La barbarie: una forma de describir dos momentos y dos hombres de la historia argentina.

La barbarie: una forma de describir dos momentos y

dos hombres de la historia argentina.

Durante la consolidación y organización de los estados nación latinoamericanos, la utilización de las categorías civilización (orden) y barbarie (desorden) se establecieron como creencias fundamentales de nuestra idiosincrasia y se expresó repetidamente en la literatura y la política de los dos siglos siguientes, alimentando una serie de opuestos, colonizadores versus pueblos originarios; Buenos Aires (orden y progreso), La pampa (desorden y atraso) que construyeron la realidad en la que vivimos, poniendo a Europa como el ejemplo del progreso y la ilustración a la que se aspira, frente a una Latinoamérica violenta de la que hay que escapar.

Este contraste se instaló con fuerza en Argentina a partir de la obra de Sarmiento “Facundo, o civilización y barbarie en la pampa argentina”, publicado en El Progreso de Santiago de Chile durante su exilio en 1845. Y tanto en esa obra como en “El Matadero” de Echeverría, civilización y barbarie se revelan como mitades necesarias para La Argentina real.

Los mencionados autores pertenecían a la Generación del 37 “Los Románticos”, estos son defensores claros de la civilización y exponen el disgusto que sienten ante los barbaros que rompen con el mundo pulcro al que aspiran. Pero ambos autores lo representan de distintas formas, Sarmiento habla sobre dos tendencias que reclaman a La Argentina: la civilización europea y la barbarie nativa, Buenos Aires y los americanos de origen europeo; mientras que Echeverría encarna el conflicto en un personaje, el joven unitario, el cual la barbarie del matadero le quita la vida.

La oposición continuó hasta bien entrado el siglo XX, del cual los relatos de Julio Cortázar y Jorge Luis Borges son un muy buen ejemplo. Según una de las posibles lecturas de “Casa Tomada” de Cortázar, se presenta la burguesía adinerada contra los "bárbaros" del pueblo peronista. En el relato, los espíritus comienzan a usurpar la casa poco a poco hasta que los hermanos no tienen más opción que abandonar la misma cerrando la puerta con llave y arrojándola. Pero esta última acción es lo que pone en discusión lo que representa, “(…) No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.”. El final del cuento demuestra preocupación, la casa (La Argentina) ha sido tomada por los barbaros que desterraron a los hermanos del lugar que habitaron sus ancestros, ya no se leerá ni se tejera en la casa tomada y pobre de quien piense en entrar en ella. Lo que habita la casa es encerrado, para que no salga ni se sepa de él.

De esta manera podemos dibujar una paralela entre esta narración de Cortázar y La Argentina, donde una ideología no puede prevalecer mientras la otra se encuentre vigente, donde unos son barbaros y los otros son civilización.

Como mencionado anteriormente, Borges es también uno de los ejemplos de la representación de estos contrastes en la literatura. En su narración “El Sur”, el escritor distingue la frontera entre el Norte: Buenos Aires, la ciudad, Argentina, su patria; y el Sur: lo bárbaro, la pampa, lo otro, “(…) Nadie ignora que el Sur empieza del otro lado de Rivadavia. Dahlmann solía repetir que ello no es una convención y que quien atraviesa esa calle entra en un mundo más antiguo y más firme. (…)”. Con esa división, Borges traslada los contrapuntos hacia lo literario con estos dos polos que tratan a una sociedad tradicional, compuesta por clases y grupos organizados, cuyas tensiones y estilos de vida se transmiten dentro de un sistema de normas (una sociedad estandarizada); y el otro que es un grupo de nómadas, compuesto por personas aisladas que llegaron a reunirse gracias a la civilización (un grupo separado y sin normas).

...