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La historia del barrio de Recoleta


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2014  •  Tutoriales  •  11.734 Palabras (47 Páginas)  •  300 Visitas

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3. Ubicación

El barrio de Recoleta está comprendido por las calles Calle 10, Montevideo, Uruguay, Av. Córdoba, su continuación Coronel Díaz, Av. Las Heras, Tagle, Vías del F.G.B.M y Jerónimo Salguero, y por el Río de la Plata.

Limita con los barrios de Retiro al este, San Nicolás, Balvanera y Almagro al sur, y Palermo al noroeste, y con el Río de la Plata al noreste.

4. Historia del barrio

La historia del barrio de Recoleta se remonta a la segunda fundación de Buenos Aires, en 1580. Como la mayoría de los tradicionales barrios porteños sus orígenes fueron muy humildes. La zona de Recoleta no era de mucho interés para los conquistadores españoles. En ese entonces, Juan de Garay repartió tierras entre los 65 pobladores que lo acompañaban. Cinco de esas parcelas se ubicaban en la zona que hoy conocemos como Recoleta. El sector central del actual barrio había sido otorgado a Rodrigo Ortiz de Zárate. En dicho sitio estableció una chacra llamada Los Ombúes.

En sus comienzos se hallaba fuera de la traza de la ciudad, y al momento de fundarse el Monasterio correspondía al pago de Montes Grandes, luego San Isidro, siendo por muchos años uno de los arrabales, con características rurales por lo despoblado y solitario.

Hasta esas tierras inhóspitas llegaron los frailes Recoletos descalzos de la Congregación Franciscana, de ahí proviene el nombre del barrio. Estos frailes son una rama de los franciscanos reformados por San Pedro de Alcántara. El nombre de Recoletos viene del francés "recollection” y del español recolección, en el sentido de separación y recogimiento espiritual. Los recoletos tenían una vida desprovista de toda riqueza y estaban dedicados a la oración, el trabajo y el silencio. Allí levantaron su pequeño convento y una iglesia. Esta Iglesia comenzó a ser conocida como “de los recoletos” o simplemente "la Recoleta", nombre que se extendió a todo el barrio. La zona donde se encontraba el templo, el convento y su huerto, hoy es el corazón del barrio y actualmente allí se encuentran el Centro Cultural Recoleta, la Parroquia Nuestra Señora del Pilar y el Cementerio, todos serán explicados con mayor detalle más adelante.

Debido a la aparición de un saladero y un matadero de ovejas la zona, que era de grandes quintas, se fue poblando de ranchos todo a lo largo del río y a veces en las crecidas de éste venían camalotes con animales como los yaguaretés.

Los alrededores del convento se encontraban ocupados por grandes quintas que se extendían desde la Iglesia del Socorro hasta la intersección de las actuales Santa Fe y Scalabrini Ortiz. Predominaban las construcciones amplias y bajas, con un mirador que marcaba el punto más alto de la vivienda y espacios anexos que albergaban a los esclavos.

Recién hacia 1830, se inició la remodelación urbana de Recoleta, con la apertura de la Avenida Callao como camino de circunvalación, ya que el único camino que unía la zona con el centro de la ciudad era la "calle larga" que es la actual Avenida Quintana.

Es en las últimas décadas del siglo XIX que un terrible suceso iba a modificar profundamente y para siempre la configuración del barrio. En 1871, a raíz de una epidemia de fiebre amarilla, para evitar el contagio las familias adineradas que vivían en la zona sur (San Telmo y alrededores) se desplazaron a la zona norte (Retiro y Recoleta), a terrenos más altos, donde el mosquito transmisor de la enfermedad era menos frecuente, de esta manera Recoleta paso a ser un barrio de la clase alta. Este evento fue el que marcó Recoleta para siempre con un aire parisino caracterizado por grandes espacios verdes y muchos atractivos como restaurantes, bares y avenidas.

El barrio fue creciendo y cuando Torcuato de Alvear fue intendente se trazaron las avenidas importantes y pronto las familias adineradas, recientemente instaladas en Recoleta, se ocuparon de construir enormes palacetes de estilo francés rodeados de inmensos parques, que le dieron al barrio el toque de refinamiento y elegancia que hoy lo caracteriza. Por ello, se ha aludido a Buenos Aires como la París de América. También se inició una serie de transformaciones urbanas, usando la tierra de las excavaciones del Puerto Madero, fueron rellenando el Bajo (la actual Avenida Libertador) y convirtiéndolo en plazas y parques, para transformarla en la zona más elegante de la ciudad. Así se fue convirtiendo al lugar, poco a poco en uno de los paseos y sitios de residencia preferidos por los ambientes más acomodados de la sociedad.

El apogeo de la zona llegó en la década de 1920, con lugares de reunión social. En un principio, detrás de la iglesia de Recoleta, hacia Av. Pueyrredón, se encontraban los corrales, mataderos y el camino de las carretas hacia el norte, lo que atrajo una población de orilleros, peones y matonaje alojado en las pulperías. En esta atmósfera es donde se dice nació el tango, entre inquilinatos y café. Luego, cuando el tango fue aceptador en parís, aparecieron otros sitios de reunión, como el Alvear Palace Hotel y el Palais de Glace.

En los ’30 y ’40 irrumpieron las edificaciones en altura, que comenzaron a cambiar el ambiente residencial, del que hoy quedan solo sectores parcialmente consolidados. Hoy en día, algunas de las edificaciones tradicionales coexisten con elegantes construcciones más modernas.

Las distintas marejadas de la historia fueron forjando la personalidad de Recoleta para convertirla en lo que es hoy, en la joya de la ciudad de Buenos Aires.

5. Puente peatonal Figueroa Alcorta

El puente está realizado de hormigón armado y diseño curvo, que cruza la avenida Figueroa Alcorta. Fue diseñado en 1960 por César Janello, siendo demolido en la década de 1970 y reconstruido en 1978 definitivamente, desplazado 500m hacia el sur de su antigua ubicación.

En el piso de este puente pueden verse manifestaciones políticas o de ideales que pintan principalmente los estudiantes de la Facultad de Derecho.

Debajo, el puente está pintado con un conjunto de líneas de siete colores. Esto contrasta con la monotonía que pueden ofrecer otros puentes. Se trata de una obra de artistas suizos (Sabina Lang y Daniel Baumann; la idea fue mezclar dinamismo, armonía, bienestar y readaptación para crear una mirada sobre el tránsito porteño, siendo un oasis entre todos los vehículos, en una avenida de circulación intensa que conecta permanentemente las zonas norte y sur. La obra complementa un lugar lleno de arte, con ejemplos como la Floralis Genérica, el Museo de Bellas Artes, el Palais de Glace y el Centro Cultural

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