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La Relacion Iglesia Estado En Mexico


Enviado por   •  8 de Enero de 2013  •  6.796 Palabras (28 Páginas)  •  2.023 Visitas

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LA RELACIÓN IGLESIA –ESTADO

Es evidente que desde la llegada de los colonizadores, llegó también el cristianismo tal y como era concebido por sus portadores. Vinieron juntos la Conquista y el Evangelio, los militares y los religiosos. En 1522, apenas treinta años después del descubrimiento de América, el Papa Adriano VI, envió los primeros misioneros al Nuevo Mundo. Fueron doce franciscanos cuya intención fue la difusión y expansión del Evangelio.

Para 1524, el vicario del Papa, Fray Martín de Valencia, junto a otros doce franciscanos llegaron a México siendo los primeros que convirtieron y bautizaron a los naturales. En ese mismo año se convocó un sínodo o asamblea eclesiástica, lo que nos dan una visión de lo importante que eran las nuevas tierras para los ávidos misioneros.

Existía entonces una unión, mezcla confusión, patrocinio y asociación entre el Estado y la Iglesia. Pero se encuentran datos aún más remotos como lo cita un ultimátum que afirma: “Con base en la donación papal, el jurista Juan López de Palacios Rubios redactó la ‘Notificación y requerimiento que se ha de hacer a los moradores de las islas e tierra firme del mar océano que aún no están sujetos a Nuestro Señor’. Las palabras de tan importante documento constan en Zavala: Las constituciones jurídicas en la conquista de América...” (4).

Si bien es cierto que en la Iglesia Católica existía corrupción en esta etapa de la historia, también es cierto que los misioneros llegados a América, traían propósitos realmente evangelizadores y por lo tanto humanizadores propugnando por los derechos fundamentales de los naturales.

El pensamiento religioso resolvió temas fundamentales de forma magistral, tales como la naturaleza del indio, la esencia humanista para la cultura mexicana y las bases para la elaboración de una filosofía jurídica destinada a proteger a los mismos naturales.

La Iglesia fue durante la colonia una institución de capital importancia porque sus aportaciones a la Nueva España fueron determinantes. No solamente fue quien llevó la luz del Evangelio a los lugares más lejanos, sino que al mismo tiempo portó una acción civilizadora por medio del establecimiento de escuelas, la creación de la Universidad en 1551, la introducción de la imprenta en 1539, la creación de centros hospitalarios y el desarrollo de las artes tales como la arquitectura de tipo barroco enriquecida con la mano del indio, la música, la literatura y la pintura, que hicieron del arte novohispano una expresión nueva y riquísima.

Después de tres siglos de dominio español, la sociedad mexicana que nacía a la vida independiente, se constituía administrativa, espiritual y socialmente solo bajo la influencia y mirada de la Iglesia Católica que era junto al Estado la única institución en la que se depositaba toda su vida, pero era, a diferencia del éste, más cercana a las personas, gracias a que los asuntos de registro de nacimiento, de matrimonio y de defunción eran conocidos y realizados por la Iglesia.

El acercamiento y presencia de la Iglesia en la vida de las personas, se refleja también en que como institución toral de la nación, durante la colonia e incluso después de la independencia, era la encargada de impartir la educación y de realizar las obras sociales como la instauración y atención de hospitales.

Así pues, otras aportaciones de la Iglesia católica fueron la noción de nacionalismo y el nacimiento de la historiografía nacional originada principalmente por la pluma de Motolinia y de los jesuitas; quienes en 1787 fueron expulsados de la Nueva España.

Esencialmente no existía separación entre el Estado y la Iglesia, ya que ésta realizaba acciones que hoy son propias de un Estado Moderno. Fundamentalmente después de trescientos años de dominio español, el clero en la Nueva España logró una influencia decisiva en todos los asuntos políticos y públicos de la sociedad. En este momento histórico, la Iglesia ejerció un poder político, social, civil y hasta judicial. La noción de libertad religiosa estaba muy lejos de arraigarse en esta incipiente nación.

Es conveniente afirmar que durante la época de la Colonia, la Corona Española tenía -a través del llamado Regio Patronato y de la Inquisición un fuerte poder decisorio sobre múltiples aspectos de la vida de la Iglesia: selección de candidatos al episcopado, creación de diócesis, selección de sacerdotes, etc.

Pronto estas relaciones serían criticadas desde el iluminismo. Haría falta esperar una purificación desde la filosofía y la política para que estas relaciones entre el poder temporal y el espiritual se definieran y apartaran a lo que esencialmente les es propio a cada una, y que se expresara en el orden jurídico, orden rector de toda vida social.

EL REAL PATRONATO DURANTE LA COLONIA

¿Qué es el Real Patronato?

A partir de 1501 se considera el Patronato a la orden papal dada por medio de un acuerdo entre los reyes de España y el papa romano para evangelizar a los aborígenes de las nuevas tierras.

El Patronato regio consistió en el conjunto de privilegios y facultades especiales que los Papas concedieron a los Reyes de España y Portugal a cambio de que estos apoyaran la evangelización y el establecimiento de la Iglesia en América. Entre estos privilegios constaban el nombramiento de Obispo y demás dignidades eclesiásticas y la recaudación de los diezmos y otras contribuciones de los fieles.

El Patronato regio permitió que la Iglesia contara con numerosos misioneros, dispusiera de los recursos económicos y financieros necesarios y, sobre todo, facilitara su movilización y distribución. Sin embargo, tuvo también sus consecuencias funestas, como el sometimiento de la Iglesia al poder real, el aislamiento de Roma y la relajación de la disciplina eclesiástica y religiosa al debilitarse la autoridad de los Obispos y superiores religiosos. En el momento de la independencia la casi totalidad del episcopado era español y no criollo.

Los reyes Católicos, no obstante su piedad y celo religioso, trataron desde un comienzo de mantener su preponderancia sobre la Iglesia de sus Estados.

De acuerdo con el Patronato, que siempre fue celosamente defendido por los Monarcas, estos proponían al Papa a los sacerdotes aptos para los cargos eclesiásticos de América (Arzobispos, Obispos y prebendados), correspondiendo al Papa extender los nombramientos. Tal derecho se fundamentaba en el trabajo de evangelización de las Indias, que los reyes habían tomado a su cargo, y en la fundación y dotación de Iglesias por cuenta del Estado.

Dentro de los amplios derechos reales involucrados en el Patronato,

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