El canal de la oferta-solicitación.
Una oferta correcta es aquella que suscita al deseo, sin que por ello obligue a aceptarlo. Cuanto mayor sea la información referente a la realidad de lo que se ofrece, tanto más valida será la oferta. La oferta debe ser abierta, si así se puede decir, en otras palabras, no se debe excluir a nadie a priori. La oferta es constante en un sistema educativo autentico, pues el educador no cesa de proponer posibilidades y actividades. Estas ofertas provocan demandas, que a su vez, provocan nuevas ofertas.
2-El canal de la comunicación.
La comunicación constituye la base de todo sistema social, sea el que sea. La comunicación es asimismo el medio para que se constituya un grupo. Un grupo pedagógico necesita existir para trabajar. En efecto, el trabajo supone que los participantes se comunican entre sí y con el monitor sea cual sea la materia a la que se dedique. No podrán hacerlo si tienen miedo de comunicarse y si no se conocen entre sí. Los niños deben poder hablar entre sí, de todo y de nada, de lo que les gusta, de lo que les llega. El educador, con las luces de su análisis, desempeña el rol de facilitador. Al comunicarse los alumnos aprenden, asimismo, las técnicas del lenguaje, que nos esforzamos, a veces, en enseñarles por medio de lecciones artificiales.
3-El canal de la decisión y de la coordinación.
El educador debe proponer los modelos de toma de decisión y de organización. No puede sustituir al grupo, decidiendo u organizando por sí mismo. Un grupo, sobre todo cuando es numeroso, necesita mucho tiempo antes de que pueda tomar decisiones y organizarse.
4-El canal de la cooperación y del trabajo.
El trabajo solo puede proceder del grupo y se debe realizar dentro de una cooperación entre los miembros del grupo y con el educador. Este se ha
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