La maravilla de la capital de los toltecas

Tula

La maravilla de la capital de los toltecas

Según los relatos nahuas, durante largo tiempo los toltecas-chichimecas peregrinaron por el árido norte hasta llegar a las fértiles tierras mesoamericanas. Dirigidos por Quetzalcóatl, también Ce-Acatl-Topilzin, encontraron juntos al río Tula un sitio adecuado para fundar a principios del siglo X d.C. una ciudad. Tula o, como le llamaban “Tollan”, muy pronto se convirtió en la capital de un imperio poderoso y constructivo. Sin embargo, surgieron también enfrentamientos entre Quetzalcóatl y los hechiceros del dios Tezcatlipoc. Estos últimos lograron imponerse y Topiltzin-Quetzalcóatl partió hacia el oriente. Entonces Tula se convirtió en la cabeza de un reino militarista y despiadado hasta desaparición a mediados del siglo XII d.C. con el destierro y muerte de Huémac, su último gobernante.

A pesar de todos sus elementos trágicos, los relatos antiguos y las nuevas visiones coinciden en describir la historia de Tula como un periodo de esplendor cultura, precursor de todos los florecimientos tardíos en Mesoamérica, en especial el de los aztecas. Y ciertamente las dimensiones y el refinamiento de la zona arqueológica de Tula dan testimonio de tal grandeza.

El viajero que visite el centro del país, ciertamente no puede omitir este escenario fuera de serie. Aunque debe tomar en cuenta que no es lo único existente en la zona. Los franciscanos que evangelizaron la zona en el siglo XVI dejaron una serie de magníficos templos, tanto en Tula como en los poblados cercanos como Tepeji del Rio, Tlauelilpan y Atitalaquia, entre otras. La región tiene una gran variedad de arte e historia.

Conoce un templo del siglo XVI

¡¡¡¡Para saber más!!!!

En 1529, los franciscanos dirigidos por fray Alonso de Rangel, fundaron en Tula el templo y convento de San José. Fue sin embargo, hasta 1553 que iniciaron la construcción del complejo que ha llegado hasta nuestros días y que destaca por su elegancia y sus grandes dimensiones. En el exterior llama la atención el apacible atrio con árboles, rodeados por bardas almenadas. Líneas de cipreses flanquean el corredor que lleva al templo. Este es una solida construcción de cantera gris. Su portada de estilo plateresco es muy sobria, con un mero arco de entrada y una ventana hexagonal para el coro. En el perímetro superior destaca el juego más hermoso de almenas y garitones de arquitectura Mexicana del siglo XVI. En el interior del templo hay que ver las bóvedas de nervaduras y las dos bellas capillas laterales: la del santísimo que data de 1750 y la de nuestra señora de Guadalupe de mediados del siglo XIX. Aparte

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