La expulsión de los Jesuitas de México por Eduardo Juárez
Mr. SlickResumen20 de Marzo de 2017
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La expulsión de los Jesuitas de México
por Eduardo Juárez (139096)
El pueblo mexicano no es extraño a las malas decisiones. A lo largo de los años desde que nuestro país ha sido independiente, nuestro pueblo no es el más objetivo de todos. No ha sido el mejor ejemplo de lo que una democracia debería ser. Aunque ejemplos presidenciales de nuestra falta de peripecia al elegir sobran para lanzar al aire, es importante voltear la mirada a la expulsión de los Jesuitas en las colonias como un hecho histórico que, a riesgo de parecer un poeta exagerado, de haberse evitado pudo cambiar el curso de nuestra patria.
Situémonos entonces en la España de Carlos III. El rey en turno había tomado nota de las capacidades de esta organización religiosa que a lo largo de su existencia ha destacado por tornar su atención al conocimiento artístico al igual que científico. De esta suerte, al proponer una serie de reformas (palabra tan resonante en tiempos modernos) que centralizarían el poder de la dinastía borbona a la que Carlos pertenecía y a diferencia del montón de ovejas que tenía por súbditos, los Jesuitas rechazaron la proposición del rey. Su majestad obviamente tomó esto como una afrenta personal y un riesgo de intereses. Los Jesuitas, fieles al papado, trabajaban con reglas más allá de la burocracia. Como nos lo ha enseñado el pasar del tiempo, en consecuencia por seguir los ideales verdaderos del ser humano y rechazar la figura regente impuesta por un supuesto poder divino, el 30 de mayo del año 1767 se ordenó la deportación de todos los miembros de La Compañía de Jesús o los Jesuitas de todas las colonias de España.
A manera de cruel humor negro y aunque los Jesuitas resintieron la perdida de las personas con las que habían trabajado durante años, los más afectados fueron los fieles indígenas. Así es, los fregados lo resultaron aún más todavía. Esto se debe a que tras la salida de los misioneros, los indígenas quedaron desprotegidos ante las injusticias de las cuales eran parte en un periodo constante. Los miembros de la Compañía de Jesús tenían como misión el unir a los pueblos indígenas en comunidades más grandes que proyectaran una organización más acorde con la sociedad contemporánea y proveer a estos grupos sociales de derechos equitativos bajo el mandato de su señor Jesucristo.
Al darse este atropello por parte de la corona española, los indígenas, al igual que los conglomerados sociales más desprotegidos, pierden todo lo que tienen y no tienen otro remedio más que ponerse al servicio de los colonos que forman parte de la opulencia. El horizonte esperanzador que había traído la Compañía de Jesús parecía cada vez más una alucinación dentro de un desierto de tratos discriminatorios y hasta inhumanos hacia los nativos mexicanos. Los redujo a comunidades aisladas y de nula importancia para nadie.
Parecería entonces que la historia está empeñada en evitar un cambio social por parte de los dueños de este país, entonces colonia. Su prosperidad se vio mermada por los intereses del más rico y poderoso. Sin duda alguna la expulsión de La Compañía de Jesús fue un tremendo golpe para el progreso de la Nueva España. El avance de una civilización como un todo, una masa cuyos miembros pueden tener la oportunidad equitativa de crecer, se vio inutilizada por el intrascendente poderío de unos cuantos. Ciertamente debe plantearse el ejercicio de imaginar como hubiera sido alterada la cadena de eventos históricos que sabemos hoy de no haber sido ordenada la expulsión de una comunidad que, si bien es cierto, estaban manchados con el estigma de la cristiandad, ese estigma venía acompañado de una serie de conocimientos fundamental para el avance de lo que llamamos sociedad.
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